#2

8 0 0
                                    

Tenía tanto tiempo que no sentía eso, no me di cuenta de mi falta de cariño hasta que sentí tu abrazo reconfortante, ese roce de piel con piel que hace tanto no experimentaba. Pero es lo mismo que antes, lo tuyo son caricias prestadas, no tienen intensión de que me enamore de ti, son para pasar el rato, para pretender que nos amamos, porque eso somos, amantes que se acompañan en una soledad que al parecer no es lo suficientemente grande como para que quieras estar conmigo del todo. Soy tu compañera de noche y frente a los demás una simple conocida, me has visto vulnerable y nerviosa al sentir tus manos en mí cuerpo. Recuerdo tus intentos atropellados por acercarte a mí, y como tocaste mi espalda intentando acariciarme, pero terminó siendo un contacto incómodo y torpe. Estaba más interesada en la película que en averiguar lo que pasaría después, más aterrada de lo que me sentí la primera vez. Pude sentir tus dedos traviesos haciendo espirales en mi rodilla, poco a poco fueron subiendo hasta posarse muy cerca de mi entrepierna, la yema de tu dedo giraba sobre la tela de mi pantalón, ese ligero cosquilleo que me producía el roce de tu piel sobre mi aún cubierto ser me daba escalofríos pero me encantó. No podía controlar mis espasmos, el placer y mi desesperación por querer más y más iba en aumento.

La película llegó a su fin, mis manos descansaban sobre mi estómago pero no me atreví a moverme, volteé y en menos de un segundo ya te estaba besando, me invadió el aroma de tu cuerpo y el calor que emanaba tu cara estaba justo ahí, derritiéndose junto al mío, tu lengua se movía intrépida entre mis labios, como si todas las respuestas estuvieran entre ellos y las quisieras obtener todas, sentía tus dedos en mi cintura y aquel dedo que hacia espirales encontró el camino correcto sin mapa ni GPS, me dió algo de pena sentir que estaba bastante húmeda al escuchar el viscoso chasquido que provocó tu mano al tocarme ahí abajo.

Al no encontrar las respuestas en mi boca, ahora tus dedos se movían expertos y escurridizos, sin miedo alguno arrancándome suspiro tras suspiro, no se detenían mientras mi cuerpo se retorcía ante ese placer desconocido. Recorriste cada pliegue, rincón y te entretuviste demasiado en aquel ansioso botón, todas las sensaciones del mundo se juntaron pero te quería dentro de mí, pude sentir tus manos rodeando mi cintura, como tus dedos acariciaban mis piernas y ese corazón latiente que amenazaba con salirse de mi pecho. Mi cara estaba contra el colchón, esperándote más nerviosa que nunca en mi vida, sentí una descarga eléctrica cuando entraste, un calor que me desgarraba y casi me hace llorar, me costaba respirar, mis uñas se aferraron a las sábanas con desesperación, entrabas y salías con tanta fuerza que creí desmayarme. Unos minutos después ese vaivén doloroso tocó la delgada línea entre el placer y el dolor, pude relajarme y soltar las sábanas que ahora se habían convertido en un nudo de tela arrugada bajo mi mano.

Caíste rendido sobre mi espalda, sentí tu respirar agitado en mi cuello, me hice a un lado para que te acostaras, mi reacción al saber que todo había terminado fue quedarme boca abajo, lejos de ti. Pero me abrazaste y te quedaste junto a mí, hasta que mi respiración volvió a la normalidad. Puse mi cabeza en tu pecho, ahora tu erección caía rendida entre tus piernas, me puse a pensar si se sentiría extraño tenerlo en mi boca, antes de poder reaccionar, lo tomaste con tu mano derecha y lo acariciaste, se veía tan cerca, que casi podía tocarlo, de hecho lo hice, pero eso no era suficiente. Las respuestas no las había encontrado en tus labios, ni en los míos y todas esas caricias y besos solo me dejaron más intrigada, deseosa de saber que lo hacía tan atractivo, lo puse entre mis labios, recorrí la punta que hizo contraste con lo áspero de mi lengua, me imaginé que sería diferente, que se sentiría diferente, era muy suave. Subía y bajaba la mano y a su vez mi cabeza la acompañó en esta danza extraña en la cual era muy inexperta, pero estaba ansiosa por aprender. Antes de saber que pasaba, tomaste el mando y observé en primera fila como aquel liquido algo viscoso y caliente salía disparado de tu cuerpo, respiré para mis adentros, agradeciendo que no haya aterrizado en mi boca.

Después, me dolían las piernas y las rodillas, estaba en un limbo de quietud y cansancio, inhalaba el aire por inercia y lo dejaba salir sin sentir nada. Tus manos tocaron mis piernas, dándoles un tierno masaje, la palma de tu mano subía y bajaba primero lento, después un poco más rápido. Igual que la primera vez, tus dedos bajaron a mi ropa interior, recorriendo las orillas, levantando un poco esa tela de encaje verde, me hacías cosquillas y sentía mi cuerpo vibrar bajo tu tacto. Bajaste tu mano, no sin antes rozarme ligeramente, para descubrir que ya estaba húmeda de nuevo, metiste uno de tus dedos en mí, sentí como mi interior lo abrazaba, sin dejarlo ir, entró apenas arrancándome un quejido de placer, mis pezones reaccionaron y dejé mi cabeza girar libremente por la almohada, me sentí al borde de la locura y te rogué que no pararas.

Fue nuevo que buscaras mi abrazo, no estaba acostumbrada a eso, mucho menos que quisieras que me quedara a dormir, te aferrabas a mí para que no me fuera,quizás por comodidad, porque estabas cansado y no querías ir a abrirme la puerta. Pero por alguna razón me dolió en el alma tener que dejarte, sentí una gran tristeza cuando llegué a mi casa y tú no estabas ahí

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 21, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

RenacerWhere stories live. Discover now