Transcurridos algunos días a aquella escena, Aiden intentaba sobrellevar su actuación lo mejor que le era posible, sin embargo, por momentos deseaba poder huir, escapar a esa realidad a la cual se veía sometido día tras día. Aun si ya era rutina, se encontraba incapaz de acostumbrarse a deber abrir sus piernas a cada persona que se le cruzara por enfrente, una desagradable recorría cada vez más su cuerpo hasta un punto en el cual le era difícil comer sin sentirse con náuseas.
—¿Tan inútil eres que ni eres capaz de mantener tu propio cuerpo?
Aiden no sentía ni poseía fuerzas para oponerse a su padre, sólo deseaba poder ver llegar un nuevo día y poder salir por algunas horas de casa, cada hora que pasaba en esa diminuta habitación parecía arrebatarle poco a poco su cordura, las agresiones y deber comportarse como quien no era estaban desvaneciendo a la persona que era, estaba convirtiéndose en esa marioneta que tanto ansiaba tener su hermano, pronto ese ser llamado Aiden podría desaparecer, perdería su identidad y con ella su existencia.
Su mente era un conflicto, con cada día transcurrido Aiden sentía que su mente se quebraría en cualquier instante, todo en su interior estaba hecho un completo caos, sus recuerdos se volvían borrosos que apenas podía distinguir cuales eran auténticos y cuáles eran falsos. Sus gustos, sus comidas favoritas, nada le estaba siendo familiar, él mismo estaba convirtiéndose en un completo extraño, apenas podía reconocer su auténtico nombre gracias a que por lo menos su padre y su hermano se tomaban la molestia de pronunciarlo.
Lo que debía ser una mera actuación, una farsa estaba volviéndose su realidad, sus sentimientos causaban gran confusión a sí mismo que apenas podía recordar alimentarse, sus ojos lentamente iban perdiendo ese brillo tan común, estaban perdiendo su resplandor, todo él estaba volviéndose un completo desastre, su aspecto, su propia actuación, incluso su propia vida iba perdiendo importancia. Era Aiden, el perfecto títere, era un muñeco cuya voluntad sobraba, no poseía un propósito ni un motivo para existir. Su único destino sería su muerte.
—Altair, se que odias que me meta en tus asuntos, pero... ¿Te sientes bien?, te noto distinto.
—No tengo nada...
—...
—¿A qué hora tenemos el ensayo hoy?
—... después de clases.
—Vale.
Le era imposible, Aiden no encontraba formas para llevar a cabo su actuación, cuando Aryeh demostraba su amabilidad apenas lograba mantener su indiferencia, sentía una opresión en su pecho al deber tratar con tanta crueldad a una persona quien no se merecía tal trato, alguien amable como lo era Aryeh no debía porque verse sometido a humillaciones y caprichos de un sinvergüenza como Altair, merecía estar junto a alguien mejor, junto a quien pudiera quererlo como merecía.
Durante la hora del almuerzo, siguiendo su rutina habitual, ambos se dirigieron al tejado, comer en dicho sitio era algo que, en los propios termino de Altair, era un momento para acaparar por completo la atención de Aryeh, recluyéndose en dicho sitio evitaba que este fuera molestado o mirara a otras personas que no fueran su pareja, aunque casi siempre se veía interrumpido por matones quienes iban a buscar pelea.
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Marionette (YAOI R-18)
RomanceDesde mi nacimiento todo me fue decidido, desde la ropa hasta lo que había de gustarme, fui cuidadosamente criado para ser un reflejo, para ser la sombra y ser el reemplazo de alguien si la situación se presentaba, mi libertad, todo cuanto me volvía...