Misterio

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Desde temprano empecé con mis tareas, la tía Wendy no perdió tiempo en dejarme las labores del hogar. Lava esto, sacude aquí, barre la casa, limpia aquello, riega el patio, prepara la comida.

Puede que su plan sea matarme del cansancio.

Pero prefiero quedarme todo el día en casa que tener que ir a la escuela, mis estudios llegaron solo hasta el último año de preparatoria. Recuerdo que mi tía decía "Ya sabes leer y escribir, eso es lo único que necesitas en esta vida".

Me preguntó qué pensaron mis padres al respecto, tal vez me están viendo desde donde están o eso quiero pensar para no sentirme tan sola.

El ruido de la lavadora se detuvo, dejé la escoba y fui a sacar las sábanas para tenderlas en el jardín. Mientras lo hacía, Lila daba vueltas por el jardín, le di play a la grabadora y así la música comenzó a sonar.


When the days are cold
And the cards all fold
And the saints we see
Are all made of gold.


Cuando no quiero pensar en algo, pongo la música a todo el volumen y solo me dejó llevar.


- When you feel my heat
Look into my eyes
It's where my demons hide
It's where my demons hide
Don't get too close
It's dark inside
It's where my demons hide
It's where my demons hide...- Canté mi parte favorita de la canción.


Ojalá las cosas fueran diferentes.

- Hola, querida.- Brinco al escuchar a alguien detrás de mí.

- Señora Langdon.- Veo a la rubia parada en la puerta trasera. - ¿Cómo entró?-

- Toqué el timbre varias veces, supongo que no me escuchaste por la música tan alta. Y la puerta no tenía seguro así que entré.- Examinó el jardín sin moverse de su lugar.

- Disculpe. ¿En qué puedo ayudarla?- Apagué la grabadora.

- Necesito ayuda para bajar una cosas de mi clóset, mi edad ya no permite hacerlo. Y tú eres joven, puedes hacer más cosas.- Sonrió mientras me veía de pies a cabeza.


Admito que esta mujer me pone nerviosa, cómo puede sonreír tanto.


- Ahora estoy un poco ocupa...-

- Será rápido, no robaré mucho de tu tiempo.- Insistió.

- Está bien.- Cedí.

- Perfecto, acompáñame.- Comenzó a caminar, alcance a tomar mis llaves y cerrar la casa, esta vez con seguro.


Entramos a su casa, es bastante grande, las paredes son de un amarillo pálido, tiene muchos muebles y estanterías llenas de adornos y fotos.

Casi me caigo al pisar un carrito de juguete que estaba en el piso.


- Lo siento, mi niño tiene un tiradero por toda la casa.- Dijo Constance.

- ¿Tiene hijos?- Trate de no sonar sorprendida.

- 4 maravillosos hijos.- Su voz sonó nostálgica, pero la sonrisa en su rostro no se borraba. - Por desgracia todos ellos ya no están a mi lado.-


El rumbo que había tomado la conversación me incómodo, sus hijos habían muerto, entonces... ¿De quién eran todos estos juguetes?


- Disculpe, yo no tenía idea.-

- No te preocupes, subamos de una vez.-


Subimos al segundo piso, Constance iba delante de mí guiándome a su habitación, veía las fotos que decoraban el pasillo. Por el rabillo del ojo pude ver una sombra atravesar el pasillo y después el ruido de una puerta cerrarse.

Me detuve a ver si alguien más estaba en la casa.


- Debió ser el viento lo que cerró la puerta.- Dijo la rubia. - Es aquí.-


Abrió la puerta de su cuarto, entramos y vi mucha ropa en la cama, junto a varias cajas.


- Puedes subirte en esta silla y bajar las bolsa que están en el clóset.- Me pasó la silla de su tocador.


Hice lo que me dijo, le pase 3 bolsas en total. Cuando las abrió vi que contenían más ropa, pero está era de hombre y en otra había vestidos y ropa de bebé.


- Siempre me ha gustado ayudar a los más necesitados, es por eso que toda esta ropa se irá a la caridad.- Explicó.

- Eso es algo muy considerado de su parte señora Langdon.-

- Lo sé...- Note como sus ojos se cristalizaban, creo que ver todo eso le traía recuerdos. - Bueno, muchas gracias querida. Ya te puedes ir.-

- Adiós.- La dejé sola en la habitación.


Cuando iba bajando las escaleras sentí un cosquilleo en mi nuca. Giré en busca de la causa, pero no había nadie, lo único que vi era que la puerta que antes se había cerrado sola ahora estaba entreabierta.

Me asomé para ver si Constance había cerrado su puerta y efectivamente lo había hecho. Regrese al pasillo y m acerqué a la puerta, tenía mucha curiosidad, lo único que alcance a ver era una pequeña parte de la habitación azul cielo. Había juguetes tirados en una alfombra algo vieja y descolorida.

Tal vez solo era mi imaginación jugándose una mala broma.

Decidí volver a casa, pero sin duda que la señora Langdon parecía ocultar cosas.







El Diablo En Mi •Michael Langdon X (Tn)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora