Prólogo

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Enero, 2011. Londres, Inglaterra.

Con furia, desde los opacos cielos de Londres, la lluvia se desataba golpeando las casas de los suburbios, acompañada de los fuertes vientos que chocaban contra el entonces pálido rostro del chico de cabellos rizados, ese que corría sin importarle el diluvio, empapándose, e ignorando el enervante frío que calaba sus huesos sin piedad alguna.

Hacía menos de quince minutos que había recibido un llamado de Cole, avisándole que ya habían detenido a Matt y a Ryan, y que por lo tanto, los siguientes en hundirse serían ellos. En cuanto supo que la policía lo buscaba, fue recién que logró tomarle el auténtico peso a sus actos. Después de todo, habían pasado tres meses desde el suceso, e ilusoriamente creyó que si no lo habían buscado entonces, no lo buscarían nunca. Lamentablemente, las cosas no funcionaban de ese modo, la justicia buscaría llegar tarde o temprano para hacerse cumplir y condenar a los culpables.

Tras cortar la llamada, el miedo lo invadió, sin embargo, antes de temer por sí mismo, tenía que velar por quienes le importaban. Ya tendría tiempo para suplicar por piedad y para compadecerse a sí mismo. Por ende, lo primero era darse siquiera la decencia de avisarle a su madre lo que sucedía, así fue que rápidamente, cogió un lápiz y un papel, para comenzar a redactar una breve carta en dónde le pedía que buscara a su mejor amigo, Louis Tomlinson, para recibir las explicaciones que merecía. Afortunadamente, Anne se encontraba en Holmes Chapel visitando a la familia, por lo que pasarían unos días hasta que se enterara de todo el desastre que estaba viviendo su hijo. Antes de salir de la casa, dejó la carta sobre la mesita del teléfono que se encontraba junto a la puerta de entrada, cerciorándose de que su madre efectivamente notara su existencia la próxima vez que entrara al lugar. Lo siguiente y principal era ir por su chica, por Irina.

De esta forma, un desaliñado adolescente de dieciocho años se encontraba buscando desesperadamente en los barrios bajos de la ciudad, en una de las tantas casas, a esa única chica que lo enloquecía, esa misma que iluminaba su mundo como ninguna otra. Sintiendo cómo las piernas empezaban a pesarle más y más, fue acelerando el paso, tratando de concentrarse en llegar pronto hacia donde se encontraba su objetivo. Al cabo de unos minutos que le parecieron las más eternas horas, pudo divisar esa casa de madera donde se había mudado un par de semanas atrás la dueña de su corazón. Sonrió amargamente, y redujo la velocidad con pesadumbre.

–¡Irina! –gritó su ronca voz, casi sin aire en sus pulmones, cuando se encontró frente a la pequeña casa. Estaba tiritando de frío, mas eso parecía ser una preocupación secundaria, vacía y sin importancia en comparación a lo que estaba sucediendo en ese mismo instante–. ¡Irina, sale de la maldita casa, necesito hablar contigo ahora! –volvió a insistir, esta vez, propinándole fuertes golpes a la puerta de entrada con sus destrozados nudillos. Cicatrices de golpes y peleas le recordaban con un constante dolor en sus manos sus errores, atormentándolo diariamente.

Escuchó unos delicados pasos en el interior de la casa, los que aumentaban en volumen a medida que se acercaban a abrir la puerta. Así se encontró con la imagen perfecta: Irina Holmes, su novia, le observaba desconcertada, con el ceño fruncido, vistiendo una polera de The Ramones y un pantalón de nubecitas, que bien sabía él que era su pijama. Resistió los impulsos de lanzarse a abrazarla y besarla, tenía que contenerse y no ceder ante sus emociones.

–¿Qué sucede, Harry? –preguntó ella, con evidente molestia hasta que pareció darse cuenta de un pequeño detalle–: ¡Mierda, estás empapado! Ven entremos, te traeré ropa seca –se volteó dispuesta a adentrarse al interior de la casa, hasta que se vio detenida por una de las frías manos de su novio que la cogían del brazo. Una vez más, se giró a observarlo desentendida.

–Aquí... –fue capaz de decir él, todavía tratando de regularizar el ritmo de su respiración–. Hablemos aquí. No es necesario entrar, será breve, nena.

Blu3 Jeans » Harry Styles » Zayn MalikWhere stories live. Discover now