El portal se ha abierto en un callejón a las afueras de la ciudad, en medio de una fuerte lluvia; su color violeta y particular forma de remolino atrae al imbécil drogadicto que se encuentra a pocos pasos de distancia.
Aquel mortal se acerca hasta la puerta que conecta mi mundo con el suyo, llevado más por el efecto de lo que fuera que acabara de inhalar que por otra cosa. Extiende su mano hacia el portal, con una sonrisa bobalicona en su rostro, sin embargo esta se borra al tocarlo... no, al tocarme. Una cosa que pocos saben de los demonios: incluso el más mínimo contacto con uno de nosotros nos permite adentrarnos en la mente de los mortales y manipularla a nuestro antojo. En este caso, el pobre desgraciado no paraba de revivir una y otra vez su niñez llena de abusos, vejaciones y sufrimientos.
En medio de gritos de miedo y dolor, llorando como un niño, el hombre se aleja gritando. He visto lo suficiente del mundo humano para no preocuparme por él; el mundo actual no cree en los seres como yo por lo que, aún cuando lograra tener el control necesario para formar una oración coherente, nadie le tomaría en serio.
Cuando vuelvo a estar completamente sólo, me permito terminar de cruzar la brecha que he creado entre su mundo y el mío. Dejando caer mi esencia del portal, logro entrar al mundo mortal, formando una densa capa de bruma negra debajo del portal que se cerró tan pronto como salí.
Me tomó un par de horas, pero finalmente logré tomar una forma física, una forma que ya he usado antes, miles de años atrás, en los tiempos oscuros.
Me acerco a un charco formado cerca de mí y, al ver mi reflejo borroso, no puedo evitar formar una sonrisa al notar que me veo completamente igual que en aquel entonces. Aquella piel morena de ojos rojos y cabellos negros como el carbón, un cuerpo atlético de alrededor del metro ochenta. Lo único que se diferenciaba de mi antigua forma mortal, eran las ropas; ahora vestía un pantalón largo, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero negra.
Me levanto de mi lugar, recordando que tengo que darme prisa. No tengo mucho tiempo antes de que "Él" se de cuenta de mi presencia en este mundo y envíe a uno de sus soldados a eliminarme.
Salgo del callejón a paso lento, observando a mi alrededor en busca de cualquier mortal que me pudiera ser de utilidad. Mas no logro encontrar a nadie; todos están escondidos en sus refugios debido a la lluvia.
Estúpidos humanos, creyendo que los muros de madera, hormigón, cemento o cualquier otro material físico, puede detenerme de entrar en los lugares que creen tan seguros, pero que realmente no les protegerán nada en contra de mí.
Aún así sigo caminando, seguro de que eventualmente encontraré a quien necesito; así, me doy cuenta de que la suerte me sonríe cuando, a tan sólo un par de calles, encuentro a la víctima perfecta.
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Drakus
ParanormalDurante eones he vivido en la oscuridad, aquel amasijo de dolor y sufrimiento provocado a las almas de los mortales que ellos llaman "Infierno". Mis hermanos y yo siempre disfrutamos al ver cómo los seres humanos, o por lo menos sus almas inmortales...