CONFRONTACIÓN

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La recién descubierta pasión que sentía el uno por el otro les dejo sorprendidos Isabel se sentía en una nube pero sabia por experiencia propia que las nubes se deshacen y al caer dolía mucho así que se prometió a si misma disfrutar el momento y no hacerse ilusiones.   Por su parte Sebastian estaba extasiado, su recién adquirida esposa era muy buena aprendiz y sabía que se iban a acoplar bien así que tomo la misma decisión de ella sin saber que ambos pensaban igual. Durmieron abrasados el uno al otro el resto de la noche algo nuevo para ambos ya que sus anteriores relaciones no habían sido para nada como esta, al llegar la mañana el despertó primero aun enredado entre sus brazos y piernas y en vez de sentirse incómodo se  sorprendió disfrutándolo y mucho, beso su nuca y ella se estremeció, acarició su abdomen de arriba hacia abajo lentamente mientras sentía como ella se desperezaba como un gatito entre sus brazos, ella le tomo la mano y siguió su juego permitiéndole llegar hasta sus senos los cuales ya estaban pesados y con los pezones ergidos por sus caricias, ella restregó sus piernas con las masculinas por inercia sintiéndose ya  excitada y moviendo las caderas, sintio su erección en el trasero, Sebastian bajo su mano llegando hasta el centro de su femineidad y le acaricio perezosamente hasta sentir que ella estaba preparada para el, subió su pierna en las propias y como si conociera el camino de memoria su miembro se introdujo en ella lentamente, ella se sentía irritada por la actividad sexual de la noche anterior pero ni loca le iba a detener, se acomodo de manera que el pudiera penetrarla mas profundamente y tuviera libertad de movimiento Sebastian siguió con el vaivén de sus caderas moviéndose cada ves mas rápido y remetiendo contra ella, Isabel gemia de placer y le encontraba en cada embiste sintiendo su cuerpo entero deleitarse con las atenciones masculinas, el beso su cuello, su nuca y le volteo la cabeza para saborear sus labios, para ella era algo nuevo despertar con un hombre y hacer el amor era delicioso y esperaba repetirlo mas veces, cuando ambos estaban a punto de culminar sonó el timbre de la puerta, pero lejos de detenerse sus movimientos fueron mas rápidos y precisos, Sebastian la abrazo del estomago y mordiendo su hombro se dejo ir, mientras ella trato de amortiguar su grito de placer en el brazo masculino.  No pudieron relajarse pues el timbre sonaba insistentemente, el se levanto de un brinco y tomando sus pantalones salio de la  cama, regreso y le beso los labios:
- no te muevas de aquí hermosa, que esto aun no termina!! - después de guiñarle un ojo salio del cuarto a ver quien diablos molestaba a esta hora.
  Isabel se levanto lentamente pues sus extremidades estaban demás de relajadas y camino hacia el cuarto de baño, hizo sus necesidades y se lavo la cara y los dientes ( riéndose pues hacia mucho que no lo hacia con sus dedos ) cuando salía del baño entro  Sebastian hecho un vendaval, su cara roja y alterado.
- vistete, tus padres están abajo -
- mis padres???? - grito Isabel - pero como???? - estaba atónita y no se  movía de su lugar - quien les dijo como llegar, como supieron en donde estaba?? -
- no lo se pero tu papa casi me mata con su mirada únicamente y tu madre - suspiro - ella es peor -
- lo se, tengo miedo -
- porque??? - se acerco a ella ya vestido y le abraso - vamos no estas sola estoy contigo, seras mi escudo y en caso de ser necesario te defiendo - rieron ambos.
Sebastian empujo a Isabel para que se vistiera, lo cual hizo como autómata, que diablos iba a hacer??? Sus padres eran cosa seria y debían estar furiosos, su padre debió  haber tomado unos días libres en su trabajo y su madre estaría enojadisima, porque no le hablo a su hermana??? Bueno lo hecho hecho estaba así que al toro por los cuernos.

En la sala sus padres y hermana estaban aun de pie observando todo, el señor tenia un rictus de coraje en el rostro y su madre de  pesar, cuando bajaron Isabel se sintió devastada al saber el daño que había hecho sin pensar, pues su arrebatada decisión arroyo a todos con ella, su hermana se lanzó a sus brazos y besando su mejilla le dijo:

- Estas en serios problemas loquilla, pero que macho niña - sonrieron y siguió el turno de su madre.
La señora solamente le abrasó y lloro, algo que casi nunca hacia parecía que no le soltaría nunca, pero tuvo que hacerlo debido al carraspeo de su  padre.

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