La tarde se tornaba fresca cuando Sakura llegó a la casa de Sasori. Se detuvo frente a una modesta casa de estilo moderno, situada en una tranquila calle residencial. La puerta de entrada era de madera oscura, con una gran ventana a un lado que dejaba ver una cortina blanca.
Sakura respiró hondo y tocó el timbre. Unos segundos después, la puerta se abrió revelando a Deidara, el amigo y compañero de casa de Sasori. Deidara era un joven alto y delgado, con una melena rubia que caía desordenadamente sobre sus hombros y un par de ojos azules llenos de vivacidad.
—¡Hola, Sakura! Pasa, Sasori está en la sala —dijo Deidara con una sonrisa amigable, apartándose para dejarla entrar, el chico llevaba una camicilla blanca y unos jeans desgastados.
Sakura entró y se maravilló al instante con el interior de la casa. Las paredes estaban decoradas con obras de arte contemporáneo, probablemente hechas por Sasori y Deidara, ambos conocidos por su talento artístico. La sala estaba amueblada con sofás cómodos y una mesa de centro de cristal, en una esquina, una estantería llena de libros y materiales de arte le daba un toque intelectual al ambiente. A ella le encanta conocer las casas de sus conocidos siempre hablan mucho de ellos.
—Es una casa muy bonita —comentó Sakura, mirando alrededor con interés.
—Gracias. Intentamos mantenerla lo más acogedora posible —respondió Deidara, guiándola hacia la sala donde Sasori la esperaba.
Sasori estaba sentado en un amplio sofá, rodeado de libros y cuadernos de notas. Cuando vio a Sakura, se levantó y le hizo un gesto para que se sentara a su lado.
—Hola, Sakura. Gracias por venir —dijo Sasori, con una voz suave pero firme, sus ojos miel mirando fijamente los de Sakura.
—Gracias a ti por invitarme —respondió Sakura, sentándose junto a él y sacando sus materiales de estudio de su mochila.
Deidara se sentó en un sillón cercano, observándolos con curiosidad.
—Entonces, ¿qué tema debemos cubrir hoy? —preguntó Sasori, abriendo su libro de historia.
—Tenemos que hacer un trabajo sobre las antiguas civilizaciones y su impacto en el arte moderno de Konoha—explicó Sakura, mostrando sus apuntes.
Mientras discutían los detalles del trabajo, Deidara los escuchaba con atención, añadiendo algún comentario ocasional.
—El arte de las civilizaciones antiguas es fascinante. La manera en que influyeron en el arte contemporáneo es increíble —comentó Deidara.
Sakura asintió, impresionada por el conocimiento de Deidara. Después de unos minutos, Deidara se levantó y se estiró.
—Bueno, chicos, los dejo. Tengo que hacer una diligencia. Volveré en un par de horas —dijo, guiñándoles un ojo. Sakura se sonroja cayendo en cuenta de que se quedaba sola con el pelirojo.
—Gracias, Deidara —dijo Sasori, observando cómo su amigo salía de la casa.
Una vez que quedaron solos, Sasori y Sakura retomaron su trabajo. La conversación fluyó de manera natural, y Sakura se dio cuenta de que, detrás de la seriedad de Sasori y sus bromas desinteresadas, había un joven apasionado por el arte y la historia. Sus comentarios eran siempre acertados y mostraban una profunda comprensión del tema.
—Sasori, me sorprende lo mucho que sabes sobre este tema. Es impresionante —dijo Sakura, admirada.
—Gracias. El arte siempre ha sido una parte importante de mi vida. Me gusta entender cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos —respondió Sasori, mirándola a los ojos.
Sakura se sintió cómoda en su presencia, y poco a poco, la tensión inicial desapareció. Continuaron trabajando juntos, intercambiando ideas y riéndose de vez en cuando por algún comentario divertido. La tarde pasó rápidamente, y Sakura se dio cuenta de que disfrutaba pasar tiempo con Sasori.
Finalmente, cuando terminaron el trabajo, Sakura miró el reloj y se sorprendió al ver lo tarde que era.
—¿Te apetece un refresco?- le ofreció Sasori a la vez que se colocaba de pie.
*Los jeans grises y su camiseta roja se le ven muy bien, tiene un cuerpo delgado pero musculoso* de distrajo por un segundo la chica.
—Sí-si, claro. Gracias.- logro responder la ojijade levantándose también.
Se dirigieron a la cocina, donde Sasori sacó dos refrescos de fresa de la nevera y le ofreció uno a Sakura. Se apoyaron en la encimera, disfrutando del momento de tranquilidad.
—Sakura —dijo Sasori, su voz ronca un poco más baja—, hay algo que quiero decirte...
—¿Qué es, Sasori? —preguntó ella, sintiendo un nudo de nervios en su estómago.
—Me encantas —confesó Sasori con una sonrisa de medio lado, sus ojos miel penetrantes fijándose en los labios de Sakura.
Sakura se quedó sin palabras con la boca abierta, mientras intentaba procesar lo que Sasori había dicho, una gota de refresco se deslizó por su labio inferior hasta su mentón. Sasori, con una mirada intensa, se inclinó hacia ella, coloco su mano izquierda sobre la cintura de la chica, su otra mano contra la encimera y procedió a lamer la gota de forma seductora desde su menton hasta el labio inferior de la ojijade, en este último punto se detuvo mientras la miraba a los ojos.
El corazón de Sakura latía con fuerza. Sentía el calor del cuerpo de Sasori tan cerca del suyo, y la intimidad del gesto la dejó sin aliento. Él se acercó aún más, acorralándola suavemente contra la encimera sus cuerpos casi rozándose.
—Sasori... —murmuró, sintiendo cómo su rostro se encendía de rubor.
Sasori observó cada detalle de ella. La blusa blanca que llevaba resaltaba sus pechos de tamaño mediano, y sus labios carnosos y provocadores lo invitaban a probarlos. Su cabello rosa caía a cada lado de su rostro, enmarcando su belleza de una manera que lo dejaba hipnotizado.
—Eres hermosa, Sakura —susurró, tomando un mechón de su cabello entre sus dedos y oliendo ese aroma embriagante a cerezos—. Pero quiero que entiendas algo.
Sakura lo miró, sus ojos verdes llenos de incertidumbre y emoción.
—¿Qué cosa? —preguntó, su voz apenas era un susurro.
Sasori esbozó una sonrisa ladeada, sus ojos brillando con determinación y diversión.
—Por hoy, te dejaré ir. Pero quiero que sepas que no me ando con juegos. Vas a ser mía, Sakura.
El corazón de Sakura se aceleró aún más, y la intensidad del momento la dejó sin palabras. Sasori soltó el mechón de cabello y se alejó un paso, permitiéndole respirar nuevamente.
Sakura, aún temblorosa por la experiencia, se quedó mirando a Sasori, sintiendo una mezcla de miedo y excitación. Sabía que sus palabras no eran una simple declaración, eran una promesa, una invitación a la experiencia más caótica y placentera de su vida. Y aunque el futuro era incierto, una parte de ella deseaba ver hasta dónde podía llegar él.
Con un último vistazo, Sakura se dio la vuelta y salió de la casa, dejándo al chico entre las sombras de la cocina. Ella con nuevos pensamientos calientes y el deseo creciente de entender más sobre el enigma que era Sasori.
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EL BAILE DEL CEREZO (¿sasosaku o Sasusaku?)
RomanceSakura Haruno, es hija única de una de las familias más ricas de Konoha, enfrenta un cambio radical en su vida justo un año antes de graduarse. Debido a compromisos laborales de sus padres, es enviada a vivir con la familia Uzumaki en la vibrante m...