No lo era

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Abrió los ojos.

Los sentía pesados, como si sus párpados se hubieran adherido entre sí.

Ardían.

Apenas podía distinguir formas borrosas en su habitación oscura.

Pronto se dio cuenta que respiraba por la boca y no por la nariz, puesto que ésta estaba totalmente tapada. Su cabeza dolía y sus manos temblaban un poco. Quizá se había quedado dormido sin cobijarse y ahora sentía el frío invadir su cuerpo.

-Mierda ... - su voz salió floja, sin vida, sin enojo, sin nada. Sólo una voz.

Buscó desesperadamente algo con qué cubrirse, y cuando sintió aquella cobija a sus pies, se tapó por completo formando un ovillo.

No pensaba en algo en concreto. Parecía perdido.

Pero eso no duró mucho, puesto que nuevamente sintió cómo su cuerpo temblaba en pequeños espasmos provocados por el llanto.

Estúpido llanto.

¿Qué no podría ya nunca dejar de llorar?

Llevaba una semana así. Casi sin comer, sin dormir, sintiendo cómo se hundía cada vez más y más sin oportunidad de salir nunca.

A veces, trataba de decirse a sí mismo palabras de aliento, motivadoras, palabras que le permitieran tomar fuerzas para levantarse y seguir. Pero no funcionaba.

Para su desgracia, muchas frases terminaban recordándole lo que quería enterrar en su memoria y pretender que nunca había existido.

¿Cómo había terminado siendo tan débil?
Siempre pensó que las personas que sufrían por otra eran estúpidas, que era fácil ignorar todo y continuar viviendo normalmente. Que nadie es más importante que uno mismo.

Pero ahora formaba parte de esos estúpidos. Ahora entendía todo a la perfección.

No puedes decidir qué sentir, qué olvidar, qué recordar, qué evitar, qué revivir, a quién amar.

Sólo se daba. Solo pasaba. Sólo llegaban a ti esos sentimientos creando un revoltijo mortal en el pecho.

Para Katsuki todo eso era peor que una herida física pues al menos ésta podía controlarla, tomar algo para calmar el dolor. Pero con eso que estaba viviendo, no había nada qué hacer. Sólo rogar que el tan famoso tiempo hiciera bien su trabajo.

-Katsuki...cariño... - la voz de su madre llegó a él por lo que trató de controlar los sollozos. Odiaba que su vieja lo escuchara de esa manera. Tan vulnerable. Tan lejos de como normalmente era.

Sin embargo, últimamente no sabía qué debía hacer y el hecho de contarle a su madre todo, se hacía cada vez más viable.

-Vieja... - tomando todas las fuerzas que le quedaban, fue a abrir un poco la puerta de su habitación, viendo a Mitsuki parada con el semblante preocupado y con una charola de comida caliente en sus manos.

Tan pronto como notó la acción por parte de su hijo, Mitsuki dejó todo en el suelo y se abalanzó contra él en un cálido y bello abrazo.

No podía creer lo que había visto. Su pequeño bastardo tenía los ojos totalmente hinchados y rojos, al igual que su nariz y orejas. Notaba el vacío en él, suplicando en silencio algo de consuelo y paz.

¿Qué había pasado?

Ella no dijo nada, esperaría a que Katsuki comenzara a hablar. Suponía que dejar su orgullo de esa forma le estaba costando demasiado así que solamente se limitó a acariciarle la espalda y no soltarlo por nada del mundo.

No lo era. [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora