Ivern parte 4

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Decidió llamarla Margarita por las flores que comenzaron a brotar de su cuerpo de piedra. Ahora, cada vez que Ivern está en peligro, Margarita acude rápidamente.

A veces se encuentra con comunidades de humanos, y algunas son más o menos pacíficas. La mayoría se referían a él como el Padre Arborescente, y contaban historias sobre su curiosa benevolencia. Pero a Ivern le perturbaba ver cómo tomaban más de lo que daban, lo crueles y humanos que podían llegar a ser, y al final se apartó de su lado.

Pero entonces la voz de su interior le habló por cuarta vez.

—Mostrar —dijo.

Ivern dejó los bosques y emprendió un viaje por aquel mundo lleno de humanos. Volvió a sentir la determinación del pasado, pero esta vez sin rastro alguno de malicia o crueldad. Esperaba que llegara el día en que pudiera compensar al mundo por todo lo que había tomado. Si iba a ser el nuevo Sauce Divino, tenía que cultivar humanidad, ayudarlos a que vieran, oyeran y crecieran. Él había sido humano y sabía lo difícil que eso iba a ser, pero sonrió y asumió el reto de conseguirlo antes de que el sol se pusiera por última vez. Tenía tiempo suficiente.

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