<<PRÓLOGO>>
Me encontraba en el invierno de mi vida, como decía la Señorita Castle. Mi psicóloga. No tenía interés en el día a día, había perdido el color del mundo y enfriado mi corazón. Mi familia hacía lo posible por levantar mi ánimo y sacarme alguna sonrisa, pero, mí único refugio para no sentir que el mundo seguía sin mí y caía por el acantilado del olvido y la desilusión, eran mis recuerdos, los cuales guardaba como algún amuleto sagrado.
Me veía a mí misma como una caja de Pandora, temiendo ser abierta y liberar mis poderes sobrenaturales sobre los demás.
Estaba sumergida en un trauma muy diferente al que la mayoría de los adolescentes vivía, sin la posibilidad de salir a superficie por un leve respiro, sin la posibilidad de entrar en la vida de otros y sin la posibilidad de amar; echada al mundo para vivir en la sombra de la absoluta soledad una y otra y otra vez. Pero, esta vez… haría la diferencia.