Jax parte 3

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Y parecía que sabía usarla. Jax le dio el visto bueno.

—Pareces un hombre que puede estar talando robles todo el día y seguir teniendo energía para una pelea de taberna —dijo Jax.

—No voy a malgastar saliva contigo, monstruo —replicó el guerrero, adoptando la misma actitud combativa que había tenido el resto. Jax suspiró, decepcionado por el hecho de que la derrota de los quince hombres anteriores no les hubiese enseñado nada.

—¿Monstruo? —exclamó, incorporándose con un movimiento fluido—. Podría mostrarte monstruos, pero me temo que no vivirías lo suficiente para contarle a nadie cómo es un auténtico monstruo.

Balanceó su farol para relajar los músculos de los hombros. No es que lo necesitase, pero llevaba peleando a ratos desde hacía cuatro horas, y puede que así hiciese creer a aquel hombre que tenía al menos una oportunidad de ganar este combate.

—¡Por Demacia! —gritó el espadachín y le atacó con el mismo golpe trillado y predecible que los otros. El hombre era lo bastante rápido y fuerte para blandir la espada con una sola mano. Jax se apartó, se agachó para esquivar el segundo golpe y bloqueó el tercero. Se lanzó hacia la protección del espadachín y le golpeó el lateral de su yelmo con el codo. El metal cedió y el hombre cayó sobre una rodilla con un rugido de dolor. Jax le concedió un momento para que el repiqueteo de su cabeza se detuviera. El hombre se quitó el yelmo y lo dejó caer en el puente.

La sangre se le apelmazaba en un lado de la cabeza. Jax estaba impresionado por cómo el hombre controlaba su furia. Los demacianos siempre habían sido unos obsesos de la disciplina, así que se alegraba de comprobar que nada había cambiado.

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