"—Valtiel mira quien viene ahí—. Me dijo Zepar tocando mi brazo.
—¿Qué hace aquí? ¿No lo habían desterrado de esta legión?—. Le respondí frunciendo el ceño.
—Yo escuché que tu padre esta buscando nuevos integrantes para su ejército, desde que decidiste dejar el liderazgo de esta legión tu padre ha estado entrenando a ese demonio—. Escuché de Gusion.
—¿Qué tiene de especial ese bastardo? Le voy a demostrar que no cualquiera puede tener ese puesto—. Dejé atrás Zepar y Gusion para encarar al principiante.
Cerca del lago de las almas aquel demonio se quedó sentado mientras recitaba palabras que no entendía en absoluto, al verme su expresión cambió a disgusto lo que me causo cierta molestia.
—Vaya, pero si es el nuevo perrito faldero del señor Astaroth—. Le dije mientras me acercaba a él.
—Como puedes decir eso de tu padre, él confiaba en ti y ahora te haz largado de tu puesto—. Se levantó para encararme.
—Oh joven aprendiz, para que puedas llegarme tan siquiera a los talones deberás de pasar un millón de años en el infierno y ni así lograrías alcanzarme—. Le respondí con enojo.
—Yo solo veo tu huida del liderazgo como una forma de temor, hubieras llevado a esta legión al fracaso y para tu información mi nombre es Aamon—. Mostró firmeza con su respuesta.
—Maldito desterrado, te mostraré de lo que soy capaz—. Lo reté con la mirada.
—Esta bien pero ¿Qué tal si me lo muestras después de un millón de años?—. Sonrió irónicamente para luego lanzarme un trozo de madera.
—Yo, el demonio Aamon te condeno a ti Valtiel a pasar tu eternidad en este tablero hasta final de los tiempos—. Recitó con odio.
—¡Como te atreves maldito! ¡Mi padre sabrá de esto!—. Lo amenacé.
—Para tu padre tú ya no existes—. Dijo antes de que viera todo negro."
Me desperté en medio de la noche con el sudor corriendo por mi rostro, había vuelto a tener ese sueño; la última vez que estuve en el infierno antes de que Aamon me encerrara en el tablero. Llevaba cerca de 3 días afuera desde que esa mañana me fui de casa de Jace, sentía la necesidad de regresar pero el simple hecho de recordar sus palabras de Jace esa mañana me molestaban bastante y más sabiendo que estaba mintiendo.Los días se me hacían eternos pues todo el tiempo quería estar acostado en el parque siendo invisible para todos, estaba comprendiendo el significado de la palabra depresión.
Un día antes de ir a la casa de Jace fui al mismo bar al cual había ido anteriormente con Cosette, tomaba cerveza tras cerveza sin importarme las consecuencias que eso conllevaría además de que no tenía efectivo con el cual pagar. Fui al baño para orinar por todo lo que había bebido, toqué mis labios con las yemas de mi mano izquierda para recordar la sensación de esa noche con Jace e incluso me comenzaba a poner duro solo de imaginar lo que hubiese ocurrido si esa noche no me hubiera detenido. Ignoré los pensamientos pervertidos y regresé a la barra pero fui interrumpido por el señor que atendía la barra.
—Señor estamos por cerrar ¿Podría retirarse?—. Me pidió amablemente.
—¿Qué? Apenas son las 9:00—. Dije con un tono de voz extraño, ya me sentía ebrio.
—Señor están por dar las 12:00, también le recuerdo que ésta es su cuenta—. Me extendió una hoja.
La suma de todos mis tragos daba un total de $ 500 , sin saber como pagar me levanté de la barra y dormí al hombre para luego salir. Deambulaba por las calles rumbo a la casa de Jace pues ya había reflexionado lo suficiente para aceptar sus decisiones de decirme o no la verdad , lo único que quería era protegerlo. Tras pasar un callejón vi a un trió de hombres no mayores a los 40 que al mirarme susurraron algo para después seguirme, sentía sus presencias detrás mio.
—Oye muchacho, esta calle esta prohibida;si quieres pasar tendrás que pagarnos—. Dijo el de en medio.
—Déjenme tranquilo trozos de mierda, debo de llegar a casa—. Les contesté sin importancia.
Los tres rieron entre ellos, el que me había hablado sacó de su pantalón una navaja de bolsillo; estaban dispuestos a robarme pero solo estaban cometiendo un error. Me giré para enfrentarlos pero sentí un puñetazo tan pronto lo hice, debido a estado lo único que podía hacer era cubrirme de los golpes.
—Sí nos das todo lo que tienes te dejaremos tranquilo—. Dijo uno de ellos.
—V-Vale vale, déjenme darles todo lo que tengo—. Les respondí aparentando piedad.
Tan solo me dejaron de golpear aproveché para lanzarlos 4 metros del suelo solo con un gesto con mi mano, los tres se limitaron a levantarse y huir desesperadamente. Suspiré profundo y seguí mi trayecto tambaleándome un poco, caminé por más de 5 horas ya que estaba perdido;los efectos del alcohol apenas se me estaban pasando. Me senté en una banca para despejar mi mente y descansar, el dolor de mi cabeza y las ganas que tenía de beber agua no dejaban de provocarme gruñidos de molestia.
Sabía con quien quería estar pero aun así seguía dudando de mis sentimientos hacia el humano que me había hecho llorar con anterioridad, pasó la tarde y seguido la noche; me encontraba a unas cuadras de la casa de mi querido Jace. Vi a lo lejos como el vecino se iba de la casa con aires de arrepentimiento y tristeza, tal vez porque Jace lo había rechazado pero no quería pensar en ello, solo quería llegar a casa.
El aroma al hogar en el que vivía me resultó satisfactorio, fui a la cocina por un vaso de agua y una aspirina que yacían en un cajón de la misma. Fui a la sala para sentarme pero escuché unos pasos bajando las escaleras, era Jace con una mirada de temor que al verme fue olvidada. Me había preguntado por golpes en mi rostro que aun no sanaba de aquella noche, a pesar de haber estado afuera casi una semana todo se sentía igual, incluso mi corazón se estaba reconfortando nuevamente al ver a Jace sonreír.
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En las garras del demonio (EDITANDO)
RomanceJace, un simple estudiante universitario, se ha visto envuelto en la tarea de lidiar y convivir con un demonio encantador , luego de haberlo invocado una noche por una extraña ouija, poco a poco se darán cuanta que no era lo que esperaban... (No com...