Una semana más tarde de enterarme del paradero de la madre de Wyatt me estoy planteando si esperar para decírselo. Es una noticia demasiado buena y a la vez mala para que, al decírselo, él se quede tranquilo. No quiero que se ponga nervioso. Se que puede sonar grosero, pero no quiero que se preocupe por su madre ahora. Nuestra búsqueda suena ridículo al lado de su enfermedad.
Jane va pegada a mi lado. Desde lo que dijo Ben que se está planteando dejar el instituto. Siempre ha tenido miedo. Su pasado no se conoce por ser el más dulce, ni feliz. Antes vivía en Orlando, tenía un grupo de amigos y era una chica atrevida, capaz de hacer de todo y más, no le importaba lo que los demás pensasen de ella. Cuesta de creer pero lo era.
Un día normal, como los otros, dos chicas entraron en su instituto. Eran nuevas. Lo extraño fue que se matricularon en la mitad del curso. Su mirada era gélida, su andar era altanero, parecían demasiado peligrosas, todos pensaban que era mejor no acercarse a ellas. Todos menos Jane. Ella era la atrevida ¿recordáis?
Se acercó y les habló. Así de fácil. Se sentó con ellas, día tras día. Empezaron a hacerse amigas, cada día una tenia más confianza en la otra y en la otra. Las gemelas empezaron a salir con Jane y su grupo. Iban a fiestas y salían por las tardes. Todo iba maravillosamente bien hasta que una noche salieron de fiesta. Las gemelas se emborracharon, Jane las vigilaba como una buena amiga. En un momento dado Jane las perdió de vista por bailar con un chico. Se distrajo e inmediatamente, cuando se acabó la canción, fue a buscarlas. Escenas vergonzosas le pasaban por la cabeza a toda pastilla. No quería que ellas mismas se pusieran en ridículo. Las buscó por toda la casa, habitaciones, cocina,... hasta que las encontró en la calle. Al lado de la casa había un callejón. Las dos estaban mirándose, jadeando por falta de aire. La cara de una de ellas tenía manchas rojas. La otra llevaba un cuchillo en la mano, de la hoja goteaba sangre. Jane gritó, estaba aterrorizada de ver al hombre inerte en el suelo. Una mancha de sangre se extendía por su camisa. Las gemelas la miraron, sus ojos no transmitían nada. Ni culpabilidad, ni desesperación, ni...nada. Jane llamó a sus padres y se fue a casa. No les dijo que es lo que había pasado ni visto. No quería delatarlas. Por seguridad. Se quedó en casa, con la excusa de que había roto con su novio. Sus padres se lo tragaron.
Días más tarde salió en las noticias la muerte de dos hermanas gemelas con un disparo a cada una en medio de las cejas. Dos meses más tarde se cambió de país y se vino a vivir aquí. Se lo contó a sus padres nada más saber la grave noticia. Fue a un psicólogo y se fue recuperando poco a poco, pero a veces sigue teniendo miedo. Sabe que las gemelas eran perseguidas por alguien y no quiere que sea el turno de ella con Ben.
Ben es un chico que puede dar miedo a veces, bueno, eso si sabes que tiene otra faceta. Los que conocen al real Ben, como Jane y yo, deberían mantenerse alejados de él.
Pero como no soy otra más, no soy una chica normal, me acercare tanto como pueda.
Jax lanza su chaqueta encima de mi cama y se sienta en frente del ordenador. Hago lo mismo y apago el móvil para que no hayan distracciones.
-Dije que no es muy definido. Solo ten en cuenta que es lo que tengo y no puedo obtener más.
Me encojo de hombros y asiento. Aun así ha hecho bastante, le estoy agradecida, le estamos agradecidos, Wyatt y yo.
Teclea con esmero y en la pantalla aparece un mapa. Una flecha roja apunta en un punto en concreto. Lo que me había dicho.
España.
-Es lo mas lejos que puedo llegar, lo siento.
-Esta bien, es suficiente. Ya la encontraremos.
-Estoy seguro de que si.
-Además, ahora Wyatt está enfermo, así que...- respondo con un susurro.
Se levanta y pasea por la habitación. Se para delante de una estantería y coge la foto enmarcada de Wyatt y yo a principio de primero. La secundaria era una cosa tan diferente y nueva que estábamos emocionados por empezar. Estábamos radiantes, eso hace que las comisuras de mis labios se eleven involuntariamente. Yo tenía los ojos brillantes, estaba mirando directamente a la cámara, mi cuerpo ligeramente se curvaba hacia delante y me sujetaba del brazo de Wyatt. Él me miraba fijamente, un atisbo de sonrisa se notaba, allí, imperceptible. El viejo Wyatt, más bajo, menos voluminoso, más alegre, más feliz. Siempre me ha gustado esta foto. Amo esta foto.
-¿Os conocéis desde pequeños?- dice mientras me acerco a él.
-Exacto.- noto que hemos cambiado, no somos los mismos, quiero que las cosas vuelvan a ser como antes.- Nuestros padres eran amigos desde el instituto.
-¿Y ahora?
-No, ya no.
No pregunta que pasó. Tampoco le escondería la verdad. La verdad es que Nicholas hizo lo mismo que su hijo conmigo. Solo se dejaron de hablar.
Jax me mira y luego a la foto.
-¿Nunca te has planteado que quizás le gustases?
Mi silencio lo dice todo. Imágenes interfieren en mi mente como fogonazos. Él besándome, yo devolviéndole el beso y luego llegó mi pánico. Salí corriendo y ya no hablamos más sobre el tema. Nunca salió.
-Gracias.- le digo de repente.
Me observa con el ceño fruncido.
-¿Por qué?
-Por ayudarnos, de verdad, nos has avanzado una gran parte del trabajo.
-No ha sido mucho- observa la foto.- pero de nada.
Deja la foto en su sitio, al lado de otra, pero esta vez estamos Josh y yo medio abrazados. Se la mira y por cada segundo que pasa sus cejas se arrugan más.
-¿Qué?
Mi tono de voz es mordaz, fuerte. Una ligera sospecha de lo que dirá me hace retroceder. No es de su incumbencia ni de la de nadie. ¿Por qué tantas preguntas personales? ¿Qué és esto, el interrogatorio de mi padre? Estoy harta de que las personas se metan en mi vida.
-Él no es el indicado, y lo sabes mejor que yo.
Mi cabeza bulle y mi palma viaja a la velocidad de la luz hacia su mejilla. El sonido cortante rompe el silencio en mi habitación. Su mejilla roja me saluda y hasta me siento orgullosa de su cara de dolor.
Le acerco la chaqueta y la coge con suavidad. Abre la boca, pero al mirarme la cierra y asiente.
-Lo siento
-Si, yo también.- mi tono no le deja discutírmelo y se va.
"Él no es el indicado"
Lo es ahora, hoy, mañana y hasta donde nosotros queramos, pero es verdad. Él nunca fue el indicado. Le quiero, lo amo, pero nunca podrá estar a la altura en lo que respecta al amor a Wyatt.
Estaba tan enamorada de él.
Lo podría querer otra vez.
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Buscando En Las Estrellas.
Teen FictionWyatt no siempre fue un chico complicado, ni negativo, ni cerrado en si mismo. Su madre desapareció, los abandonó a su suerte, a su padre y a él. A partir de entonces todo cambió; las sonrisas desaparecieron, la alegría se apagó, la relación padre-h...