II

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Corría el año 1960, una época de grandes fiestas de ricos, que contrastaban con las grandes penurias de los pobres. En ese tiempo la mujer poco tenía que decir, servía de adorno para el marido como cualquier otro de sus complementos. No recibían el mérito de nada. Y si hacia o decía algo digno de alabanza, era al marido al que felicitaban, como si ella de una mascota se tratara.

Además, a las solteras se les veía con malos ojos. Quizás por eso a Liane le parecía que la gente le miraba raro, o a lo mejor era el hecho de que iba del brazo de uno de los hombres más temidos y a la vez más deseados. Sea como fuere, se sentía fuera de lugar. Gente desconocida se le acercaba y le peguntaba su opinión sobre diversos temas de sociedad. Liane intentaba que no se le notara su baja cuna así que se las apañó diciendo cosas y a la vez no diciendo nada.

A Mario parecía divertirle el hecho de que Liane lo estuviera pasando mal. Pero al cabo del tiempo la gente fue perdiendo el interés en ella.

Fue en el momento en el que ya estaba acabando la velada, cuando Mario se le acercó, con media sonrisa en los labios, y le preguntó con voz dulce:

-¿Te estás divirtiendo?

Ella con todo el descaro posible asintió con la cabeza, sin hablarle y sin apartar los ojos de él, retándole.

-Muy bien. - dijo él mientras le tendía la mano.

Ella nunca entendió porque se la tomó , y fue algo de lo que se arrepintió toda su vida y lo que marcó su futuro a partir de ese momento. En las terribles e interminables horas de su futuro cautiverio cavilaba sobre aquel momento más que sobre otro cualquiera, pensando si habría sido capaz de evitarlo.

El caso es que Mario la arrastró hasta el medio de la sala, donde parejas bailaban, giraban, subían, bajaban, volaban... Liane se mareo, los movimientos que discurrían a su alrededor ocupaban un momento infinito en su memoria y, a la vez, milésimas de segundo. Se mareo y olvidó quien era, que hacía, donde estaba. Mario estaba ante ella y se disponía a bailar.

- No - exclamó ella-No

No quería bailar, eso le traía sensaciones pasadas, tan lejanas, tan suyas, que innumerable veces se las habría arrancado.

No lo resistió más y, ante la sorprendida mirada de Mario, dio media vuelta y se fue.

Mario sonrió. Ella no lo sabía, pero había descubierto muchas cosas. Había visto el dolor en sus ojos.

Se metió la mano en el bolsillo y acaricio el lomo de un pequeño cuaderno.

La chica era perfecta para el plan que le habían ordenado cumplir, y ella era la pieza clave.

∞∞

Se que es corto, pero espero que te guste. Acuérdate de comentar, gracias :))

Las fases de VenusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora