CAPÍTULO 44: LONDRES

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POV ANASTASIA

Tomamos tierra en el aeropuerto de Heathrow, en Londres. Mi padre se estira al pie del jet de mi abuela y se gira par ver por qué demoro tanto en salir.

-Solo un minuto, papá...- le digo desde mi asiento y doy un suspiro.

Me doy cuenta al escuchar al capitán hablar, que de verdad salí del país para irme a esconder a un lugar apartado, del que solo saben mi padre, mi madre, mi padrastro y mi abuela; solo para poder meditar sobre Christian y yo.

-Vamos, Ana. El que no salgas del avión no va a cambiar nada. Estamos en Londres.
-Lo sé, solo necesito...
-Hija, vamos- me interrumpe. Sabe qué no hay justificación para lo que hice.

Me tiende la mano. Tal y como cuando era pequeña y caía de la bicicleta.

Me desabrocho el cinturón y por fin me armo de valor.

¿Cuánto valor necesité para algo tan simple como levantarme de un asiento de un jet?

Mucho, todo el que mi menuda humanidad pueda contener para enfrentar el hecho de que huí de casa por qué tenía el corazón destrozado, y a la vez, también destrozé el corazón del único hombre que he amado.

Bajo del jet, miro el hangar. Tan diferente y a la vez tan idéntico a otros que he visto. Suspiro y me acerco al auto que nos espera.

-Hola, Raymond, Anastasia- nos saluda un tipo que está junto al auto.

Lo miro con atención. Es caucásico, aproximadamente tiene cuarenta años, es físicamente atractivo, pero tiene un tipo de personalidad que no me llama la atención.

-Hola, John- le saluda mi padre y estrecha su mano.
-¿Qué tal el viaje?- pregunta. 
-Sin comentarios- respondo yo y me giro mirando hacia el exterior del hangar.
-Ok... Vamos al departamento de Ofelia. Ya ahí le llaman.

Seguimos a "John" que sigo sin entender quién es y qué tiene que ver con mi abuela. Bien podría ser su hijo, pero no lo sé. Aunque creo que se parece a mí abuelo...

Subimos al auto y en silencio seguimos el recorrido al departamento de mi abuela, aún cuando no tengo la más remota idea de dónde es.

Tras cuarenta minutos llegamos a un edificio de departamentos en St. Katharine's Way y entramos a un sótano.

Subimos por el ascensor, que es muy rústico hasta el último piso, de ahí, recorremos un pasillo, y justo al final, está una puerta doble de madera oscura, John se acerca y mi padre le tiende un juego de llaves.

-Bienvenidos. Este departamento ya está listo para que lo utilicen. El auto lo pueden utilizar cuando gusten. Tengo entendido que tienes que cursar un seminario en la Universidad de Londres. Ya tiene el GPS programado para que te lleve. Cualquier lugar al que quieras llegar, ese cacharro, te servirá.
-Gracias, John... Y perdón por las molestias- le dice mi papá y lo acompaña a la puerta de una de las habitaciones.
-No es ninguna molestia, Ray. Ofelia me ha dado todo. Lo menos que puedo hacer, es dejarlos instalados antes de volver a Seattle con Rhian.
-¿Todo bien?
-Si. Solo tuve que venir por unos documentos que necesitaba para tramitar mi green card.

Nos muestra el departamento y la conversación que tuvo mi padre con él me deja más confundida, aunque si mi papá lo conoce, y confía en él, debo hacer lo mismo.

-Los dejo. Voy a vigilar que tengan listo el jet para volver a Seattle. Y de nuevo, Bienvenidos- nos dice John al terminar de mostrarnos el sitio y se retira.

Miro la preciosa vista hacia el puente de la Torre y el río Támesis, y trato de relajarme.

Mi padre se acerca tras de mí y me ofrece una tasa de té Twinnings English   Breakfast.

TE QUIERO SOLO A TÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora