Il mio amore

♡ Due ♡

Olivia que llevaba por segundo nombre Michela en honor a su padre, abuelo y bisabuelo llamados Michel, respetaba la tradición familiar pero detestaba que la llamaran así, algo que su padre nunca entendería porque nunca desaprovechada la oportunidad de llamarla así, se convertiría en chiste local entre sus amigos.

Camilo abrió el enorme portón de madera para que la joven entrara.

-Gracias Camilo –le grito mientras entraba. Camilo es un empleado de confianza en la villa, se conocían desde hace tiempo y lo consideraban parte de la familia. Él era el "hacelotodo" entre sus tareas estaba ser el chofer de la familia, conseguir los víveres, cuidar el jardín y dar manteamiento a la piscina y la enorme casa de campo, solo por mencionar algunas. La castaña dejo caer la bicicleta color rojo y corrió hacia la casa por la enorme cocina rustica.

-Corazón, ¿A dónde vas tan apresurada? –esa era la voz de Gina, la ama de llaves.

-Hola Gina, tengo que hacer algo –la dulce ama de llaves le sirvió un vaso de limonada recién preparada, Frani lo bebió con gusto el largo trayecto le había cansado, amaba el verano porque era la temporada perfecta para el recibimiento de las frutas que darían los arboles de la villa, termino de beber su vaso y subió corriendo los escalones hasta el sótano.

Cuando la chica era pequeña solía aterrarle ese oscuro y frio lugar, ahora le parecía el lugar más seguro para llorar y gritar. Al terminar de subir todos los escalones lo primero que visualizo fue la soga que había atado a la enorme viga de madera. Acaso este era su final. Miro con miedo y fascinación el objeto que acabaría con su vida.

Tomo un banquillo que se encontraba entre las antigüedades que resguardaba el sótano, subió al banquillo un poco viejo por el paso del tiempo, tan decidida como la vez que decidió encarar a Fabrizio, un joven 4 años mayor que ella, humillación y engaño fueron los sabores de ese día. Paso la soga por su frágil cuello y cuando estuvo lista empujo el banquillo lejos de sus pies. Así sin decir últimas palabras ni un último pensamiento feliz, así es la vida. Desgraciadamente para nuestra chica la soga era bastante vieja para soportar su peso y antes de que dejara marca sobre su cuello se rompió, dejándola caer de culo al suelo.

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