La pena de Dioses

330 29 3
                                    

Narra Eros.

Ella estaba ahí desangrándose, nada más me importaba, Zeus estaba a mis espaldas, miré a Apolo y él entendió,  puso una mano en la herida de Maya y la curó, ella era humana,  no era tan difícil para Apolo curarla y a mí no me importaba ir por su alma al mismo infierno si era necesario para que estuviera bien.

La ví respirar y como su piel volvía a su color normal, sus latidos estaban de nuevo ahí,  fuertes y precisos.

Nada más importaba.

Me di la vuelta con la cara en alto,  Zeus estaba ahí,  se había dado cuenta, pero no estaba solo,  no me importaba Zeus pero a su lado estaba ella,  lo sabía, me había descubierto, Afrodita.

- Has traído a una humana al Olimpo,  aún y cuando su alma no es digan, sabes ya las consecuencias, has puesto en juego tu divinidad hijo de Gea-

Y sin darme cuenta habían puesto grandes grilletes en mis alas,  no podía moverme.

- Me encargaré yo de la humana- Afrodita caminó hasta Maya que aún estaba dormida, traté de impedirlo pero no podía avanzar.

- No la toques! - grité pero ella no me escuchó,  solo sonrió ya tenía lo que quería.

- Basta!  Zeus,  puedes matarme hazme a mí el peor castigo pero déjala a ella,  regresarle su vida, ella es pura-

- Afrodita se encargará de su camino a la tierra-

- No,  no,  la matará- grité colérico mirando a todos los dioses que estaba ahí,  trataba de moverme los grilletes empezaban a rasgar mis alas pero el dolor no me importaba.

- Tus falsas acusaciones solo empeoran tu caso Eros, tu pecado está hecho, tu condena se dará en presencia del Olimpo completo-

- Zeus,  escuchame!! A Maya déjala en la tierra,  ella necesita estar a salvo,  déjala viva, Zeus!!! - y cuando terminé de gritar su nombre él lanzo un rayo y con eso todo se volvió negro para mí,  lo último que recuerdo fue ver Afrodita frente a Maya y yo sin poder hacer nada.

Narra Maya

Abrí los ojos sin saber donde me encontraba, traté de levantar mi cuerpo pero no podía.

- Hola cariño,  no intentes moverte, que puesto un hechizo para que tu cuerpo no responda tus propios mandatos-
Aquella diosa era hermosa,  y por ello sabía quien era

-Afrodita- murmuré con la garganta seca

- Hola Maya, no sabes lo mucho que te he esperado- la miré raro,  ella sabía mi nombre pero cómo?

- Dónde está Eros? -

- Debe de estar en sus aposentos con un par de diosas, si sabes a lo que me refiero,  al parecer estas un poco pérdida, dejame aclarar tu panorama un poco, Le pagué a Eros para que te trajera hasta aquí-

- Cómo? -

- Cada 100 años nace una humana con una belleza envidiable,  única, incluso más que la mía y eso no puede ser, Gea me puso ese castigo hace años por una travesura que hice, y a mi no me pareció, así que por los últimos años me he encargado de eliminar a todas y cada una de ellas, tú mi querida niña has sido la más difícil de encontrar, no pude bajar a la tierra a buscarte y Eros si,  le pagué y enos aquí- Afrodita sacó una pequeña cuchilla

- Mientes! - grité con lágrimas en los ojos.

- Yo sé que te trajo con engaños cariño al parecer le gusta jugar pero es el Dios de amor, no creerías que alguien como él amara a tan poca cosa como tú - no era cierto, no era cierto.

- Prometo hacer tu muerte rápida-
Ella se acercó, traté de luchar pero mi cuerpo no respondía, ella posó sus frías manos sobre mi garganta y apretó,  trataba de luchar, estaba mareada, trataba de jalar aire pero era imposible.

- Morirás,  no te reistas- no podía hacer nada

- Él nunca te quiso,  jugó contigo- sentía que iba a morir en cualquier segundo pero cuando dijo eso algo se apoderó de mi y en un segundo las paredes se movieron,  el Olimpo estaba temblando.

- Por todos los dioses- murmuró Afrodita viéndome con horror.

- Cómo haces eso? - preguntó Afrodita mientras retrocedía

- No fue ella,  fui yo- y de la nada Afrodita callo al suelo dejándome Ver una sombra,  la sombra se acercó hasta mí y con posar su mano en mi frente me liberó.

- Gracias- agradecí mientras volvía a respirar normal, ví su cara pero no la reconocí, claro que todos los dioses eran diferentes a todas las pinturas o imagenes en la tierra pero cada Dios tenía algo para distinguirse pero aquella mujer lucia muy normal para mí.

- Debemos apresurarnos,  no hay tiempo de presentaciones- la ví salir de la habitación en la que nos encontrábamos y no pude evitar seguirla aún y cuando el cuerpo de Afrodita seguía tirado en el suelo.

- Apresurarnos para qué! - grité pues me llevaba mucha ventaja, corría demasiado rápido y el cansancio se estaba encargando de mi mortal cuerpo.

- Él está vuelto loco! - corrí más rápido y la ví parar frente a unas inmensas puertas hechas de hierro, el Olimpo no tenían puertas o por lo menos no muchas, todo era pilares pero aquella inmensa puerta se veía grande y pesada como si quisieran evitar la salida de lo que estuviera dentro.

- Qué hay ahí dentro? - me atreví a preguntar

- Por favor pasa,  no hay peligro alguno para ti- la mujer abrió la puerta y solo así se pudieron escuchar gritos de agonía,  retrocedí pero al escuchar mejor entré con prisa,  reconocí de parte de quien eran.

- Eros! - grité, con lágrimas en los ojos,  estaba arrodillado,  sus grandes alas estaban siendo maltratadas, parecía que le habían enterrado un gran alambre sobre ellas sujetas a la pared y los brazos de Eros estaban en la misma situación, alzó su cabeza al oir mi grito y no pude evitar correr hacia él.

- Dioses,  estás viva! - ví su acción de querer en volverme en sus brazos pero solo ocasionó más dolor.

- Tranquilo,  estoy bien, no te lastimes más, tengo que sacarte de aquí-

-Huiste de Afrodita- afirmó

- Alguien me ayudó,  no he sabido quien era, pero tenía cierto parecido a ti, casi estoy segura que como una hermana-
Ví una pequeña sonrisa en Eros

- Era un Cupido, no hago mi trabajo solo siempre tengo pequeños guardianes encargados que me ayudan,  al parecer uno de ellos te ha encontrado-

- Cómo Ángeles? -

- Algo así, qué te ha dicho Afrodita, ? -

- Qué eras un mentiroso,  que me habías traído con engaños para ella, para que me pudiera matar,  no he creído nada de sus palabras,  descuida,  creo completamente en ti- susurro tocando su mejilla, el me miró un momento a los ojos y negó.

- Tengo que confesarte algo Maya... -

Amor Escrito en Griego (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora