Capítulo 11. ¡No, Vegeta!

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     He devuelto a los roedores a su lugar. Salgo del laboratorio y me dirijo a decanato para hablar con la directora de la facultad. Llamo a la puerta y enseguida me indican que pase adelante.

―Disculpe, señora decano. Me encuentro aquí debido a lo sucedió en el laboratorio. Pienso que fue un sabotaje el que hayan roto los precintos de las jaulas.

―Señorita Briefs, usted más que nadie debe estar atenta al laboratorio en su debido horario. ―dice algo ocupada hojeando unas carpetas.

―Sí, y lo lamento, se me presento un inconveniente y debí salir. Por favor, le pido que verifiquen las cámaras de seguridad para ver que ocurrió. ―le suplico.

―Bueno, denos tiempo para ello, en cuanto tengamos información le estaremos comunicando. ―manifiesta a la vez que mueve unos documentos de un lado a otro.

―Muchas gracias y nuevamente disculpe por el inconveniente presentado. ―agrego retirándome a mi siguiente clase.

(...)

Son las 3:00 p.m. y voy de salida. Vegeta viene justo caminando por el pasillo. No pretendo prestarle atención. De pronto sentí como me toma por el brazo y me acerca a él.

―¿Qué sucede contigo? ―susurra con esa mirada y el ceño fruncido.

―Suéltame, no vuelvas a tocarme de esa forma. ―digo fulminándolo con la mirada.

―Creo que merezco una explicación de lo que te sucede ¿no crees? ― me aprieta más fuerte el brazo.

―Para qué, si ya lo sabes. Mientras te comportas tierno conmigo... ―hago silencio, y miro hacia otro lado. Estuve a punto de decirle que se folla a otra.

«Calma Bulma, no eres quien para decirle eso. Que se folle a la que quiera»

Me zafo de su brazo y voy camino al estacionamiento. Él me sigue. Mientras subo a mi auto y estamos discutiendo se acercan cuatro hombres armados.

―¡No se muevan! ― dice uno de ellos mientras nos apuntan. ―¡Suban atrás!

¿Qué ocurre? El mundo se me detiene. Estamos en grave peligro.

―¿Esto es plan tuyo, Vegeta? ―le pregunto mirando como a él lo apuntan en la cabeza.

―¿Crees que es plan mío? ―responde detallando cada movimiento de los hombres.

―¡Guarden silencio! ― ¡Qué demonios esperan súbanlos al auto! ―grita uno de ellos.

Vegeta da media vuelta y de un movimiento rápido le quita el arma al que lo apunta. Comienza a golpearlo.

―¡NO! ―grito desesperada ―¡Vegeta no lo hagas!

Uno de ellos me da una bofetada y siento un dolor intenso que me quema el rostro. ―paso mi mano por los labios y estoy sangrando.

―¡MALDITO, NO LA TOQUES! ―exclama Vegeta a la vez que le da una patada a mi agresor, pero se descuida y es golpeado por otro en la cerviz.

―¡NO, VEGETA! ―exclamo.

Me suben al auto y a él lo suben a mi lado algo inconsciente por el golpe. Su cabeza reposa en mi hombro. Dos de los hombres se sientan a nuestro lado. Estoy muy asustada, no sé qué quieren. Uno de ellos habla; parece ser el líder.

―Vamos a llevarlos al lugar de siempre. Procuren que mantengan la cabeza baja sin mirar.

―Pero jefe, matemos a esta basura que me golpeó. Es una amenaza.

―A la mujer podemos tenerla para entretenernos mientras pagan la fianza.

―¿Qué quieren ustedes? no nos hagan daño ―suplico angustiada.

―¡Cállate! Eres una de las hijas del hombre más millonario de la ciudad ¿Qué supones? ―dice uno de los hombres.

Maldigo este momento. De pronto, Vegeta acerca sus labios a mi oreja despacio, está reaccionando. Me dice algo en silencio.

―No temas, saldremos de esto ―susurra haciéndose el inconsciente.

Llegamos a un lugar, entramos a lo que parece ser una casa, no puedo levantar la cabeza. A Vegeta lo desvían a una habitación y a mí a otra. Me encierran en un lugar sucio, amarrada a una silla. Comienzo a llorar desesperada y mi agresor vuelve a abofetearme.

―Tranquila mi amor que ahora te daré lo tuyo para que no sigas llorando. ―decía tocando mi rostro ―¡Ah! Se me olvidaba decirte que tu chico no tendrá mejor surte. El jefe lo matará en un rato.

―¡No! ―intentaba alejarme de sus asquerosos besos.

Yo solo volteaba mi rostro. Vegeta, no, no. Intentaba zafarme pero me ataron muy fuerte. El hombre me toma por el brazo y me tumba a un colchón mugre. Yo doy patadas y me toma las piernas y comienza a desabrochar mi pantalón y lo baja, él se desabotona el suyo, quiere abusar de mí. Y pronto escucho un disparo.

―¡NO, VEGETA...! ―grito con desesperación.

―¡Cállate! ―me abofetea de nuevo. ―a tu noviecito lo mataron.

―¡Bulma! ¿Dónde estás? ―lo escucho hablar.

―¡Vegeta, ayúdame!― intento zafarme pero el hombre no me suelta.

Le da una patada a la puerta y la quiebra en dos. Entra apresurado y toma por sorpresa al sujeto y lo observa.

―Maldita basura, te voy a matar. ―lo toma por la espalda y comienza a golpearlo de diferentes formas hasta dejarlo tendido en el suelo.

Está sudando y tiene una herida en la sien, tal parece que lo golpearon.

―Te voy a soltar, mi niña. Tranquila ―habla rápido mientras desata las sogas de mis muñecas.

―Escuche un disparo ¿Qué pasó? ―pregunto subiendo mi jean un poco temblorosa.

―Mate a uno de esos insectos. ―responde.

―Debemos irnos, deben estar por llegar los demás ―me toma de la mano y salimos despacio cuidando de que alguien llegue y nos vea escapar.

Escapamos por la parte trasera saltando algunos muros. De pronto escuchamos unas voces:

―¡Han escapado! Búsquenlos, no deben estar lejos.

―Vamos, Bulma. ¡Apresúrate! ―corremos tomados de la mano ―Nos deben estar siguiendo ―dice agitado.

Desembocamos a una vía luego de tanto correr, cruzamos a través de ella y seguimos corriendo.

―Vegeta, espera. ―digo jadeante.

―No, Bulma. Sigue corriendo, vamos. ―me lleva arrastras de la mano.

―Espera, espera... ―se detiene y me mira.

Comienzo a llorar y lo abrazo fuertemente, el corresponde a mi abrazo. Al alejarme no soporto más y le doy un beso lleno de intensidad. Introduzco mi lengua en su boca y eso hace que se me erice la piel. Él me apoya rápidamente al pie de un árbol que está justo detrás. Nuestros besos se intensifican, estamos sudados de tanto correr y jadeantes. No sé qué va a pasar de aquí en adelante, sólo quiero corresponderle. 

Un Amor Inesperado en InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora