capitulo 1.

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No hay sensación más deprimente que la que te deja un hospital, saber y sentir que eres un inútil acostado en una camilla, tan solo esperando que los días pasen rápido y que llegue el día en que te den de alta o te vallas de este mundo, ese era el pensamiento con el Asher se despertaba cada mañana, vivía el resto del día y se acostaba cada noche, siempre contando los días para que por fin lo den de alta.

el fuerte sonido de la puerta abriéndose lo sacaba a diario de sus pensamientos —joven de la Vega, el padre Medina viene a verlo— la enfermera entro con una sonrisa de oreja a oreja, por el otro lado venía el padre medina, un hombre alto de piel bronceada y barba sin afeitar la seguía serio. —¿En serio? ¿Otro cura?—se quejó molesto— es el cuarto está semana— el cura río sacando una gran Biblia de su bolso— nunca son muchos curas para pedir perdón y ser agradable a los ojos de Dios— Asher negó con la cabeza, el siempre había creído que para verlo Dios debía usar gafas de para no lastimar sus ojos, bueno, si es que tiene ojos—los dejaré solos para que platiquemos en paz— la enfermera salía de la habitación dejando a Asher y al padre Medina en un silencio incómodo.

El cura intentó en varias ocaciones hacer contacto visual con el chico, sin embargo Asher hacia todo lo posible por desviar la mirada, el silencio se hacía cada vez más y más incómodo, el padre para romper el hielo comenzando a hablar — oye ¿cuántos años tienes?, Jovencito— Asher solo lo miro con desprecio Lugo suspiro fuertemente —tengo 20, padre.— respondiendo de una manera muy cortante —eres muy joven ¿Por qué estás en este hospital?— el padre preguntó, está vez Asher se negó a contestar, el padre miro de manera sería a Asher —vamos hijo, habla que yo te escuchare,— una gran tensión entre los dos  se formaba conforme el sacerdote iba hablando—¿Qué acaso no quieres se bueno?, Yo soy bueno como lo es Dios...— Asher volteo para verlo para después empezar reír interrumpiendo lo— ¿Usted dice ser bueno?—Asher continuo riendo pero esta vez más fuerte— ¡nadie tiene derecho a decir que es bueno! ¡Por qué el que se declara bueno a nivel de Dios es el más pecador de todos!, señor cura, además nadie es en su totalidad bueno o malo, ya que todos hemos hecho algo malo a nuestra conveniencia— el sacerdote intentaba sacar un "yo no me refería a eso" de su boca, pero no podía dejar de observar con sorpresa y enojo esa sindicato mirada que el más joven le dedicaba—¡si no me cree miré en esa gigante Biblia suya!— continuo gritando, el cura estaba que echaba humo.

El padre Medina no era muy conocido por ser paciente mucho menos tolerante, Asher parecía saberlo y aprovechaba eso a su favor.

El padre  como acto de reflejo saco un rosario de su bolso, lo sostuvo fuertemente entre sus manos y empezó a orar en voz baja, Asher lo miro con una sonrisa de oreja a oreja y con un susurró dijo —padre, perdóname por ser un pecador y un ignorante de tu palabra— cuando ese pequeño susurró llegó a los tímpanos del sacerdote este no pudo ocultar su cara de sorpresa y  la ira que se le formó en la cara, el padre dejo de rezar, separó las manos y formó unos puños con ellas como si estuviera pensando en golpearlo, el joven por otro lado no podía esconder esa sonrisa desquiciada y sadica  que tenía en la cara, como si de un loco se hablase. El padre solo tomo sus cosas, se santificó y se dirigió a la puerta no sin antes despedirse diciendo— espero que alcances el reino de los cielos— el menor solo contesto con un "lo mismo digo, pecador", al salir el padre de la habitación la tensión que se había formado había desaparecido, cuando ya no se escucharon más los pesados pasos del cura, Asher soltó un "idiota" .

A Asher nunca le agradaron los curas o las religiones, cuando por fin el chico se liberó del catecismo nunca volvió a pararse en una iglesia. El silencio se apoderó de la habitación, ese silencio ocasionaba que los pensamientos del chico fueran más y más profundos, al punto de preguntarse qué significa estar vivo, volteaba a todos lados buscando algo que lograse captar su atención. La habitación se miraba apagada por el día que se había vuelto nublado y la poca luz que había en el cuarto no ayuda mucho, la escena se volvía cada vez más deprimente cuando volteo a su derecha y vio unas flores totalmente marchitas. ¿Que acaso esa era una señal de que moriría hoy?, Como él podría saberlo.

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