Conociéndote

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¿Y por qué no?, aunque era una sencilla pregunta a él le generaba cierta inquietud, no podía negar que no le apetecía y sobre después de cómo surgió la propuesta. Mostraba una sonrisa embobada al solo recordar aquel momento.


- ¿Sigues con eso? - inquirió de forma entrometida el kwami.


- ¿Cómo? - respondió aun abstraído en sus pensamientos.


- En lo de salir con ella, llevas días así. -  respondía entre cada mordida que con ahincó le daba a su camembert.


- No lo sé, - se frotó la nuca ofuscado ante la indecisión - lo cierto es que no me lo había planteado antes, ella es muy agradable pero lo de ir solos a patinar...


- Según recuerdo fue ella quien te lo propuso...- interrumpió lanzándole una picara mirada - además no dijo que fueran solos.


Sostenía el mentón pensativo. Plagg tenía razón y ciertamente pasaría un momento de diversión junto con Marinette y sus amigos. Se levantó del sofá dejando solo al pequeño kwami, quien aprovechaba para tomar otro trozo de queso de la caja. Fue hasta su mesa y tomó el teléfono y de inmediato comenzó a teclear, el viernes sería un buen día para quedar todos en la pista de hielo.


Había enviado mensajes a cada uno de sus amigos con la propuesta y sonriente leía las respuestas en las que le confirmaban su partición. Seguía revisando su agenda hasta que llegó al nombre de Marinette, dudó por un instante sobre presionar o no el contacto, sus labios mostraron una suave sonrisa y con la misma bloqueo el dispositivo y lo volvió a dejar sobre la mesa, a Marinette se lo diría mañana personalmente.


En otro punto de la ciudad una exaltada chica de cabello negro y mirada azul atosigaba con vehemencia al cada vez más agobiado chico.


¿Cuanto llevaba ella con esa misma letanía?, ¿Acaso no podía guardar silencio aunque fuera un segundo?, por más que intentaba abstraerse en sus pensamientos de aquel insufrible monologo no era capaz de apaciguar aquel torbellino de palabras sin fin.


Finalmente se detuvo en seco, con semblante serio y una intensa mirada gris sobre el confundido rostro de ella, levantó el dedo índice con rigidez.


- Una vez, solo una vez. - recalcó severo - Te veré el viernes ahí. - sin decir nada más apretó el agarre sobre la cinta de su cartera y continuo su camino en completo silencio.


Ella lo vio alejarse aun pensativa, poco a poco sus ojos se abrían de más dejando ver el brillo alegre sobre el iris azul y una gran sonrisa de lado a lado se mostraba exultante en sus labios, ¡él había aceptado su invitación!.


-*-


Con agiles movimientos marcaba el teléfono de su amiga, impaciente y nerviosa movía su mano inquieta en el aire mientras escuchaba los tonos de llamada en al auricular.


- ¿Diga? - se escuchó al otro lado de la línea la melosa voz.


- ¡¡DANIELLE!! - separó de inmediato el teléfono ante el grito de la entusiasta voz.


- ¿Julie? - preguntó dudosa.


- ¡SI!...soy yo. Quería recordarte que hemos quedado este viernes, no vayas a faltar. - advertía con gracia.


- No sé si podre ir, aun tengo mucho trabajo pendiente. - se excusaba con voz atona, denotando su cansancio.


- ¡Pero dijiste que irías conmigo!, - exclamó en tono lastimero - ¿lo ves como si me odias?, ¡eres mala conmigo, ya no podre creer en ti!. - se escuchó un apaciguado intento de sollozo, Danielle rodó los ojos ante la cuasi dramática escena.


Rompiendo el hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora