La bella y la bestia

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El One shot está inspirado en una canción con el mismo titulo de la historia, si no la conoces te recomiendo escucharla para tener una idea de lo que te espera.

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Marjorine siempre fue una chica hermosa, educada y amable, no solía destacar demasiado, evitaba los problemas y ayudaba cada vez que podía. Al principio no éramos muy cercanos, pero con los años nos hicimos grandes amigos, aunque a sus padres no les agradara demasiado la idea de que ella se relacionara con alguien de mi clase.

Ellos le tenían toda una vida planeada, desde un futuro esposo con la misma condición económica hasta el nombre de sus hijos, y por supuesto yo no encajaba en esos planes, por lo que cuando nos descubrieron besándonos en el parque se encargaron de asegurarme que jamás permitirían que me acercara a ella de nuevo.

Desde aquella ocasión cada paso que Marjorine daba era minuciosamente seguido por sus progenitores, no había modo de compartir tiempo como pareja salvo en ocasiones fugaces en los que ella mentía para hacer un poco de tiempo para ambos.

Sin embargo, nuestra aventura como amantes prófugos y los planes de una vida juntos acabaron cuando asumimos la realidad, éramos demasiado jóvenes aún, aunque me esforzara no podría darle la vida que merecía, y peor aún, ella se marcharía muy lejos una vez acabara la escuela.

Como acto piadoso sus padres permitieron que el día de la graduación pudiéramos despedirnos, yo deseaba con todas mis fuerzas llevarla lejos, sabía que aceptaría, pero ambos fuimos cobardes, y aquella idea solo quedo en nuestras memorias para esfumarse con los años.

Cada uno armó su propio camino, yo logré trabajar como consejero en una escuela primaria de Salem y gracias a algunos amigos de por medio me enteré que tal como sus padres deseaban contrajo matrimonio. Yo en cambio en ese aspecto no había tenido demasiada suerte, mi última relación, aunque fue larga hasta llegar a hablar de un futuro acabó al darnos cuenta que el vivir juntos era mucho más complicado de lo que parecía. Muchas cosas causaron disputas entre nosotros, por lo que acabar con la relación en mutuo acuerdo fue la decisión más sabia.

No mentiré, resultó difícil en el comienzo, y es que dos años de relación no se olvidan tan fácilmente.

Gracias a mi trabajo pude distraerme y superar la separación de buena forma. Y ahora a mis 30 puedo sentirme pleno, amo mi trabajo, y disfruto saber que los chicos de cierta forma tienen la confianza suficiente para acudir a mi cuando lo necesitan.

Todo habría sido perfecto de no ser por una cosa.

Había un chico, de unos diez años, débil de salud y bastante retraído, llamó mi atención desde el primer momento y me causó gran preocupación cuando le fui conociendo. No solía hablar demasiado de su vida en casa, aunque si demostraba gran amor por su madre y cariño por su padre.

Quería saber más de él, por lo que llamé a sus padres para tener una charla con ellos. Su padre no llegó por temas de trabajo, y su madre... cielos, cuando la vi cruzar la puerta fue como retroceder en el tiempo, aunque los años habían pasado aun reconocía a mi querida Marjorine tras ese rostro de mujer madura.

Vernos de nuevo removió viejos sentimientos, ella sonrió al reconocerme y retomamos la amistad que manteníamos pausada por la distancia.

Me habló de lo feliz que era su matrimonio y yo solo pude sentirme a gusto por ella.

El tiempo fue pasando, y con la cercanía comencé a notar detalles que encendieron una alarma en mi interior, su pequeño hijo poco a poco se fue apagando, la Leucemia contra la que luchaba se lo llevó una noche de otoño, fue algo realmente duro, para la escuela, para sus compañeros y sobre todo para sus padres.

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