Capítulo 28: La batalla final

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Escucho aplausos. Giro sobre mí misma y veo a Mirage, que ha recobrado su expresión burlona de siempre. Lo sabía, no debería haber confiado en ella...
—Wow, Íngrid —Me mira a los ojos y deja de aplaudir —Tengo que reconocer que cada día tu valentía me sorprende aún más
—¿Qué es lo que quieres ahora?
Aprieto los puños, estoy tensa. Con esta mujer, nunca se sabe cuando será necesario atacar...
Le dirige una mirada al monstruo caído y luego vuelve a posar sus ojos en mí.
Mientras sigue sonriéndome sarcásticamente, una gran cantidad de hombres con pañuelos rojos aparece, saliendo de su escondite entre las ruinas del hotel y el bosque.
Veo como todos, en una secuencia de movimientos rápidos, se colocan detrás de todas las personas presentes y colocan sus armas contra sus cabezas. También los sujetan, con la mano libre, por uno de sus brazos. Recuerdo la fuerza de los tipos que se enfrentaron a mí y me estremezco.
Cuando estoy por abalanzarme sobre Mirage para molerla a golpes, siento un cañón frío sobre mi cintura.
Nadie se mueve.
—Si se quedan quietos, no les pasará nada —Me susurra con ironía la rubia.
Obligo a mi furia interna a obedecer y me quedo en mi lugar. Los demás hacen lo mismo.
—Te he traído a una vieja amiga que seguro estarás encantada de ver
Mirage extiende su mano hacia el bosque para que mire hacia allí.
Entonces alguien sale de entre los árboles y siento que el corazón se me sube a la garganta.
Me flaquean las piernas y creo que me voy a caer, pero por un segundo el hombre que tengo detrás aleja su revólver de mí y me sostiene. Quiero apartarlo, que no me toque, pero estoy demasiado pasmada. Cuando por fin me estabilizo, me suelta y vuelvo a sentir el frío calándome los huesos de la parte baja de la espalda.
Cierro la boca que no había notado que estaba abierta de la sorpresa. Trago saliva. Luego miro a los demás: Los chicos están igual de horrorizados que yo, en especial Julián, mirando fijamente a quién está detrás de Mirage. Mi familia no parece entender nada.
Tomo el poco valor que me queda y miro otra vez a aquella persona.
Anabel me muestra los dientes como si fuera un animal salvaje, y sus ojos castaños ahora son de un color rojo sangre. Su cuerpo está en perfectas condiciones.. ¡Y ni siquiera debería estar viva! ¡Los chicos la enterraron!
Mirage le acaricia el cabello como si fuera una niña pequeña.
—¿Qué... Qué has hecho?
Necesito comprender esto de alguna forma. No puede ser real y, si lo es ¿Qué clase de explicación lógica tiene?
—En el lugar donde nos refugiamos tenemos un equipo químico de excelencia ¿No te parece? La desenterramos e hicimos un trabajo de regeneración estupendo. Ya sabes, arreglar un cadáver es... Puagh. No fue una tarea fácil. Luego le inyectamos el virus TFL
» Te preguntarás cuál es su función. En esencia, revive a los muertos. Pero no te creas que los convierte en esos zombies estúpidos que están contaminando el mundo, obviamente no. Ya ves que la dulce Ana está perfecta... Sólo que un "poquito" más agresiva —Mirage recalca la ironía en la palabra "poquito" —En fin, mis hombres y yo diseñamos un chip que le colocamos en el cerebro cuando la regeneramos, antes de inyectarle el virus. El asunto es que ahora ella está a mi disposición y hará lo que le diga ¿Pero sabes cuál es la mejor parte? ¡El virus sólo funciona de esa manera con los portadores de la sangre HO+ muertos! La verdad es una cosa del destino que tres personas con esta característica tan rara, Ana, tu novio y tú, se hayan conocido...
Miro a Franco por unos segundos. Parece estar serio, con una expresión y un cuerpo relajado, pero noto la tensión presente en sus ojos.
Vuelvo a observar a Mirage y sólo puedo escupirle tres palabras:
—Eres un monstruo
Mirage me da un puñetazo en la cara y caigo al suelo.
Entonces siento una aguja clavándose en mi cuello. Giro un poco la cabeza, aturdida, y puedo ver a la rubia empujando el émbolo de la jeringa para que un espeso líquido verde se adentre en mí.
No es el pinchazo, sino lo que siento después, lo que me produce un malestar terriblemente insoportable. Una sensación de asfixia y un dolor como de un cuchillazo en el lugar donde Mirage me inyectó el liquido.
Me sujeto con ambas manos el cuello.
—¡¡¡NO!!! —Escucho un grito, pero no es el mío, sino el de Julián. Intenta safarse de los guardias pero le dan un golpe con una culata. Se desmaya y un guardia lo sostiene. Mierda.
Siento que un veneno me recorre cada vena que hay en mi cuerpo y, por un momento, me dan ganas de recibir un balazo en la cabeza para terminar con la agonía.
Entonces Mirage me mira a los ojos.
—No, Íngrid, tú eres el monstruo
De repente siento una gran carga de ira y adrenalina en mi interior, un fuego que amenaza con consumir cada centímetro de mi ser. Tenso involuntariamente todos los músculos del cuerpo y me levanto del suelo.
Es como si no estuviera consciente de mis acciones: Miro al cielo y luego a Anabel. Sé que algo ha cambiado en mí, no me siento igual ¿Pero qué..?
Entonces lo hago sin poder controlarme, como si fuera un títere, como si me manejara alguien más: Le doy una patada en la cara a Anabel con una fuerza brutal, una fuerza que no me pertenece, que la hace impactarse duramente contra el suelo.
Ella se levanta rápidamente y me gruñe como si fuera una bestia.
—Tranquila, An —Le dice Mirage que sigue a nuestro lado.
¿Por qué mierda hice eso? ¿Y cómo?
—¡¿QUÉ LE HAS HECHO A MI HIJA?! —Escucho gritar a mi madre, con una furia que nunca había presenciado en su voz, que incluso me sobresalta.
—Deberías agradecérmelo, querida —Se voltea para responderle a mi madre y luego me vuelve a mirar —He despertado todo tu poder, el que te corresponde como portadora de la sangre HO+. Te he inyectado el virus TFL
Doy un paso hacia atrás, muy sorprendida. Ahora sí que soy peligrosa... Para todo el grupo, para mis seres queridos.
—¡No, princesa, no tienes por qué alarmarte! —Me consuela la rubia sarcásticamente —Estás viva, el virus no funcionará contigo como funcionó con Anabel
» El virus TFL es, además, una variante de otro virus que mi equipo ha creado. Ese virus es conocido entre nosotros como el virus Ahilis. Lo que el Ahilis hace es, entre otras cosas, potenciar los poderes de los portadores de la sangre HO+ vivos.
—¿Los poderes? —Le pregunto, aún demasiado confundida.
—¿Es que aún no lo has deducido, Íngrid? Mira a Anabel, a tu novio... A ti. Agilidad, fuerza, rapidez, buenos en combate... Como si fueran soldados por naturaleza ¡Esa es la principal diferencia entre los portadores de la sangre HO+ y las personas corrientes, Íngrid! Tienen una habilidad innata para asesinar
—¿Y a qué se supone que quieres llegar con todo esto? ¿Vas a matar a todos los portadores, insertarles tu maldito chip y convertirlos en tus guardaespaldas?
—No exactamente. Como te decía, el virus TFL es una variante del Ahilis, que potencia tus poderes. El TFL hace lo mismo, pero sólo por una hora, el Ahilis es definitivo
—¿Y eso qué?
—Te vi pelear con Anabel y esas chicas... No preguntes cómo. Las dos tienen un talento maravilloso para el combate. Dejando a un lado su relación poco amable, siempre habrá algo que las una, su sangre... Como si fueran hermanas
—Ella no tiene nada que ver conmigo. Y sigues sin darme ninguna respuesta concreta
—En fin —La mujer me ignora completamente y sigue hablando —Tengo una curiosidad personal por saber quién es concretamente la más talentosa... La pelea en la cueva, desde mis ojos, fue bastante pareja pese al resultado. Quiero que peleen
Ese no era mi recuerdo sobre lo que había sucedido. Al fin y al cabo, eran tres contra mí, y con todo eso "gané" el enfrentamiento. Ni siquiera me había percatado de que Anabel era una buena luchadora.
—¿Y si no lo hago qué? —Espeto, aunque me arrepiento apenas termino la oración, porque ya sé cual es la respuesta que voy a recibir.
—Si no peleas, voy ocuparme personalmente de que veas cómo torturo a toda tu familia y amigos hasta la muerte para luego hacerte lo mismo a ti —Responde acercándose más a mí y con su clásica sonrisa sardónica.
Trago saliva. Me estremezco de sólo pensarlo.
Entonces las lágrimas empiezan a salir de mis ojos como si fueran un océano. Ya no puedo: No puedo aguantar tantos peligros, tantas amenazas, tanta desgracia. Y me odio por eso: Por no tener la fuerza suficiente.
—¿No te parece que ya nos has hecho demasiado daño? —Empujo a Mirage y me alejo del cañón que seguía a mi espalda, sin importarme que puedan disparar —¿QUIERES QUE YO MUERA PARA CONVERTIRME EN TU TÍTERE? ¡¿ESO ES LO QUE QUIERES, MIRAGE?! ¡¡¡PUES DÉJATE DE RODEOS Y MÁTAME YA!!! ¡¡¡MÁTAME Y DEJA EN PAZ A TODAS ESTAS PERSONAS!!!
Yo no tengo la culpa de haber nacido con la sangre HO+. No es lo que he elegido, es lo que me ha tocado. Pero sé cuál es mi responsabilidad: Proteger a la gente que amo.
No permitiré que ellos mueran.
Mirage me separa de ella, pero no con un brusco empujón como el mío, sino sorpresivamente con cierta sutileza.
—Ya te he dicho que no es eso lo que quiero. Pelea y, si sobrevives, te daré la información que necesitas. Porque imagino que ya sabrás que es pelear hasta la muerte ¿Verdad?
Lo suponía. Asiento con la cabeza.
Mirage y el hombre que estaba detrás mío se colocan al lado del resto de los guardias, de mi familia y amigos. Me alivia un poco ver que Julián ha despertado, aunque me tranquilizaría más no verlo tan confundido y atemorizado. Todos hacen una fila perfecta... Como si estuvieran preparados para ser los espectadores de mi muerte.
De verdad amo a esta gente. Lo pienso, pero no lo digo, no es necesario. Ellos lo saben.
Paso mis manos por mis ojos, para secar las lágrimas que quedaron acumuladas, y aclararme la vista. Luego alzo los puños preparada para pelear.
—Anabel, amenaza alta detectada, ataca al enemigo —Escucho a Mirage decir con voz serena.
Anabel corre hacia mí con una velocidad increíble. Yo no soy lo suficientemente rápida para alejarme, pero sí para inclinar el torso cuando intenta darme un puñetazo. Me agaché lo suficiente para esquivarlo.
Me muevo unos pasos hacia atrás y empezamos una seguidilla de ataque y defensa con los puños. Al principio, ella ataca con demasiada rabia y yo sólo puedo limitarme a defenderme con las palmas. «Esto va a ser muchísimo más complicado de lo que creía» pienso.
Luego de unos minutos, la cólera termina de enceguecerla y en consecuencia su precisión disminuye. No lo dudo ni un segundo y aprovecho la situación: Empiezo a arriesgarme a atacar con los puños y ella comienza a defenderse, invirtiendo nuestros movimientos, pero esto parece molestarla más. Le doy un golpe en la cara y no consigue esquivarlo. Aprovecho su confusión para girar sobre mí misma, tomar impulso y darle otro puñetazo.
Me sorprende lo rápido que deja de estar atontada e intenta darme una patada. Impulsivamente me tiro de boca al suelo. Esquivo el ataque pero soy consciente de lo estúpida que fui: Apenas intento levantarme, ella se coloca detrás de mí y empieza a tirarme de una de las piernas, como si creyera tener la fuerza suficiente para sujetarme y lanzarme por el aire.
Lo peor es que dudo de que no la tenga.
Me aferro a la tierra y me impulso hacia delante, intentando liberarme de ella, pero no lo logro. Giro como puedo la cabeza para tratar de mirar su rostro.
Aprovecho que no me está sujetando una de las piernas y le doy una patada en la cara: Retrocede y me suelta en un muy breve momento de distracción. Me levanto rápidamente y me volteo para que ambas estemos frente a frente.
Apenas lo nota intenta darme con su puño, pero con unos reflejos que ni siquiera era consciente de tener, le sujeto el brazo y se lo tuerzo. Más que gritar, gruñe, como un animal que está siendo atacado. Aún agarrándola, le piso con fuerza uno de sus pies y la suelto, dejando que caiga al suelo.
Bien, ya tengo la ventaja.
Me alejo un poco y la miro desafiante, aunque ella sigue con los ojos clavados en el suelo. Después de comprobar que está débil, cuando estoy a punto de abalanzarme sobre ella y desnucarla... Mirage me interrumpe.
—No la ataques —Ordena, y sé que es a mí, por el tono burlón.
¡¿Qué?! ¡¡La pelea no era con trampas!!
—Aún no he visto suficiente, mi niña
Pongo los ojos en blanco. Está bien. Si un buen juego es lo que quiere ver, un buen juego verá.
Anabel se levanta y yo me acerco velozmente para atacarla primero, pero ella se mueve más rápido. Vuelve a intentar con otro golpe pero consigo inclinarme y esquivarlo otra vez. En los milisegundos que su puño se mueve horizontalmente sobre mi cabeza, levanto una pierna y le doy una patada en el estómago: Retrocede y yo me enderezo. Volvemos a quedar enfrentadas.
En seguida, Anabel alza su pierna y replica el movimiento. Retrocedo unos pasos hacia atrás, ahogando un grito, después de recibir la patada en el pecho. Es muy rápida, y si quiero que Mirage tenga su buen show, tengo que ser más veloz que ella.
La dejo acercarse pero le tomo rápidamente ambos brazos con fuerza. Antes de que pueda intentar liberarse, le doy dos rodillazos en el estómago. Anabel saca ventaja de que estamos unidas y forcejea hasta que me suelto.
Con una rapidez increíble, me da un puñetazo muy fuerte en la cara: Esta vez ya no puedo soportarlo y suelto un quejido. Giro sobre mí misma por la potencia del golpe y ella me da otro.
Se me nubla la vista por un momento y una vez más sus nudillos se estrellan contra mi cara. Tres puñetazos seguidos.
No sé cómo sigo en pie, aún girando sobre mí misma como idiota por el aturdimiento, pero cuando creo que el dolor no puede ser más grande me doy cuenta de que me equivoco: Había quedado de espaldas a Anabel y ésta aprovecha para darme una potente patada en la espalda.
Inevitablemente caigo de boca al suelo. Siento un pitido en mis oídos. Estoy demasiado ida de mí como para actuar.
Giro en el césped y quedo boca arriba. Luego todo pasa muy rápido: Anabel se prepara para darme un puñetazo en el estómago mucho más fuerte que los tres anteriores juntos, giro de nuevo sobre el suelo y esquivo el ataque. Anabel sujeta su puño estrellado contra el césped mientras gruñe. Yo aprovecho para levantarme rápidamente y volver a quedar frente a frente con ella.
Antes de que pueda reaccionar, la tomo de los hombros y le doy con toda la fuerza que me queda un rodillazo en el estómago. Retrocede un paso. Tengo que pensar rápido: Continúo con un puñetazo en la misma zona. La potencia es tan grande que cae al suelo.
Me alejo unos pasos y observo a Mirage.
—Aún no —Dice, y lanza justo al lado de Anabel un cuchillo kukri que no me había percatado que la rubia poseía. Mi adversaria lo toma con velocidad y se levanta, mirándome con actitud demoledora.
Espero ingenuamente que Mirage lance un cuchillo para mí pero obviamente eso no sucede.
—¡¿Qué?! —Le grito —¡Tampoco soy la mujer maravilla!
La rubia se ríe sarcásticamente y Anabel se apresura a intentar acuchillarme el estómago. Salto hacia atrás y la esquivo.
Esto se ha vuelto demasiado peligroso.
Como nota que puedo esquivar los golpes bajos, alza el kukri y lo mueve horizontalmente a mi cabeza. Me inclino lo suficiente como para seguir con vida y, mientras veo el filo pasar por delante de mis ojos, me asusto más de lo que ya lo estoy.
«A lo mejor me arriesgo demasiado» Pienso «¡Pero es que lo tengo que intentar!»
Logro desprenderme del miedo por un momento y, aunque no sé si es una estupidez, paso por debajo del brazo armado de Anabel y le doy un codazo en el estómago. Evidentemente no fue la mejor idea: Con la mano que tiene libre, me sujeta con una fuerza descomunal, y me tira al suelo.
Quedo boca arriba en el césped nuevamente. Anabel está de pie detrás de mi cabeza, lista para acuchillarme un ojo.
Entonces, Mirage lanza por fin junto a mí otro kukri y yo lo sujeto como si mi vida dependiera de ello (E, irónicamente, sí que lo hace).
Unos segundos antes de que el cuchillo de Anabel se estrelle contra mi cara, logro interponer el mío con el suyo, y oigo el ruido de los filos haciendo contacto.
Empujo el kukri hacia arriba con fuerza, con ambas manos sujetas al mango, y temo que Anabel gane y termine clavándome el arma que yo misma tomé: Tengo mi propio cuchillo demasiado cerca de la cara.
No sé si es porque Anabel se cansa, o porque yo tengo más fuerza (Cosa que dudo mucho), pero termino ganando y haciendo que ella aleje su kukri. Me levanto del suelo rápidamente, sin soltar mi cuchillo, y en esos segundos Anabel clava su arma en la tierra pensando que me podría dar en la cara.
Mi enemiga desprende el kukri del césped y, por enésima vez, quedamos enfrentadas. Aquí ganará la mejor "espadachín" y, claramente, dudo que sea yo.
Estoy muerta. No importa: Siempre se puede seguir intentando.
La ofensiva la inicia Anabel. Me defiendo bien, o al menos lo suficiente: Manejo el cuchillo con una mano mejor de lo que creía posible, pero no encuentro ningún momento para atacar. Si bien luego de unos minutos defendiéndome con el kukri memorizo el patrón ofensivo de Anabel, está demasiado bien preparado. Puedo ver lo que ocurre: Tiene miedo de que, cambiando de estrategia, yo encuentre una manera de atacarla; Por lo que repetirá el patrón de ataque hasta que yo me canse, me flaquee el brazo y encuentre la oportunidad de aniquilarme.
Entonces, casi como por arte de magia, capto algo: Me está haciendo la ofensiva más o menos a la altura que va desde el pecho hasta la cabeza. Si la ataco por debajo, a lo mejor...
No lo pienso dos veces y le doy una patada en el estómago sin dejar de defenderme: Se sorprende y el brazo le tiembla.
Aprovecho casi mecánicamente la oportunidad y empiezo yo la ofensiva. Sin embargo, Anabel se defiende tan bien como ataca. No puedo hacer que esto dure demasiado tiempo: Sé que en algún momento me voy a cansar, ella empezará de nuevo con su patrón de ataque y yo no habré hecho ningún progreso.
Ya está, ya me he decidido. Tengo que intentarlo ahora, es ahora o nunca.
Mientras Anabel continúa la ofensiva dejo de defenderme de la manera usual y, sé que si fallo o soy demasiado lenta, su kukri me rebanará los sesos.
Choco mi cuchillo con el suyo con toda la fuerza posible, esperando que sea la suficiente... Ojalá que la sea...
Y sí que es así. El impacto es tan fuerte que el kukri de Anabel vuela por los aires, muy lejos de nosotras, y cae al suelo a una distancia considerable.
Mientras Anabel se queda unos segundos confundida, reprimo una sonrisa ¡Lo logré!
Dejo de festejar internamente cuando veo que Anabel se ha lanzado corriendo, mientras gruñe, hacia el kukri.
No espero las palabras de Mirage, ya no, porque yo misma he decidido que ya fue suficiente: Lanzo mi propio cuchillo en dirección a Anabel e, incluso en movimiento, consigo acertar y hacer que se le clave en la cabeza.
El cuerpo de Anabel se detiene y cae sobre la tierra.

Cuando El Apocalipsis Empieza (Masacre Mundial 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora