Te Arrebataré Lo Que Más Amas

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Cuando Subaru se despertó el sol ya se estaba ocultando en el horizonte.

Se cubrió los ojos con el brazo para evitar que la luz le hiciera daño en ellos. Ser vampiro tenia la ventaja de que eras perfecto viendo en la oscuridad, pero la luz intensa del sol podía cegarlo y quemarle la piel mucho mas rápido que lo haría con un humano corriente.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, se sentó en la cama. Todavía se encontraba en la habitación de Shu. Su hermano se había quedado dormido al otro lado de la cama con la misma ropa que llevaba antes y se había vuelto a colocar su mp3 que tapaba parcial mente un moratón a causado por la mordida de ayer.

Subaru noto que sus heridas se habían curado casi por completo. Aunque le dolía la cabeza, seguramente tendría algo de fiebre.

Finalmente se decidió a levantarse.

Corrió las cortinas para que la luz del sol no entrara y busco su camiseta, la cual Shu tiro por hay. La encontró cerca del piano que guardaba su hermano en la habitación.
La tomo, estaba totalmente llena de sangre seca y rasgada en varios puntos.

— "Bueno... ya estaba rota de por si pero ahora esta hecha un desastre" —Pensó Subaru. — Tendría que volver a mi habitación a buscar otra.

Un escalofrió recorrió al alvino.

Temía volver a su cuarto y toparse con alguno de sus hermanos por el camino. Aquí, en la habitación de Shu, se sentía protegido y seguro de que sus demás hermanos no intentarían hacerle daño.

Pero Subaru sabia que tarde o temprano debía enfrentarse a ellos.
Tas pensarlo un rato, creyó que ya era hora de irse, no podía quedarse aquí eternamente.

Al salir cerró la puerta sigilosamente para no despertar al rubio. El pasillo estaba desierto, como era normal a estas horas del día, pero en unas horas se llenaría de vampiros hambrientos por haber matado a la única aquí que podía darnos su sangre. Y todo era culpa de Ayato.

Llego a su habitación y abrió la puerta como una persona normal en lugar de patearla como de costumbre. Le gustaba descargar su ira contra las paredes y los muebles, y su cuarto era prueba de ello.

Todas las paredes tenían varios boquetes y los escombros llenaban el suelo de yeso, la puerta estaba ligeramente torcida y los cristales de las ventanas agrietados.

Su querido ataúd era lo único que se mantenía aun en pie sin ningún daño.

Busco en su armario cualquier cosa que ponerse. Saco una camiseta de manga larga roja y se la coloco mientras se encaminaba a hacia su ataúd.

Lo abrió de una patada y se acostó en el. Lo cerro para que nadie lo molestara. Solo quería llorar un buen rato por su Yui, su amable y dulce Yui que le fue arrebatada por los celos de uno de los hijos de puta que tenia el honor de hacerse llamar su hermano.

Subaru quería llorar pero las lagrimas no acudían. En su lugar apretó los puños de pura cólera.

—Esto no quedara así Ayato. Me vengare, te arrebataré lo que mas amas si hace falta. —dijo el alvino para si.

La Daga Blanca  (Shu x Subaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora