|Capitulo 1|

73.8K 3.2K 2.2K
                                    

Capítulo 1

— ¿Alguna vez te fijaste en lo lindo que es?

Desvíe la mirada de mi libro de literatura para mirar a Adela, tenía las manos apoyadas en la mesa de la cafetería. Sus ojos fijos en el chico que se encontraba a tan solo dos mesas de nosotras. Ella tenía una mirada soñadora, esa que le das a tu artista favorito mientras lo admirabas en uno de sus conciertos. Mientras que yo, tenía una mirada asqueada, esa que  dabas cuando el artista favorito de tu mejor amiga es un completo asco.

— ¿Alguna vez te fijaste en lo raro que es? —contraataque con indiferencia. Todos allí parecían ver algo en él que yo no. No tenía nada de especial, era solo un chico de intercambio más. Miré por encima de la cabeza de todos, dando exactamente con el chico que parecía haberse robado el corazón de mi amiga. Y de la mitad del instituto. Su cabellera negra resaltaba por sobre todas las demás. Llevaba una sudadera azul oscura y un pantalón de hacer ejercicio del mismo color. Su espalda estaba apoyada en la pared y tenía un libro entre sus manos. Lo señalé con mis manos y luego agregué: —Solo míralo.

Fruncí los labios. Leía, o al menos eso parecía, y quizá por tener ese libro entre las manos y el aire de misterio que emanaba era que se les hacía tan interesante a las chicas de mi instituto. Además, ser el nuevo centro de atracción también ayudaba. Era el cliché perfecto: chico nuevo, misterioso, fumaba, tenía un libro entre las manos. No olvidemos la ropa oscura que llevaba.

Adela, suspiró. Acostó su cabeza sobre sus manos y luego, con la voz melosa que había estado usando desde que había empezado a hablar de él, dijo:

—Exactamente eso hago.

Rodé los ojos y seguí terminando el trabajo de diez páginas que debía entregar. Adela y su enamoramiento no me importaban en lo absoluto. Chasquee la lengua cuando recordé algo.

— ¿Irás a la fiesta? —le pregunté a Adela sin mirarla. Escuché un resoplido y casi podía jurar que rodó los ojos. Le gustaban las fiestas, pero esa en especial no era su ambiente favorito. ¿Por qué? Teníamos nombre y apellido: Owen Rosarte.

—No iré a ver cómo todos se enrollan ante mis ojos. Mucho menos como Owen y sus amigos presumen las tipas con las que se han liado.

Tenía un buen punto a su favor. Aquellas fiestas de los viernes siempre se realizaban en la casa de Owen. Nadie nunca faltaba y eran el tema de conversación de los lunes. Owen era el típico chico popular del instituto, pero habían unas cuantas diferencias: Él no era arrogante, era el mejor de  su curso y era el más amable de todo el lugar. Básicamente era aclamado por ser buena persona, no por ir por la vida creyéndose Dios o por ir por la vida metiéndose con los indefensos.

— ¿Y por qué te importa que Owen presuma las tipas que se ha tirado? —le pregunté sin dejar de ver las hojas en la que escribía. Adela chasqueó la lengua. Yo conocía la respuesta, pero era evidente que ella lo negaría hasta morir.

—No me gusta que sea tan presumido. Le quita encanto.

—Owen no es presumido, lo sabes.

Ella debía darme la razón, porque la tenía. Owen no era un tipo presumo, tampoco era una mala persona. Adela insistía siempre en buscarle el lado malo que evidentemente él no tenía. Solo era un adolescente más que le gustaba divertirse con sus amigos, y que, además, le gustaban mucho las chicas. Como a todos los de su edad.

—Déjalo —murmuró. Voltee a verla. Estaba tomando con molestia de su batido de fresa. Me reí, porque realmente se veía enfadada, pero que no había una razón. La única razón aparente era la mención de Owen y las chicas con la que había estado. Pero como diría ella: «estás inventado cosas, esa no es una razón»

Impulsos ©️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora