Cuando era niño, en alguna ocasión leí la historia sobre la esposa de un marinero.
"Aves de mar", las llamaban. A aquellas mujeres que esperaban pacientemente en la costa a ver cualquier señal de las embarcaciones de sus maridos volviendo del mar.
Si ellas eran aves de mar, ¿eso en que me convierte a mi? ¿Un ave de las estrellas? ¿Cómo saber si tu marinero volverá pronto a casa cuando el mar que navega es el espacio? Más aún... si ellas morían un poco durante las tormentas de no saber si sus esposos habían sobrevivido... ¿qué hay de mí después de tanto tiempo?
Y aún así, sigo viniendo a este lugar, a veces con mi guitarra, a veces solo.
Guiado con una aplicación en mi teléfono, sigo las coordenadas de tu transbordador. No puedo seguir cuando orbitas por China o cuando pasas por la India. Pero algunos días, sé que tu nave orbita la Tierra por Colorado. Las coordenadas indican justo el parque en el que solíamos jugar de niños.
¿Lo recuerdas, Craig? A pesar de los años y rodeado de graffitis, en aquel árbol sigue el corazón que tallaste con nuestras iniciales.
Me gusta sentarme en los columpios. En los mismos columpios donde tomaste mi mano esa noche. Nunca podré olvidar esa noche. Mis manos, aferradas a las cadenas del columpio, no dejaban de temblar después de que me diste aquella noticia.
- Si no estás de acuerdo, lo rechazaré. - Me dijiste, mirandome a los ojos. Estoy seguro de que lo habrías hecho. Una sola palabra mía habría sido suficiente para hacer que te quedaras. Pero, ¿cómo podría hacerte eso, Craig? Tu sueño desde niño había sido astronauta. ¿Cómo pedirte que ahora que después de tantos años de entrenamiento la NASA te había dicho que te enviarían a tu primer misión en órbita, renunciaras a tu sueño?
Recuerdo que tome tu rostro entre mis dos manos y te besé como nunca en nuestras vidas te había besado. Te besé... como si supiera que no iba a volver a verte, como hacían las mujeres en los cuarenta cuando sus hombres estaban a punto de partir a la guerra.
- Craig... - susurre cuando nos separamos de aquel beso.- Mi amor, nuestro hogar. Siempre los tendrás. Pero si dejas pasar una oportunidad como esta, ambos sabemos que te arrepentirás el resto de tu vida.
Y a pesar de todo, no me arrepiento de haberte dicho que siguieras tu sueño. Prometimos que nos casaríamos cuando volvieras de esa misión. Yo sigo confiando en aquella promesa. A pesar de todo... sigo confiando en aquella promesa.
Al escuchar una alarma en mi celular, me pongo de pie en el columpio donde estuve esperando toda la noche. Agitó los brazos al aire, como si pudieras verme. De acuerdo con mi monitor, tu nave esta sobrevolando esta zona justo ahora. Sé que es imposible que me veas, pero aún así... me hace sentir mejor saber que estás ahí.
A veces me gusta venir y platicar al cielo, a las estrellas que te cuidan mientras estás lejos de mí.
Mis padres, nuestros amigos, incluso mi terapeuta. Todos ellos dicen que debería dejarte ir de una vez por todas. Pronto se cumplirán 2 años de que se perdió todo contacto con tu transbordador. A estas alturas, es casi imposible que tú y el resto de la tripulación hayan sobrevivido.
E incluso si lo hubieran hecho, un rescate es demasiado riesgoso, no hay el equipo necesario. No es viable económicamente.
He escuchado todas esas excusas una y otra vez de los burocratas de nuestro país. ¿Ese es el trato que le da Norteamérica a sus heroes? Uno pensaría que una nación que se jacta tanto del valor de sus hombres haría más por rescatarlos cuando están en peligro, no dejarlos abandonados a la deriva, flotando en el espacio.
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Mar de estrellas
FanfictionCuando era niño, en alguna ocasión leí la historia sobre la esposa de un marinero. "Aves de mar", las llamaban. A aquellas mujeres que esperaban pacientemente en la costa a ver cualquier señal de las embarcaciones de sus maridos volviendo del mar. ...