A lado del barril de cerveza había un cesto lleno de loly pops. Me pareció simpático y tomé uno de frutilla, quería quitar el gusto amargo que había dejado la cerveza en mi paladar. Giré mi cabeza 360º y la fiesta pareció transcurrir en cámara lenta, bajo una misma paleta de colores. Me metí el pop dentro de la boca y me dirigí al baño un poco mareada aunque sin motivo.
Para mi sorpresa otra vez me topé con Ambar, pero esta vez estaba sola.
No se porqué pero quería decirle que había sido testigo de lo que ví y mi cabeza se atiborró de frases acusatorias.
—¡Quiero! —dijo con ojos pícaros y me miró los labios. Quedé muda sin saber a lo que se refería.
Un evidente olor a marihuana inundó mis pulmones. Vi que en una mano sostenía un cigarrillo pequeño. Sus ojos parecían chispear ideas lascivas. Llevaba una musculosa blanca trasparente que dejaba traslucir el hecho de que no llevaba sostén. Tosí nerviosa.
—El chupetín —Lo señaló—. Adoro los de fresa.
Estaba verdaderamente atontada. No me salía ninguna palabra.
—Pues, al lado del barril de cervezas hay mil —atiné a decir con intento de seriedad.
Negó con la cabeza sonriendo y me ofreció con la otra mano el cigarrillo. No estaba segura de hacerlo pero le dí una pitada, tosí ahogada. Sin embargo fumé otra vez y una sensación de relajación superlativa me recorrió.
—¡Yo quiero ese! —exclamó señalando mi Loli pop y se acercó un poco mas a mi rostro. Me lo quitó de la boca antes de que pudiera contestar y se lo metió en la suya descaradamente. Empezó a saborearlo ávida. Un calor viajó por todo mi cuerpo concentrándose en un punto muy particular. Empecé a sudar.
—Exquisito...como su dueña —susurró provocadora. Sus pechos rozaron los míos. Quedamos enfrentadas cuerpo a cuerpo y un fuego interno me hizo arrebatar las mejillas. Sonreí nerviosa.
Un sonido detrás de la puerta me hizo sobresaltar.
—¿Hay alguien allí? —pregunté con mi rostro a milímetros del suyo llenándome de su respiración cansina que empezaba a enloquecerme de deseo desenfrenado.
Negó con la cabeza y sonrió. Volvió a mirarme y me perdí en el cielo abierto de sus ojos, llenándome de su belleza a veces distante y gélida, ahora solo cálida como sol caribeño.
De repente todo mi cuerpo me pedía un beso, aquel inolvidable beso. Como un reclamo de cada célula de mi piel, no me importaba el rechazo, el orgullo, perder nuestra incipiente amistad, ni nada mas.
—Relajá Nina, por una vez en tu vida.
Volvió a lamer la bolita rosada, dejándola brillante como una cereza de pastel. Sus labios se humedecieron. Ella acercó el chupetín a mis labios, lo chupé también sin dejar de mirarla por primera vez.
—Cerrá los ojos —ordenó con ternura y sonrió de esa manera que me podía.
Lo hice expectante y exhalé para volver a tomar un poco de aire y volví a sentir en mis labios la fresa del chupetín. Lo succioné hasta toparme con su lengua suave, juguetona, cálida, hasta que el dulce desapareció para encontrarme con sus voluptuosos labios. Me tomó una mano suavemente y volví a abrir los ojos, la miré estremecida, emocionada y con ansias. Mis manos se acercaron a su rostro para palparlo. Cerré nuevamente los ojos , el pulso temblaba, mis piernas también. Podía sentir el golpe de mi corazón en cada respiro. Sus delicadas manos tomaron mi cintura y me embriagué en esa sensación de cercanía. La rodee con los brazos y imploré por que este instante se prolongara por siglos, ahogada feliz en su profundidad. Suspiré extasiada. Sus dedos hicieron contacto con mi abdomen y temblé como una hoja, llena de nervios que llenaron de cosquillas mi cuerpo. Me perdí en el recorrido de su manos seguras y tiernas a la vez. Olvidé por completo donde estábamos. Estaba en otro plano, una dimensión en donde no había limites yendo hacia algo que se precipitaba como en los sueños. Sus labios comenzaron a recorrerme suaves como el terciopelo viajando por un sendero prestidigitado en mi piel para aquel que fuera capaz de descubrirlo con su magia. Me besó el cuello hasta llegar al ombligo. Volvió a mis labios y abrí los ojos otra vez. ¡Si, una vez mas quería observar ese angelical rostro antes de que sucediera lo que iba a suceder! Le mordí los labios, amagando en volver a hacerlo... Mi lengua nuevamente se encontró con la suya silenciando su respiración. Nuestras piernas se entrecruzaron y me sumergí en la calidez de su lengua, en su humedad voraz. Sentí que mis pantalones descendían lentamente hacia el suelo, como si cayeran solos azuzados por unas manos mágicas. Quise abrir los ojos pero sus manos me taparon la vista. Estaba ciega, desnuda, palpitante. Sus manos se hicieron mas poderosas y ásperas de repente hasta llegar a mi sexo. Unas chispas de placer escaparon desde allí sin aviso. Algo había cambiado. La presión de unas manos fuertes y groseras sobre mis nalgas me hizo abrir los ojos precipitadamente. Salté del susto, grité del horror, el rostro de Ambar no estaba. Frente a mí solo pude ver horrorizada a Ignacio con sus pantalones desabrochados. Empece a gritar y a llorar mientras la ví a un costado sonriendo con malicia....
Pero por alguna extraña razón mi grito no se escuchaba, no tenía sonido, como en las pesadillas....y así era. Había despertado bañada del sudor, aterrorizada por el sueño mas vívido de mi vida.
ESTÁS LEYENDO
Las Chicas solo quieren divertirse
Teen FictionNina ama a las estadísticas y a sus particulares amigas, tanto como odia a las "superpoderosas" del Ateneo Nacional y las injusticias de Ambar, la reina de ellas. Nina es capaz de contestar con holgura cualquier pregunta de física cuántica, aunque...