Cpitulo 2

485 41 1
                                    

Lo poco que he conseguido dormir en la siesta se ha plagado de pesadillas de cuerpos extraños intentando agarrarme desde la oscuridad.

Mi ropa para la carrera de la Manada de esta noche es un vestido blanco que cae sobre mi cuerpo sin más sujeción que la cuerda que lo ata al cuello. Es lo ideal para las transformaciones, lo menos aparatoso. En los pies llevo unas bailarinas del mismo color que el vestido.

El padre se Amanda, un Omega realmente amable, me recoge a las ocho en punto. Mis padres, como muchos de los padres de los graduados, hoy se quedan en casa, queriendo que sus hijos vivan la experiencia por si mismos.

Amanda está preciosa,  con un vestido de un corte similar al mío, pero en color bronce que se mimetiza con su piel.

Ninguna de las dos hablamos mucho durante el camino. Su padre intenta sacar conversación un par de veces, pero rápidamente se rinde. Los nervios empiezan a subirme por el estómago.

La despedida con mis padres ha sido más emotiva de lo que me esperaba, casi como si ellos pensaran que voy a fallar el SM. En teoría no voy a poder ponerme en contacto con ellos durante todo el servicio, y si fallara no podré volver a verlos nunca. Seré rechazada por la manada. Aunque eso solo ocurre en casos extremos.

El coche toma la carretera que sale de la ciudad, y rápidamente nos vemos rodeados por árboles y personas en coche y a pie que se dirigen al mismo lugar.

El padre se Amanda nos deja cerca del Centro y se despide con la mano. El no tiene que preocuparse por no volver a ver a su hija.

Mientras caminamos me fijo en las ropas de los hombres: túnicas que llegan hasta la rodilla, probablemente tan fáciles de quitar como mi vestido.

Maddox no tarda en encontrarnos, en cuanto llega a nuestro lado, coge a Amanda y la besa, arrastrándola hacia él. Yo retiro la mirada algo incómoda. El mayor referente de una relación en mi vida son mis padres, y al ser ambos Betas no tienen la necesidad de estar todo el día uno encima del otro.

Aquí me siento segura. Estoy rodeada por mi manada. Es cierto que algunas de estas personas no me tratarían con mucho respeto si no estuviéramos aquí, pero durante las carreras nocturnas, toda la manada en une, y a nadie se le ocurriría atacar a una Omega delante de todo el mundo.

Nuestro grupo de líderes está formado por cinco personas: Un Alfa y un Beta, que son los líderes militares, dos Betas que son los líderes políticos y un Omega que es el líder social.
Son ellos los que abren las carreras nocturnas con un pequeño discurso.

-Hoy damos la bienvenida a los futuros miembros de la manada.- en este caso es el Alfa el que habla. Un hombre de cerca de cuarenta años con una cicatriz cruzándole la cara. Mis instintos me contraen el cuerpo al oír su voz. - Casi todos volveréis aquí dentro de seis meses para ser abrazados como parte de la Manada. Hoy os despedís de vuestra antigua vida, y saludáis al mañana.

La Manada entera grita a mi alrededor en un estado de máxima euforia, y una tras otra, las personas que me rodean van abandonando sus formas humanas.

Con algo de pudor, aunque se que nadie me está mirando, me desato el lazo que sujeta mis ropajes y dejo que resbalen al suelo.
Busco dentro de mi, y dejo que llegue el cambio. Las primeras veces dolió, sin embargo ahora es más un escozor placentero el que me recorre el cuerpo mientras mis piernas y brazos cambian su estructura y comienza a salirme le pelo.

Cuando he terminado la transformación me sacudo y camino entre mis compañeros. Mi olfato se amplifica y puedo percibir a mi alrededor los olores de los que me rodean. De la misma forma también mis instintos se agudizan, por lo que cada vez que un alfa me pasa cerca, agacho la cabeza y enseño el cuello.

Amanda aparece a mi lado y mi chupa el hocico con alegría. Durante la carrera, hasta que llegamos al lago, los Omegas corren con un grupo de Alfas delante y otro detrás, protegiéndonos. Los Betas tienen libertad para ir por donde quieran.
Mi amiga huele mi frustración y me empuja con su cabeza, intentando recuperar mi atención.

A unos metros de nosotras, un Alfa aúlla y pocos segundos después el resto de la
Manada le imita. Al parecer esto es el pistoletazo de salida, porque sin esperar más, los lobos de mi alrededor se lanzan hacia adelante, tomando sus posiciones rápidamente.

Corremos tan pegados que es difícil sabes donde empiezas tu y donde acaban los que tienes al rededor. Correr en manada es completamente distinto a correr en solitario. La sensación de unidad sobre la que llevo tantos años leyendo, es real, está a mi alrededor, Está en mi.

Según avanza la noche, el supuesto orden de va deshaciendo y me encuentro rodeada por Betas y Alfas. Hay un momento en el que me encuentro corriendo en la linde del grupo. Sería muy sencillo alejarme unos metros como veo que hacen algunos Betas, pero antes de que pueda reaccionar, un Alfa me empuja con todo su cuerpo, metiéndome de nuevo en el centro del grupo.

Llegamos al claro junto al lago cuando la luna está en lo alto del cielo. Nos acercamos a la orilla a beber, los Omegas primero, y en el reflejo del agua me veo distorsionada, mi pelaje grisáceo parece plateado con la luz de la luna.

Durante la noche es más importante el orden, los Omegas sin pareja se quedan en la parte baja del terreno, flanqueados por algunos Alfas. Pero la mayoría de ellos se sitúan en la parte alta, manteniendo la vigilancia toda la noche. La parejas y los Betas pueden rondar por donde quieran, siempre que no se alejen.

Obviamente soy la única Omega no emparejada de mi edad, así que soy la única de este grupo para la que todo esto es nuevo. Amanda se ha separado en algún momento de mi, ahora probablemente ya esté con Maddox. Al resto de mis amigos ni les he visto.

El resto de Omegas no emparejados se tumban, muy juntos los unos de los otros y rápidamente se duermen. Yo no puedo hacerlo. Todo a mi alrededor es nuevo. Quiero explorar los alrededores y encontrar a mis amigos y jugar como cuando éramos cachorros.

Se que no debería hacerlo, pero no me importa. Espero a que ningún Alfa me esté mirando directamente y me escabullo entre los arbustos. Poco a poco me voy alejando del olor de la manada, hasta que encuentro otra entrada al lago desde la que puedo meterme en el agua sin ser vista por el resto.

Con cuidado y sin hacer mucho ruido me sumerjo completamente, quitándome un poco el calor de encima. Al salir me sacudo con fuerza y me encamino a un pedazo de césped a pocos metros. Sin pensármelo dos veces empiezo a revolcarme.

Al parecer mi olfato no es tan infalible como creo porque cuando vuelvo a mirar hacia arriba un enorme lobo negro me mira con severidad. Por el olor se que pertenece a mi manada y que aunque no es una amenaza real para mí, estoy metida en un gran lío.

El lobo me lanza una dentellada en reproche y sin parar de gruñir me empuja de vuelta hacia el grupo. El avance el lento, pues cada vez que el Alfa gruñe mi cuerpo se clava al suelo, algo que él parece estar disfrutando a decir por su olor.

Cuando nos reunimos con el grupo me lanza una última dentellada que me pellizca el cuello y que aunque no llega a sangrar, duele. Sobre todo en el orgullo.

Después de eso ya no me levanto más. El Alfa negro se queda cerca y rápidamente me quedo dormida.

La llamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora