Prólogo.

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El bar estaba tan lleno que me costaba abrir paso ente tantas personas

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El bar estaba tan lleno que me costaba abrir paso ente tantas personas. Eran las tres de la mañana y ya la mayoría de mis amigos se habían ido y decidí quedarme por una hermosa morena que me coqueteo durante toda la noche. No me quejo. Abrí la puerta de emergencia que daba a parte trasera del establecimiento así que por ende la calle estaba oscura y sola. Metí las manos en los bolsillos laterales de mi abrigo y empecé a caminar. El camino hacía la calle principal era corto, sólo tenía que dar la vuelta, pero no lograba divisar nada y eso lo hacia más complicado, de repente escuché un ¡ladrón!. Me voltee rápidamente y un objeto se estampó en pecho,— ¡Auch!—, mire al suelo y algo pequeño resplandecía, me agache para tomarlo y antes de tocarlo fui interrumpido:

—¡No te vayas a robar mi zapatilla, ladrón!.

Tome la zapatilla igualmente y me puse de pie tratando de ver el rostro de aquella voz femenina un poco nerviosa por pensar que soy un ladrón pero cautivante por el tono dulce que al parecer le sale natural, pero la oscuridad no colabora con mi intención y rogaba por que encencierdan las luces de los faroles o la luna se colocará encima de nosotros, algo.

—No soy un ladrón y tampoco tengo pensarlo serlo por una zapatilla, es más, dejeme acompañarla hasta la principal y perdonó su equivocación más su golpe — le dije lo más amable posible para no generarle más desconfianza.

No respondió pero sentí pequeños pasos y sonreí, luego deje de oírlos y trate de enfocar la vista, pero mis ojos casi se salen de la impresión al ver unos brillantes ojos verdes que relataban de entre toda la oscuridad que nos rodea. No despegue mis ojos de los de ella, pero ella automáticamente bajo la mirada y murmuró tan bajo que si no fuera por la cercanía y el silencio no la hubiese oído: —Te lo agradezco pero mejor sólo entregamela.

Alce mi mano la cual sostenía la zapatilla y ella parece notarlo porque al momento me la arrebata y pasa por mi lado, sus pasos van calmados y luego me doy la vuelta y por una fracción de segundo logró ver su vestido rojo moverse por que va corriendo. No se que hago pero empiezo a correr detrás de ella, logró ver las luces de la calle principal y unos carros pasar así que acelero, no se me puede perder. Dobló en la esquina y veo varias personas saliendo del bar. Me dentengo para buscar un vestido rojo y lo encuentro deteniendo un taxi, corro hasta donde ella, veo como se gira sólo un poco al parecer sabiendo que alguien la sigue, su nariz respingada es lo único que  deja ver y se apresura en abrir la puerta.

Bien, voy admitir algo; ¡Parezco un acosador!. Pero, ¿saben que más?, no me importa en lo más mínimo.

El auto se demora en sacar el seguro y eso me da tiempo de acercarme y tomarle nuevamente una zapatilla que colgaba de su mano

—Hey, tranquila cenicienta —hablo un poco burlesco.

La escuchó bufar y la fuerza que había jalando la zapatilla se desvanece. Abrió la puerta e ingreso rápidamente haciendo un clic al poner el seguro y decirle andando al chofer. Me quedó de pie viendo la ventanilla bajarse hasta la mitad. Su cabello negro y parte de su frente es lo que veo y luego me saca el dedo del medio y grita

—Quedatela pues, te la regaló aunque no creó que te quede acosador.—y el auto arrancó, su mano se asoma despidiéndose y aunque este algo confundido por lo que acabó de pasar sonrió y hago lo mismo.

Oh, mi querida cenicienta yo no voy a ir probandole la zapatilla a cada chica en la cuidad, yo voy a ir directo a ti y prometo enamorarte hasta que la próxima vez la deje olvidada en mi habitación, pero antes permiteme tomarme el atrevimiento de conocerte un poco y tu a mí, lamento que tengas que olvidar mi rostro y agradezco que no me conozcas aún...

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2018 ⏰

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