Maquillaje Recargado

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Caía la noche y el día había estado súper agotador para el equipo pasionaria, todavía muchas cosas pendientes pero otras muy adelantadas los hacía estar seguros de que la meta sería lograda. Por ese motivo todos se fueron a casa pasadas las 10, menos Florencia que debía enviar algunos correos y contestar otros. Inmediatamente Jazmin desplazo de su mente cualquier pensamiento y sin saber porque la llamo.

─¡Hola, Mamita! ¿Me estás llamando para darme una respuesta o debo seguir esperando?

─Podrías por favor dejar de usar ese adjetivo.

─¡Ok! Por el tono de tu voz siento que me estás extrañando.

─Sería cruel de mí parte dañar tus ilusiones.

─¡Que considerada! ¿Será que piensas que debo agradecerte el gesto?

─¡No! Soy un alma caritativa que se preocupa por su prójimo.

─¡No es que lo dude! ¿Pero me pregunto si podrías satisfacer sus necesidades?

─Ponme a prueba me encantan los desafíos.

─¡En eso coincidimos! Te contare mi dilema a ver si puedes darme una mano y acabar con esta tensión que me agobia.

─Tienes toda mi atención.

─Estoy parada frente al espejo como Dios me trajo al mundo porque acabo de salir de la ducha y me he dado cuenta que justo en ese pequeño lugar de mi pecho que tocaste aún ahora siento una electricidad que recorre mi abdomen bajando hacía mi vientre y termina en mi entre pierna. ¿Puedes ayudarme a liberar esa presión?

─Tu caso es una emergencia que debe ser atendida sin demora por una mano amiga que te incentive, pero a distancia se me dificulta ayudarte.

─Si me guías, te aseguro que cuando necesites mi ayuda mi mano siempre estará extendida. ¿Qué me dices Florencia? ─Respiraciones algo agitadas se escuchaban de lado y lado, una esperaba demasiado ansiosa una respuesta que la independizara de su deseo y la otra intentaba controlar sus ganas de preguntarle dónde vivía para complacerla personalmente. El silencio entre ellas se hacía desesperante, el hambre por sentirse de cualquier forma las llevaba a plantearse estos retos sin importar las consecuencias. El plan de Florencia ya no tenía sentido, su impulso al llamarla la enfrentaba ahora a una Jazmin desinhibida y provocadora que la estaba desbordando y reconocerlo era afirmar que le empezaba a gustar más allá de la petición de una noche de sexo telefónico. Imaginarla desnuda frente a un espejo provocaba que sus piernas flaquearán y elevara su temperatura corporal a niveles insoportables poniendo su sensibilidad a flor de piel. En cada lugar de su cuerpo Jazmin ansiaba sentir el suave toque de los dedos de Florencia deslizándose, desearla con desespero la estaba llevando a la locura.

─¡Florencia! ¿Sigues allí?

─¡Sí! Lo siento, Jazmin.

─¿Qué sientes, me dices por favor?

─No puedo.

─¿Qué no puedes?

─Ayudarte en este momento.

─¿Por qué?

─Vinieron por mí.

─¿Tienes pareja?

─No se trata de eso, debo irme. Discúlpame. Adiós.

─¡Flor! ¡Hermosa! Por favor no me cuelgues... ¡La puta madre! ─al no oír más la voz de Florencia, Jazmin estalló batiendo su móvil contra cama y comenzó a recriminarse su actitud. ─ ¿Cómo se supone que ahora des el siguiente paso? ¡Por Dios Jazmin! ¿En qué carajo estabas pensando al insinuarte de esa manera? Solo le hiciste ver lo desesperada que estás por meterte entre sus sabanas. ¡Estúpida, eso es lo que eres! Lo echaste a perder todo. Es mejor te olvides de Florencia porque no va a querer verte después del triste papel que hiciste esta noche.

Entre Flores y CosméticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora