Unos ojos bonitos y palabras mal habladas.
─ Da-danel... ¿Eres un alfa?
Danel no le respondía, sólo resoplaba. El aliento caliente que salía de su nariz le golpeaba justo en su frente. Acercó su cuerpo al del menor; la cabeza de Aberri le llegaba justamente al borde de sus labios. Él no sabía que le pasaba, era como un calor que Aby había provocado con su aroma. Danel a sus casi veinte años no había experimentado esa sensación. Le gustaba como se sentía el roce con de su pecho con el de omega.
¿Era un alfa? Sí, sus ojos dorados hablaban por él. Pero, nunca se había dado cuenta. Tal vez por vivir en un entorno en el cual los omegas y otros alfas no eran bien vistos. El olor del celo del chico que estaba atrapado con su cuerpo en la pared había despertado su instinto alfa reprimido por años. También sentía miedo, miedo de no ser aceptado por su familia, no poder formar una, ser odiado y caer de la gracia de Dios. Todo eso lo aterraba, no quería que eso sucediera. Se sentía atraído por Aberri en varios sentidos. Era alto, esbelto, piel apiñonada y rasgos varoniles aniñados; con cabello negro ondulado, piernas largas, voz gentil y ojos verdes con rayas café-naranjas. Ese era el chico que le gustaba, Aby. Sus perfectos dientes pequeños que hacían que su sonrisa fuese encantadora.
Unos golpecitos en su pecho lo sacaron de su trance. Y daba igual no podía controlarse, él estaba atrapado dentro de sí mismo mirando como su alfa interno había tomado posesión de él y olía el cuello del menor dando pequeños mordiscos. Aby tenía su camisa entre sus dedos retorciéndolos. Entonces creyó que ambos sentían el mismo calor interno que no podía describir. Los ojos acuosos del pequeño lo miraban sorprendido desde arriba. Sintió como las suaves manos recorrieron su pecho hasta llegar los hombros; sostuvo su cabeza entre sus manos acariciando su cabello. Creyó sentirse en ese momento como un perrito necesitado de caricias. Soltó un suspiro sobre el cuello de Aberri. Lo tomó por la cabeza deteniendo los besos. Danel miró por primera vez los ojos de Aberri. Eran idénticos a un ópalo; un verde brillante con diversas tonalidades desde el rojo hasta un amarillo, podría jurar que notó un color azul. Sus narices rozaron, sentía los dedos de Aby jugar con su cabello. La distancia se fue acortando cada vez más. Él ya sabía que iba a suceder, besaría a una de las razones por las cuales le gustaba ir a la iglesia.
Lo inevitable sucedió, besó a Aberri. Afianzó la cintura del menor con sus manos, Aby por otro lado había enredado sus brazos en el cuello de Danel. Sus labios se movían a la par, disfrutando el sabor de la boca contraria. El beso fue muy breve. Los ojos de ambos centellaban, llenos de deseo.
─Danel... no sé qué me pasó. De repente me sentí mucho calor y luego mi vista se nubló, después ya te estaba besando. Perdóname.
─ Shh... yo sí te quería besar.
─ Me tengo que ir, no creo que esto sea buena idea.─ sintió el agarre intensificarse en su cuerpo. Danel estaba gruñendo y sus ojos brillaban mucho más. El pasillo se llenó de un olor completamente extraño para Aby. El mayor juntó sus cuerpos, juntando sus pechos aún más, presionando sus erecciones contra la contraria. Danel gemía descaradamente y suspiraba. ─ Danel déjame ir. No quiero estar aquí.
─ Eres hermoso. ─ Las mejillas de Aberri enrojecieron, nunca en su vida se había apenado tanto cuando lo adulaban. ─ ¿No dirás nada?
─ No ,quiero irme. Este no eres tú, es tu alfa quién está hablando por ti.
─ Yo... creo que tienes razón, vete. Hablaremos luego. ─ Sin decir más Aberri salió de entre los brazos de Danel y casi corrió del lugar tropezándose un poco. Riendo para sí mismo trató de ignorar el calor intenso que sentía y terminó de limpiar el lugar.
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SANTIFICADO (GAY)
Художественная прозаOMEGAVERSE. Aberri va a la iglesia desde pequeño. Le gusta cantar allí. Aberri siente atracción por Danel. En un mundo en que hay alfas, betas y omegas Aberri tiene que evitar que Danel se consagre más a Dios y así poder estar con la persona que ama...