Helado Y Celos

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"Me gustas tanto... Odio que sea así... que tenga que doler así" pensó. Todas iban al mismo ritmo pero Mina era quien iba al frente con las bicicletas. Desde atrás, la menor podía observar cómo su amor platónico se desplazaba ágilmente por el camino de tierra que tenían que cruzar para llegar hasta el pueblo.

¿Por qué el amor tenía que doler tanto? Por qué alguien se tenía que enamorar de otra persona aún a sabiendas de que está mal, o que nunca va a suceder nada. Todo el dolor que consume al que ama parece injusto. Injusto porque lo único que ha hecho mal es enamorarse, y eso no es lo malo, lo malo es saber de quién te enamoras y aún así no poder parar. Porque el amor no se escoge, solo se vive. Aún si ese amor solo causará sufrimiento o jamás pasará en la mente del otro. El amor no traería más que problemas.

Pero eran vacaciones. No estaban allí para enamorarse. Estaban para vivir, para crear recuerdos. Qué mala suerte que el amor sea parte de la vida... Pero aún peor suerte tienen aquellos que viven y jamás lo encuentran.

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"El señor Myoui dijo que estaban por aquí... Diablos, no veo nada" Sana había entrado en la bodega ayudando a Tzuyu a buscar la bicicleta.
"ten cuidado, hay unas... ¡AH!" sintió que un peso cayó encima suyo y rodaron desde arriba hasta el piso.

"... Unas gradas" Sana se dio la vuelta y aún sentía el peso encima suyo. La oscuridad era mucha, pero había una ranura entre dos ladrillos con la que pudo distinguir una silueta que se encontraba tocandose la cabeza por el golpe.
"Demonios, perdóname por favor. Soy una idiota, no vi y te lastimé. Es mi culpa" cada vez, Tzuyu hablaba más rápido por los nervios. Sana en realidad sí estaba molesta, ¿cómo una chica tan linda podía ser tan tonta? Sería algo que tendría que aprender a manejar.

"No te preocupes, ¿te lastimaste?" Sana pensó que sería un buen momento para mover otra pieza en su juego. Esta vez tocó su mejilla y la acarició, jugando también con un mechón que caía cerca de la misma.

"y-yo... No, sí... No, quiero decir que est-estoy bien..." Tzuyu no podía más con eso. ¿Por qué alguien jugaba así con ella? ¿O es que acaso era más que un juego? Sus pensamientos la traían loca.

"Zhou~" ahí estaba otra vez, esa sonrisa dulce que se lograba apreciar gracias al pequeño destello de luz que se metía por la ranura de la bodega. Ese mismo tono que hacia que la menor se paralizara y la hiciera actuar como una completa tonta. Sana tenía que hacerlo, sentía que debía hacerlo. Tenía que entender qué placer tenía ilusionar tanto a alguien y disfrutar ver su corazón roto en mil pedazos. Ya se lo habían hecho dos veces, algo tenía que ser para que las personas lo disfrutaran así.

"Sa- Sana..." no quería, pero ya no podía resistirse más. ¿Y qué si en verdad estaba atraída sexualmente por ella? ¿A quién le tendría que importar? Ese no era el problema; el problema era que ya no sabía como detenerse. Sus sueños, sus pensamientos más impuros eran sobre esa chica. ¿Y por qué? No tenían ni tres días de conocerse.
"Zhou... Levántate, me duele" sonrió para la menor que aún se encontraba sobre ella.

"primer paso: que me desee. Listo" pensó.

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"Nayeon... Por favor... Dame más" Momo decía con insistencia.
"no. Tú dijiste que no querías helado, yo te advertí que no te daría del mío otra vez" Nayeon y Momo discutían por comida... De nuevo. La plaza de la ciudad estaba llena, había comercio de todo tipo y las calles estaban adornadas con lindas y coloridas guirnaldas por una celebración.

"parecen esposos de décadas" Chaeyoung se burlaba de la amistad de amor-odio que sus mayores tenían. Mina comía su helado callada mientras sonreía por la escena.
"un día las tres se terminarán matando" pensó. Se levantó para botar la basura y logró ver dos figuras que se aproximaban hacia ella.
"¡por fin!" Mina vio que se trataban de sus amigas.
"Tzuyu, ¿qué tan difícil era encontrar la bicicleta" se burló Mina.
"¡Sana Sana Sana Sana! ¡Compremos un helado por favor!" llegó corriendo Momo hasta donde ellas. Sana por supuesto no se negó, y es que, ¿quién podría ante Momo? La respuesta: Nayeon. O al menos, ella fingía ser muy dura con Momo para mantener su superioridad, y su imagen ruda. Aunque para la inocente Momo, Nayeon era como un dulce conejito del cual disfrutaba su compañía y robar su comida.

"Y-yo... También quería comprar helado con Sana... Mierda" Tzuyu no se percató cuando todos se habían alejado y no tuvo oportunidad de volver a hablar con Sana. Sentía que debía disculparse, sentía que había hecho algo mal en la bodega, no se puso a pensar siquiera si a aquella chica le gustaban las chicas, o más específicamente, si le podría llegar a interesar ella. La cabeza de Tzuyu una vez más estaba inundada de la figura de aquella japonesa amable y risueña.

En cuanto caminaba hacia la mesa frente a la tienda donde estaban, un chico se le acercó, definitivamente era un local. Le habló en inglés preguntandole cómo estaba y si era visitante. De forma no muy interesada le respondió que sí, una pequeña conversación impedía que Tzuyu llegara a la mesa con las demás. El chico pensó que su sonrisa constante era como una señal, y se decidió por anotar su número para dárselo, se sentía como todo un ganador por flirtear con una chica extranjera. Pero en cuanto levantó su mirada vio a aquella linda chica ser rodeada de forma demasiado cariñosa por otra.

"Darling~ did you miss me?~" Sana rodeaba su cuerpo por detrás y dedicó una mirada victoriosa al chico. En lugar de dar su número les dio un volante y se fue con la cabeza gacha. Era sobre una fiesta que se celebraría en el pueblo esa misma noche.

Our Last Vacations [Satzu] 🔶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora