Capítulo 16

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Ahora es él quien se esconde, pero no se le puede culpar luego de haber recibido aquella noticia tan impactante. Ha pasado poco más de una semana desde que Tamaki le dijo que gusta de él. A partir de ese momento, el pelirrojo se ha distanciado del mayor, no por horror o repulsión, menos para hacerlo sentir mal. Simplemente ha querido tomar su espacio para poder pensar claramente el cómo le responderá, porque es obvio que debe darle una contestación; no puede fingir que no ha escuchado nada puesto que eso es de cobardes. Pero, ¿qué debería hacer? Si le dice que no, lo lastimará; si le dice que sí a pesar de que solo es mentira, lo lastimará. Sea cual sea la opción que escoja, la situación no parece prometedora para él.

Suspira derrotado, dejando caer su cabeza contra el colchón de su cama y clavando sus ojos rojizos en el techo del lugar.

¿Acaso esto significa que su amistad con Tamaki está en peligro? ¿Cómo es que no se dió cuenta antes de lo que sentía su senpai por él? Bueno, debe admitir que uno es ciego para esas cosas cuando se encuentra en una situación similar. A cualquiera le pasa.

En vez de estarse agobiando con problemas de esa índole, debería estar haciendo la tarea que le han dejado para entregar el día de mañana. Recuerda que es algo de matemáticas y no encuentra mejor opción que ir con su tutor predilecto. ¿Quién diría que para ser un héroe también necesitas ser un buen estudiante? Algo cansado, se levanta de su sitio y toma todos sus utensilios necesarios para, posteriormente, salir de su pieza e ir dónde él; suerte que sus habitaciones están una al lado de la otra.

Frente a la puerta, alza el puño y lo acerca a la madera con intensiones de golpearla para poder llamar la atención de quién se encuentra dentro, sin embargo, ésta se abre y su mano se queda a mitad de viaje en cuanto su mirada se encuentra con la del rubio.

—¿Qué?— espeta Katsuki, barriendolo con la mirada y plantado aún debajo del marco de la puerta.

—¡Por favor, ayúdame a hacer la tarea!— pide el pelirrojo, mostrando su libreta como si eso fuese suficiente para persuadir al otro muchacho.

—¿Ahora?

—¿Uhm? ¿Ocurre algo?

—La verdad es que sí— gruñe, dando un paso al frente y cerrando la puerta a sus espaldas—. La tonta no novia del nerd me ha pedido el estúpido favor de acompañarla a comprar algo para él.

—¿Uraraka?

—Sí. No entiendo por qué quiere que vaya con ella. Dijo algo de que yo conozco bien lo que a Deku le gusta y que el imbécil de Todoroki o Iida no iban a servirle mucho de ayuda.

—Ya veo— dice, una sonrisa surcando su rostro —. Me alegra que convivas con los demás. Y Uraraka es muy buena chica.

—Me da dolor de cabeza. Ugh. Solo voy porque no me dejaba de insistir.

—Está bien. De todos modos, trata de pasártela bien y no explotes nada.

—Yo sabré qué hago— se quedan un ínfimo segundo en silencio; Bakugō vuelve a ver la libreta en manos del contrario—. Espero no tardar mucho, pero si estás tan desesperado por hacerla, puedes pedirle ayuda a alguien más.

—Lo pensaré— responde Eijirō, haciendo una mueca pensativa y encogiéndose de hombros—. Podría preguntarle a Todoroki, aunque a veces puede ser muy ambiguo con sus explicaciones. De todos modos, no te preocupes. Yo me las arreglo.

—Mhm. Claro— afirma escéptico el rubio, empezando su marcha y pasando junto al contrario.

Eijirō ve como Katsuki se va alejando hasta desaparecer en cuanto dobla en una esquina. Luego, observa lo que tiene en manos como si obtuviera las respuestas acerca de la razón de su existencia.

Sentimientos por la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora