Las expresiones que dibujaba el rostro Kami eran difíciles de decifrar para Mylo. Por su lado, Janus se preguntaba si él había hecho las mismas muecas luego de que Mímir le hechizara.
El campamento estaba montado, ya estaban cerca de la aldea. Al siguiente amanecer llegarían a Damask y Kami aún no se había despertado.
Cuando Janus la tocó, le hechizó de la misma manera en que Mímir lo hizo con él, aunque ningún otro portador tenía la capacidad de ser más sabio que él. Los roles habían sido bien definidos, y la asesina del grupo no podía ser nadie más que Kami. Su destreza era innegable.
Al principió mató a tres Grecos sin mucha dificultad, el campo recién se había creado. Al ser la primera vez de Kami dentro de uno, la perla regularía gradualmente la cantidad de poder que se liberaría hasta llegar al tope que su cuerpo aguanta por ahora. Al ser una asesina entrenada, su cuerpo aguantó más de lo que Janus pensó. Agradeció ser el apoyo del grupo, de otra manera no se habría podido curar el brazo tan rápido, definitivamente lo habría perdido.La lluvia que los detuvo ya se había transformado en una gran tormenta, el sol se había escondido hace muy poco y una fogata cubierta con un techo improvisado era lo único que iluminaba tenuemente el lugar. El suelo encharcado comenzaba a ahogar poco a poco el fuego, y Janus consideró que era demasiado temprano para dormir.
Salió de la tienda y se agachó frente a la fogata, Mylo, desde la tienda, le miró sin darle demasiada importancia a lo que hacía. Él sí quería dormir.Janus separó los troncos que ardían y los ahogó en el agua que había a sus pies. Una vez a oscuras, pensó en lo mucho que había cambiado su vida. En todo lo que ahora sabía, y en todo lo que se venía. Entre todo, le fascinaba el entendimiento que ahora tenía de las esencias. Amaba ver cómo siempre tuvo razón y se jactaba de pensar en lo que su futuro le deparaba. Pensó en su antiguo trabajo y su risita engreída le recordó a todos y cada uno de sus clientes... Y recordó a ese par, qué complique. Sintió que había hecho lo correcto al no decirle a Luna lo que ocurría, después de todo, ella se acostaba con el novio de Meg. ¿Realmente durará esa "amistad"? ...
Le mintió a la morena esperando que Luna se diera cuenta, y que les pasara todo lo malo que merecían... Independientemente de cualquier cosa, la información que guardaba ese libro era supremamente valiosa, y les agradeció por eso.Una sensación de inseguridad interrumpió sus pensamientos y se apoderó de él por una razón que no entendía. Nunca le había temido a la oscuridad, y no creyó que estar en un bosque, de noche y a oscuras fuera la razón... Independientemente de todo, se sentía inseguro, se sentía vulnerable, se sentía desprotegido, y no le gustaba. Analizaba trabajosamente el horizonte intentando vislumbrar alguna señal de peligro. Al no encontrar nada por la oscuridad que dominaba, cerró sus ojos y se dispuso a escuchar. El suave suspiro de la brisa le acarició el oído y el escalofrío que recorrió el cuerpo de Janus se tradujo en una pequeña convulsión. Algo andaba mal, lo supo en ese momento. Llevó su mano derecha al suelo y en un pequeño destello azúl escribió la runa que crearía el campo. No pensó demasiado al hacerlo, y tal vez lo hizo un poco más grande de lo que quería, pero en ese momento no importaba. El aura azúl comenzó a apoderarse de él, iluminando levemente su alrededor.
Su preocupación había cobrado sentido, aunque no veía la razón directamente. Atravesando la espesura del bosque podía sentir esencias que le producía asco, literalmente. Los árboles al rededor de ellos se retorcían y lloraban. Janus podía escuchar claramente su llanto a través del viento. El bosque sufría, y Janus no lo soportaba. Con paso firme comenzó a acercarse a dichas esencias. A medida que la distancia disminuía se daba cuenta de cosas.
Contaba al menos doce esencias, un par más desagradables e intensas que el resto. Se dividían en dos grupos, y se tenían poco más de cien metros de distancia entre sí. Janus no tenía miedo, y, de hecho, omitía la mala sensación que le producía. Ya había pensado en posibilidades, pero no fue sino hasta que estuvo de frente con el primer grupo hasta que se dió cuenta. Un chillido repugnante envolvió sus tímpanos y las siluetas cornudas que se acercaban le mostraron que tenía razón... Demonios, no podían ser otra cosa. Aunque la gran masa corporal que poseía la mayoría era mucho mayor que la de Janus, él pensó en que podría con ellos. Desde que supo su rol como portador del Zafiro se había vuelto bastante confiado y arrogante. Se plantó frente a ellos, firme, y empuñó sus manos. El primer demonio arremetió contra él, no era lento, precisamente; un hombre promedio no esquivaría tal golpe, sin embargo, Janus no lo era. Fue poco el esfuerzo que tuvo que hacer para verle venir, el demonio pretendía embestirle con los cuernos y tenía la mirada clavada en el suelo, a lo que Janus respondió saltando sobre él y pateando la parte trasera de su cabeza. El demonio cayó boca abajo y Janus aterrizó sobre él, se puso de cuclillas intentando descifrar cuál demonio sería el siguiente mientras sentía que humillaba al demonio bajo sus pies. Clavó su mirada en el siguiente, y se lanzó por él. Iba de frente, el demonio le vio y su reacción fue bajar la mirada para intentar clavarlo en sus cuernos. Janus se deslizó por debajo de él tomando los cuernos. Haciéndole contorsionarse de una forma inhumana, los clavó en el suelo y luego pateó fuertemente su cara mientras se levantaba en un acto acrobático. Seguidamente, casi de inmediato, esquivó a dos bestias que venían una por cada lado, simplemente saltando, logrando así una colisión entre ellas. Mientras caía asestó un fuerte golpe a cada uno con sus pies, haciéndoles comer pantano.
Janus se sentía genial, se sentía realizado. Alzó su mirada llena de orgullo y arrogancia, mirando al último par de ese grupo. La criatura cornuda que estaba detrás de todos era quien le parecía más repugnante a Janus, pero sólo por su esencia. En realidad su aspecto era más delgado y elegante, seguía siendo una grotesca figura, pero el resto excedían límites que éste no cruzaba. Se lanzó por el demonio que tenía al frente, pensó en pegarlo a él, y usarlo como rehén mientras descifraba cómo actuaría el último. El demonio intentó embestir a Janus, como todos los otros, y Janus no sólo lo esquivó, tomó sus cuernos e intentando aprovechar la fuerza de la embestida quería girarlo e interponer la repugnante figura entre él y el demonio final. Sin embargo, al parecer el último era bastante más rápido... En medio del giro, Janus observó como su abdomen había sido atravesado por dos largos cuernos, los cuales también habían penetrado al demonio que había pensado usar de escudo. El inconmensurable dolor se apoderó de él y sus gritos se mezclaba con los rugidos repugnantes de ambas bestias. Cayeron al suelo los tres y Janus sintió un poco de libertad. La cabeza de la bestia que le había atinado la cornada ardía en llamas azules que le consumían, pero el adolorido Janus no se dió por enterado. Pataleaba y el pánico se había apoderado de él. Intentaba curarse, pero esta herida era diferente a cualquier otra que hubiera recibido antes. De no ser un portador habría muerto de inmediato. Emanaba una cantidad exagerada de sangre, y Janus trataba de cerrar la herida. Su recuperación tomaría algo de tiempo... Y no tenía mucho, precisamente. El segundo grupo estaba justo frente a él. No lograba levantarse, así que se arrastraba por la hierba con una expresión que era dominada por el terror que sentía. Sintió que lo tomaron de los pies y todo su mundo se vino abajo. Giró y observó al desagradable ser que le impedía huir. Su vida había terminado, pensó.
Cerró los ojos, pero eso no evitó que un haz de luz se hiciera notar frente a él. Los abrió de inmediato, y justo frente a su mirada estaba Kami, al lado de la chica, el cuerpo degollado del demonio...- ¿Asustado, Zafiro?- le escuchó decir antes de desmayarse.
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Corazón De Piedra
FantasíaSu misión no es buscar pelea. Su misión no es buscar problemas. Su misión es simplemente no morir. Pero... Qué difícil es hacerlo estando ya en el infierno, ¿Verdad?