Capítulo único

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Jaebum gruñe todo lo bajo que puede, con la intención de desahogarse y a la vez no ser oído por el resto de miembros de la reunión. Aunque, al menos para el par de alfas a su lado, es imposible no escucharle.

Está molesto, cansado y aburrido de escuchar a los altos cargos de las manadas hablar de temas estúpidos y que desde luego no merecen una junta de emergencia.

Le había prometido a su pareja que pasarían el día juntos y no solo le mosqueaba el haber tenido que irse porque Youngjae fuese a sentirse decepcionado, sino porque él mismo tenía ganas únicamente de estar acurrucado con él. Tal vez siendo un efecto secundario de que su celo se hubiese disipado hace poco, o tal vez simplemente porque en el tiempo que había pasado pegado al menor ya se había acostumbrado a su tierna compañía.

Ser el líder de la manada no es algo sencillo y mucho menos algo que le guste a Jaebum. Al contrario que cualquier otro alfa, al pelinegro no le interesa el poder ni los temas políticos, él solo quiere vivir una vida tranquila junto a su pareja y que su hermano menor, Jinyoung, alguien mucho más interesado en liderar que él, se hiciese cargo de la manada. Aunque eso no pasaría hasta dentro de unos años y siempre y cuando el menor encontrase un compañero.

Jaebum, a decir verdad y aunque no fuese de manera intencionada, de alguna forma también había conseguido que consideraran al otro descendiente de los Im como un mejor líder. ¿Cómo? Sencillo, se había enamorado de un beta. Y no es que las relaciones entre alfas y betas estuviera mal vistas, aunque sí que en ocasiones eran complicadas, especialmente cuando ambos eran machos y generalmente deseaban el control por igual. Pero aún así no estaban prohibidas, por lo que el único problema estaba en la descendencia. En el caso de Jaebum, si Youngjae hubiese sido una chica no hubiera habido ningún tipo de problema porque hubiera podido darle cachorros aún siendo una beta, pero no funcionaba de la misma forma con los chicos.

Aunque al alfa no le importó en absoluto.

Aún si su familia hubiera insistido en que buscara a otra pareja, él seguiría negándose. Y no porque su lobo le hubiera elegido, no podía hacerlo siendo un beta, sino porque el mismo Youngjae le había aceptado tal y como era, con sus pequeños secretos, y eso era algo fundamental para él.

Así que hoy por hoy no se arrepiente de su decisión, ni si quiera al haberse ganado el rechazo de varios altos cargos por su "egoísmo". Nada de eso le importa siempre y cuando pueda volver a casa con el castaño. Y precisamente, lo primero que hace nada más llegar a su hogar es buscar a su pareja por toda la casa. Sonríe ampliamente cuando lo encuentra recostado en el gran sofá del salón con toda su atención en el programa de media tarde. Aún así, no duda un segundo en lanzarse sobre él, ni este en envolverlo con sus brazos y piernas.

-Bumie~ -Ronronea el menor una vez que el alfa ya ha escondido el rostro en su cuello.

-Te he echado de menos -Murmura contra esa suave piel.

-Pero si nos hemos visto esta mañana -Responde entre risas, pero a Jaebum no le importa. Aún si solo hubieran estado separados por una hora, él ya le echaría de menos.

-Aún así te he extrañado mucho.

Youngjae se remueve bajo él, atacado por la extrema ternura que el mayor irradia normalmente solo con él. Por lo que no tarda en llenar su rostro de besos sin pasar por alto como el mayor se deja hacer y se derrite ante su tacto.

Todo transcurre bien, con normalidad, por algunos minutos: el beta continúa con los besos y las caricias hasta que incluso cree oír al otro ronronear y Jaebum solo se mantiene abrazado a su pareja y disfrutando de su cariño. Una vez que Youngjae baja la intensidad de los besos y el mayor puede volver a pensar con claridad es cuando las cosas se tornan menos alegres.

Secret taste ✧ 2jaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora