De flor a flor.

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La Nochevieja de ese año había sido maravillosa; Kirishima y Momo pasaron la noche en la mansión de la chica, celebrando con su familia —el año anterior había sido en la casa de él—; disfrutaron de lujosa comida deliciosa, deleitándose con los manjares que los cocineros de la familia Yaoyorozu cocinaban; tuvieron largas conversaciones profundas, cortas anécdotas que robaron más de una carcajada y dulces halagos que teñían de rojo las mejillas de todos.

Luego de que el reloj marcara las doce de la noche, anunciando el fin de la Nochevieja y dándole una calurosa y meliflua bienvenida a la Navidad, las copas de champagne chocaron con regocijo en el medio de la mesa, sostenidos por la excéntrica familia.

Luego del corto sorbo de la bebida, los abrazos y felicitaciones, los adultos se fueron de la mansión rumbo a la casa de una familia amiga.

Cuando la pareja adolescente se quedó sola, la muchacha —que aquella noche se había vestido con un fino vestido de tonos rojizos— fue a por unos chocolates calientes mientras Kirishima se quedaba a calentarse en la chimenea y le daba furtivos vistazos rápidos a unos de los paquetes que estaba debajo del árbol; especulaba que ese era el regalo que su pareja le daría, pero, ¿qué podía ser? Desde que llegó que quiso saberlo y la ansiedad lo comía vivo. Miles de posibilidades cruzaban su mente, creando diferentes escenarios donde él reaccionaba al obsequio.

Cuando Momo volvió y se sentó al lado de Eijirō, ambos se dedicaron una sonrisa antes de tomar un sorbo del chocolate.

—¡Esto está muy bueno! —exclamó Kirishima.

Momo lo miró y sonrió satisfecha.

—Me alegra que te guste, hace poco aprendí a hacerlo por mí misma. Ya sabes, sirvientas que lo hagan por mí y todo eso...

—Pues rindió frutos, te felicito. —El pelirrojo le dio otro sorbo a su bebida—. Me pregunto cómo estarán pasando la Navidad nuestros amigos. Según sé, Kaminari la pasará con Shinso.

—Tengo la leve sospecha de que ellos están juntos y aún no nos lo han dicho. Me pregunto qué se regalarán... ¡Ah! ¡Tu regalo! Casi me olvido de eso.

La chica se levantó deprisa y fue hasta el árbol bajo la mirada del pelirrojo, que intentaba ocultar su ansia por saber qué le obsequiaría. En vez de agarrar una caja colorida, Yaoyorozu agarró un paquete mediano con forma cuadrada envuelto con un papel verde y se sentó delante del chico.

—Ten, estoy segura de que te servirá. —Le tendió el paquete y Kirishima lo agarró con cuidado, tratando de adivinar qué era.

Cuando lo abrió, se encontró con un libro. Era una guía de entrenamiento; todo lo que debía saber sobre una dieta sana, los diferentes artefactos de ejercicio y cómo usarlos correctamente. Era algo que Eijirō nunca hubiera pensado comprar o recibir, pero apreciaba muchísimo que Momo supiera que amaba entrenar.

—Muchas gracias, esto me servirá en el futuro cuando pueda pagarme un gimnasio y todas esas cosas. Me encanta.

—No acabé, Kiri. No tendrás que esperar tanto, ya que tendrás tu propio gimnasio.

—¿A... a qué te refieres, bebé?

—¿Recuerdas que el otro día me encontraste hablando con tu madre? —Kirishima asintió—. Bueno, ella aceptó que yo pague a unos albañiles para que construyan otra habitación en tu casa: ¡una de entrenamiento para ti!

La boca del muchacho se desencajó. Conocía a Momo; no sabía sobre medirse al hacer regalos o al usar su dinero, por lo que para ella no parecía una locura hacer algo así tan normalmente. Por otro lado, una emoción lo invadió; tendría su propia habitación de entrenamiento donde podría entrenar tanto como él quisiera gratis, como siempre había soñado. No tenía palabras para expresar lo feliz que estaba, por lo que dejó el libro a un costado en el suelo y se abalanzó sobre Yaoyorozu para abrazarla.

—¡Muchas, muchas gracias! No tengo palabras, en serio. Gracias, gracias, gracias.

La de cabello azabache no pudo evitar reírse de la emoción de Kirishima, la cual le resultó sumamente enternecedora. Correspondió el abrazo y sonrió.

—No hay de qué, Kiri. Era lo que querías. Me alegra verte feliz.

El pelirrojo se separó de ella, le dedicó una resplandeciente sonrisa y le dio un casto beso en los labios. Luego, se levantó y salió corriendo hacia la puerta de la casa. Cuando volvió, tenía los brazos detrás de la espalda.

—Ahora me toca darte tu regalo. —Sacó la mano izquierda; en ella había un paquete cuadrado, envuelto con un papel navideño.

Yaoyorozu, con una expresión conmovida dibujada en su rostro, tomó el paquete y lo abrió; dentro había un libro de literatura juvenil, más precisamente de aventura. La alegría y sorpresa se instalaron en el semblante de la muchacha.

—¡Es... es el libro del que te hablé el otro día! ¿Cómo lo conseguiste? Se supone que no sale hasta el próximo mes.

—Tuve que trabajar un tiempo en una tienda de peluches, pero pude pagar el libro para tenerlo antes de que saliera oficialmente.

—Muchas gracias, Kiri. Agradezco muchísimo el esfuerzo. —Momo hizo un ademán de abalanzarse sobre el pelirrojo, mas se detuvo cuando él la paró con la mano izquierda.

—Todavía no acabé, falta esto. —Mostró su mano derecha y la tendió hacia la pelinegra; con ella sostenía un gran ramo de rosas. Momo llevó sus manos a su boca, en un movimiento de sorpresa, y sus carrillos se pusieron tan rojos como los pétalos de las flores—. Lo mejor es que dejé las raíces, así que podemos plantarlas y así seguirán vivas.

Yaoyorozu se percató de que las raíces de las flores estaban llenas de tierra, que caía al suelo. Sonrió; aquel regalo mostraba auténticamente a Kirishima. Luego, tomó el ramo con ambas manos y lo levantó un poco para poder oler el delicioso aroma de las flores. Cerró los ojos para disfrutar de la exquisita fragancia que emanaban. Una vez que abrió los ojos, miró al chico que estaba delante de ella, observando su belleza con fascinación.

—Son bellísimas, muchas gracias. ¿Vamos a plantarlas?

—Excelente idea.

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un pequeño Drabble Navideño de esta bonita (y crack) shipp. ♥ 

De flor a flor | KiriMomo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora