-¿Estás espiándome? - una chica pelirroja se giró hacia un chico moreno de ojos verdes.
-No es eso exactamente. Es solo que me gusta observar. Debo observar.
-¿Te encuentras bien? Puedo llevarte al hospital.
-No- contestó rápidamente- Mi deber no es incomodar. Ni si quiera debería interactuar contigo. Nos vemos.
El frío chico se fue dejándola con la palabra en la boca. Algún día llegaría el fin y solo el viviría. Una de las normas básicas para él era no hablar con nadie, por peligro a encariñarse y sufrir por su muerte.
Antes de irse añadió, rompiendo esa norma por segunda vez:
-Solo podemos esperar a que acabe, o al menos tú. Buena suerte. Gracias.
Se alejaron el uno del otro y no se volvieron a ver hasta al cabo un tiempo. Después de millones de años había hablado con alguien. Sabía que no habría consecuencias por que ellos le abandonaron tiempo atrás. Pero el tampoco quería hablar mucho con ellos, por que también tenía ese fallo, también tenía sentimientos. con una pizca de suerte no volvería a verla y no tendría el impulso de tratar con ella, lo que él no sabía, era que ella siempre pensaba en lo extraño que sería volver a verlo. La suerte nunca va de parte de nadie. La suerte es el azar positivo negativo para alguien. Pero en este caso solo había dos opciones; que se encontraran o que no se volvieran a ver.
la vecina de su vecino le despertó como cada mañana, así que hizo le que cualquier persona haría, sabiendo que el jamás lo sería. Cinco años habían pasado desde que la vio y no se había olvidado. Cinco años que pasaron hasta que se encontraron.
-No habrás la caja.- La pelirroja de ojos marrones estaba tan nerviosa como siempre.- Hoy es el gran día en el que me voy. No me desordenes las cosas mamá.
Se cargó una mochila azul y verde a la espalda dirigiéndose a la estación, iba a irse a otro lugar que visitar y vigilar. El tiempo se acababa y el suyo no se movía. En la estación la vio. Ella con una caja en su regazo. Le vio.
-Hola.-El chico estaba incomodo y ella inquieta.-Tengo que irme muy lejos.
-Yo viajo por diversión.
una botella de cristal roja rodó hasta donde ellos se situaban. El chico tenía una mala impresión, sin embargo la cogió y la abrió. desenrolló un pequeño mensaje que ponía: "El hilo se acabó para ella. No nos desobedezcas."
No le dio tiempo a reaccionar. La chica se cayó en las vías del tren y murió. Había desobedecido. Miles y miles de muertes había visto. Miles y miles de años sin hablar a nadie. Pensaba que le habían abandonado, pero ellos le vigilaban mientras él escribía las memorias de la tierra. pero se había acabado el tiempo de ella por su culpa.
FIN.
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El fin. One-Shot.
Short StoryTanto tiempo sin hacer nada ni interactuar con humanos, pensaba que ellos me habían olvidado, pero al final he pagado por desobedecer.