Nuevo Comienzo

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Es temprano, el lugar está envuelto de un campo misterioso, único del amanecer. De aquel paso de la noche al día, de un despertar lento y lleno de parsimonia. No cantan las aves como las típicas escenas de una película animada. Agradece con una mueca, la cual desea emular, al menos, una mediocre sonrisa forzada. Definitivamente lanzaría algún objeto a cualquier plumífero que decidiera deleitarlo con notas suaves y felices.

Déjelo con su miseria, con canciones corta venas y su peculiar olor a menta intenso. Porque sí. Porque no tenía otra cosa que realizar aparte de ventilar su aroma lleno de sus emociones.

Porque Hal era un alfa de rango medio.

Lo típico.

Lo usual.

La mayoría de alfas pertenecían a ese rango. Algo que no le molestaba, en absoluto. No era el bicho raro, ni tampoco el denominador de la gente. Todo el mundo sabía que los betas eran el mayor porcentaje con sus respectivas divisiones: Altos, lo más cercanos a un alfa; medios, los betas netamente hablado; bajos, los llamados "casi omegas"; siendo los primeros y últimos capaces de detectar los aromas de las demás castas, pero con una menor intensidad. Y él, siendo un alfa medio, las feromonas de los demás desfilaban sin ningún problema por su nariz, incomodandolo cuando algún alfa u omega inestable pasaba por su camino.

Al igual que él en estos instantes.

- Que se jodan...- murmura al darse cuenta las molestias que puede ocasionar. Él se tenía que tragar todo aquel olor a caoba, de madera recién cortada, la cual le producía comezón en su nariz, por querer demostrar la gran aflicción de su amigo Oliver sentía por cierta muchacha omega de rubios cabellos.

Al menos su querido amigo le pagaba la bebida.

Sino el pobre hubiera terminado de trapo sucio en la esquina del bar al frente del campus.

¿No lo sabían?

Nuestro querido Hal era universitario.

Y como recita la canción, era una cosa de locos. 

A él no le importaba que fuese así. Es más, le agradaba que fuera así. La vida monótona ni siquiera llegaba a ser un mal chiste para él. La aventura y la adrenalina conformaban gran parte de su vida.

Claro, también estaban los castigos y las metidas de pata.

Cuando lo cagaba en grande.

Tal como ahora.

En otras circunstancias, en otra situación, posiblemente él se encontraría en su cama, en los benditos brazos de Morfeo. ¡Por Dios! ¡Por Zeus! ¡Por Alá! ¡Por quién sea! Ya había realizado algo similar. Oliver, su compadre de juergas, se lo podía asegurar. Hasta el susodicho, en ciertas ocasiones había sido el perjudicado. Claro, no era un promiscuo. La mayoría de veces no pasaba de algún coqueteo, uno que otro baile con contacto corporal, algunas insinuaciones. Y una despedida con un nuevo número telefónico que rara veces llamaba.

Pero la noche anterior, de todas las muchachas, ya sean betas u omegas, tuvo que acercarse a una omega de rango bajo llamada Iris.

Iris West

El amor platónico de su compañero de habitación, Bartholomew Herry Allen.

Cuando inicio el primer semestre y tuvo que instalarse en su nueva habitación, no le simpatizaba la idea de compartir cuarto. Sus instintos claramente surgiendo. Aquella primitiva emoción, si se le puede llamar así, de posesividad despertaba y empezaba a ebullir dentro de él. Su familia lo tenía muy claro, por eso habían realizado el esfuerzo por darle una habitación propia, aunque las peleas entre los hermanos no faltaba.

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⏰ Última actualización: Dec 01, 2018 ⏰

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