15.- CIERRA LA PUERTA Y APAGA LAS VELAS

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«Feliz cumpleaños, siempre feliz cumpleaños, niño de mi corazón.»

Kun aún recordaba a la perfección a ChenLe sacudiendo un trozo de papel con caracteres plasmados en color turquesa sobre él, la sonrisa idiota de su primo y el revoloteo frenético de su corazón contra su caja torácica.

«Gege, ella te ama, no puedes imaginar cuánto.»

A veces, cuando su corazón se sacudía con violencia contra sus costillas, Kun se sentía tentado a creerlo.

El embarazo de su madre fue uno muy riesgoso, sus padres lo supieron incluso antes de planear tenerlo. Su madre, una mujer espíritu obstinado y luchador, pero de cuerpo débil, decidió que un hijo valdría el riesgo, que él lo valdría. Entonces se embarazó y los médicos, al igual que su padre, le exigieron abortar, pero su sentido de auto preservación se vio considerablemente reducido por su instinto materno y el deseo de cargarlo en sus brazos.

Ella decidió su nombre, tejió gran parte de su ropa, mantas y calcetines. Antes de que le ordenaran reposo absoluto, pintó y decoró con sus propias manos su habitación. Cuando ya no pudo hacer actividad física, se dedicó de lleno al tejido y a construir pequeños recuerdos en los que Kun podría encontrarla en caso de que algo saliera mal durante el parto y ella acabara falleciendo.

Qian Kun nació el primero de enero del año de la rata; mientras que el resto del mundo celebraba con festivales y fuegos artificiales la llegada de un nuevo año, las familias Qian y Zhong le daban la bienvenida a una nueva vida y despedían a otra.

Su nacimiento se redujo a la pérdida de una mujer maravillosa que nunca llegó a conocer, porque su padre decidió que no merecía tener nada de ella y todos esos recuerdos que la mujer construyó con tanto amor y esmero, desaparecieron hasta que cumplió los dieciocho años y su primo más pequeño –motivado por la curiosidad innata y la sed de aventuras mortales– confesó haberlos encontrado en el altillo de la casa de los abuelos Zhong.

Su padre, culpándolo indirectamente por la muerte de su madre, siempre se negó a celebrar su cumpleaños, porque era como celebrar la ausencia permanente de ella.

Kun nunca se sintió capaz de reprocharle algo más de lo que se sintió capaz de celebrarse a sí mismo sin pensar en que su vida había costado la de otra persona, no podía vivir con eso y el sentimiento de culpa lo arrastró a tantas malas situaciones, a hacerse tanto daño que no podía creer la idea de que un grupo de personas, a las que él nunca les dio nada, se molestaran en sorprenderlo de esa manera.

Unos cuantos golpes por parte de su padre nunca opacarían la emoción abrumadora que sentía en ese momento.

Se sintió tembloroso mientras sus amigos cantaban desafinado, escuchando de fondo la risa de ChenLe mezclada con la misma canción, pero en chino, y sintiéndose tan dolorosamente feliz que no podía contener la emoción, que no cabía dentro de su magullado y adolorido cuerpo.

—Debes pedir un deseo —dijo TaeYong mientras empujaba a ChenLe más cerca de Kun, quien no se atrevió a pedir nada por temor a exigirle demasiado a su suerte, por lo que simplemente cerró los ojos y dio las gracias, a su madre por haberle dado la vida y a SiCheng, ChenLe y sus amigos por haberle dado un motivo para vivirla.

Feliz cumpleaños, Kun ge.

Sin que nadie se diera cuenta, mientras todos se amontonaban alrededor del pastel, sostuvo los dedos finos de SiCheng entre los suyos tan fuerte como pudo, recibiendo de vuelta el mismo agarre doloroso, necesitaba tanto sentirlo de esa manera, incluso si era un toque tan ínfimo, necesitaba saber que estaban ahí, juntos, que dolía como el infierno, pero que les dolía a ambos.

Rappelle toi que je vis [WinKun/KunWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora