Capítulo 4. Las WG

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4.

—Recuerda llamar para que te venga a recoger —dice papá como por quinta vez y ruedo los ojos, abriendo la puerta del copiloto—. ¿Traes el gas pimienta? —pregunta y asiento repetidamente.

—Adiós papá. —Le doy un beso en la mejilla y salgo del auto.

Ahora recuerdo por qué es que siempre mamá me trae a las fiestas: papá sobreprotector.

Camino por la acera tratando de no caer, y bufo por el hecho de haberme olvidado cómo caminar con tacones. Taco nueve. Sí, son nueve centímetros, sin plataforma, de posible muerte por una caída.

Paro en seco y respiro profundamente, viendo la puerta de la casa a unos escasos siete metros. Mi papá tuvo que dejarme a una cuadra y media por los coches estacionados.

—¡WG! —gritan unos chicos y resoplo siguiendo mi camino, realmente odio que me llamen de esa manera.

—¡Gia Willow! —grita otra persona y me volteo dispuesta a golpear a quien sea que grita mi nombre o ese estúpido apodo.

—¡Idiota! —chillo emocionada y me golpeo mentalmente por estar corriendo a sus brazos.

Lo olvidé... Tacones, nueve, sin plataforma.

Suelto un grito ahogado cuando pierdo el equilibrio y me preparo para recibir el impacto, pero en lugar de sentir el frío pavimento, siento unos brazos rodearme y termino con la cara enterrada en un cuello.

¡Pero qué diablos! Me separo bruscamente, y él me observa extrañado.

—¿Así me agradeces por haberte salvado de morir? —pregunta divertido, pero puedo notar una pizca de dolor en su ojos cafés. Había olvidado lo sensible que él es, había olvidado lo que es abrazarlo.

Sonrío acercándome de nuevo y rodeo su cintura con mis brazos.

—Feliz cumpleaños —digo, pero no cambia su expresión—. Lo siento —mascullo y él me abraza con fuerza para luego besar mi frente y soltarme.

—Sientes no haber llamado, ni haber contestado mis llamadas, las de los chicos, las de Mery... —habla rápidamente, reclamándome y la culpa me golpea.

—Yo... —trato de disculparme, pero fallo al no encontrar las palabras. ¿Realmente que le podía responder?

Es que estuve más preocupada alejándome de todos, incluyéndolos a ustedes. Mi subconsciente sarcástico despierta.

—Tengo una hermana menor —suelto y él abre los ojos como platos.

—¿Tu papá tiene otra familia? —pregunta curioso, haciéndome caminar junto a él y nos dirigimos a la puerta de su casa; unos chicos en la entrada lo saludan y no puedo pasar desapercibidas las miradas de las chicas en él.

—No —respondo—. Mi mamá salió embarazada y ahora el resultado es una bebé de tres kilos y días de nacida —explico, y rio al ver su expresión de asombro.

Abre la puerta y me hace pasar. —Vaya... —musita y maldigo porque no puedo escuchar lo que dice gracias a la música del lugar. Apagan las luces y en seguida se prende la bola disco.

—¡Llegó el cumpleañero! —gritan unos ya borrachos adolescentes y reprimo una sonrisa al verlo negando con la cabeza.

—James, viejo ¡ya tienes dieciocho! —grita otro grupo de chicos y él me mira.

—Déjame botarlos de mi casa, ahora vuelvo. —Se disculpa y me deja sola en medio de su gran sala—. Hay barra libre. —Regresa unos pasos señalándome el fondo de la estancia y asiento dirigiéndome allí.

Until you're mine © |Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora