Prólogo.

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Me enamoré.
Me enamoré de ella, de su sonrisa. Porque me importaba una mierda lo que pasaba si ella estaba sonriendo.
Y me enamoré de su boca, de cada palabra.
Me gustaba incluso cuando se enfadaba y ponía pucheros deseando que fuera por detrás y la agarrara para no soltarla.
Me enamoré, mierda, pero ya no me cuesta decirlo.
Porque me enamoré de sus ojos, ¿y qué importa que no sean de un color especial?.
Me enamoré de sus ataques de éxtasis, de cuando cantaba bajito porque estaba feliz, pero no quería que la escuchara. De cuando me abrazaba fuerte porque decía que tenía miedo de perderme, cuando me apretaba porque sólo yo sabía que era entonces cuando tenía que quererla más que nunca. Me enamoré de lo lista que era y de lo tonta que se ponía a veces, incluso de cuando fingía serlo. De cuando me insultaba, porque era así como ella disfrazaba las palabras bonitas, y eso sólo lo sabía yo. De sus abrazos. De cómo se tapaba la boca cuando la veía comer, de cuando se tapaba la cara cuando decía que estaba fea y yo no podía dejar de mirarla, quizás porque para mi, fuera como fuera, siempre estaba preciosa.
De eso me enamoré, de lo bueno y de lo malo.
De sus ganas de estar conmigo, pero también de su orgullo, porque cuando creía que iba a perderme del todo, se lo tragaba. Que inocente ,si yo era el que perdía la cabeza por ella.
Mierda, me gustaba. Me gustaba cuando rodeaba mi cuello y jugaba a estar a dos centímetros de mi boca sin besarme, sólo para ver quien aguantaba más sin hacerlo. De sus prisas, de sus ganas de tenerlo todo siempre controlado, y de la voz que ponía cuando le desmontaba todos sus planes, como si de repente volviera a tener cinco años. De su vergüenza y de lo nerviosa que se ponía a la mínima. De cómo temblaba, de cómo era capaz de calmarme. Me enamoré. Me enamoré de su risa, por muy fea que dijera que estaba cuando lo hacía. Por eso y sus "te quiero" que tanto le costaban decir.
Me enamoré de cómo era, de como hacía lo mismo que todo el mundo y a la vez conseguía ser diferente, no sé. De su forma de quererme, que ella creía que no me daba cuenta, pero sé que me quería, por mucho que le doliera demostrarlo.
La quería, con sus más y con sus menos. Con sus idas y venidas, con su mal humor, con su facilidad intermitente de sus mensajes en lo que decía que me echaba de menos. De todas las conversaciones. De sus intentos de ponerme celoso y de lo celosa que se ponía cuando me veía con otra. Nunca le entró en la cabeza que ella era única. De todas las canciones, de su voz y de su olor.
De su forma de ser, de cómo me pedía que me fuera porque creía que la pasaría mejor sin ella. De sus arrebatos, cuando le daba por recordarme lo importante que era para ella y de sus "cállate" cuando la imitaba con voz ridícula. De cómo se burlaba de todas esas cosas cursis, incluso de sus nombres escritos en mi cuaderno. De la cara que ponía cuando me metía con ella y le daba el triple de importancia sólo para que le pidiera perdón un par de veces.
Me gustaba su intento de cuidarme aunque, sinceramente, me gustaba mucho más cuando era ella la que se sentía protegida a mi lado. De nuestros mil momentos. Y bueno, de ellos sigo enamorado.
Es que por gustar, me gustaban hasta sus ojeras que le aparecían cuando se quedaba hablando conmigo hasta las tantas. De su pelo encrespado por la lluvia, de su voz en formato susurro. Cuando hablábamos por teléfono desde la cama y no quería que sus padres la escucharan, de cómo corría cada vez que llegaba tarde por mi culpa.
De sus besos, aunque siempre quisiera más.
Duele ver como alguien que un día fue tu vida, deja de formar parte de ella; pero duele más ser la persona que decide que así sea.
Ella era la pieza de mi rompecabezas, pero después de un tiempo, me dio la impresión de que pertenecíamos a dos puzles diferentes.
Pero cuánto la echo de menos, y cuánto daría por volver a tenerla a mi lado. Por romper sus esquemas y convencerla de que quizás a mi lado, no se está tan mal.

Adam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora