—¿Te has dado cuenta de que Emilio nunca juega con nosotros?— preguntó Lazzaro— Yo también estoy ocupado entre ayudar al Padre Pablo y servir a tu padre, pero ese niño es muy raro.
—Tienes razón se la pasa limpiando y cocinando— dijo Giovanni— Y cuando tiene tiempo libre juega con su perro o camina junto al arroyo, es bueno, pero es raro— susurró haciendo un énfasis exagerado en la última palabra.
—De todos modos necesitamos a uno mas para jugar a los bandidos— dijo Lázaro encogiéndose de hombros— Vamos a invitarlo.
Los dos se acercaron a Emilio quién dificultosamente llevaba una carga de leña a la casa.
—¡Oye Emilio! — dijo Lazzaro — Deja eso y ven a jugar con nosotros.
Emilio sólo negó tímidamente con la cabeza y siguió caminando.
—¿Qué no lo escuchaste?— dijo con una sonrisa Giovanni— Dijo que dejaras eso y vinieras a jugar con nosotros— Vamos será divertido.
Emilio dudó unos instantes, quería divertirse, pero el nunca había jugado con otros niños, no sabía como hacerlo y tenía miedo.
—No— murmuró suavemente y con el rostro bajo.
Giovanni quiso insistir, pero se detuvo, Lazzaro le puso una mano en el hombro y negó con la cabeza.
—Esta bien— dijo Lazzaro con suavidad— te dejaremos trabajar en paz, pero cuando estés sin hacer nada puedes venir a pasar el rato con nosotros.
—¿Has visto eso?— preguntó el hijo del caballero sin discreción alguna— Te lo he dicho ya, es un bicho raro.
—Silencio— dijo Lazzaro— puede escucharte.
—¿Qué mas da?— preguntó Giovanni con desdén —No es más que un siervo que vive bajo mi techo.
Lazzaro volteó y notó que el otro niño efectivamente los había escuchado.
—Cayate ya— dijo susurrando— Vamos al arroyo.
Emilio continuó cabizbajo hasta la casa, triste dejó la madera en su lugar y se sentó a mirar el césped desde la veredilla de entrada.
Gian, volvía del castillo y notó que algo no andaba bien con el pequeño, nunca lo había visto llorar, pero en esa ocasión el niño derramaba lágrimas silenciosas mientras se abrazaba las rodillas.
El caballero se sentó junto al niño y puso una mano en la espalda del pequeño. Este se sobresaltó lo que hizo que el caballero se sonriera y retirase su mano.
—¿Estas bien?— preguntó suavemente.
—N-no sé — dijo el niño.
—¿Por qué estas llorando?— el hombre decidió intentarlo de nuevo.
—Disculpe señor— Emilio se secó las lágrimas y fijó la mirada en el horizonte forzándose a no llorar— No va a repetirse señor.
Gian miró con pena al chiquillo, muchas veces había visto niños igual de maltratados que él, pero ninguno de ellos tenía la mitad de su bondad. Esos otros niños se convertían en malhechores, irrespetuosos y egoístas, pero de ninguna manera eran culpables eso, era la forma que habían encontrado para sobrevivir.
Pero Emilio tenía un corazón muy bueno, era evidente y también era evidente que tenía mucho miedo.
—Oye no te disculpes por eso— dijo el hombre con seriedad— jamás debes disculparte por estar triste, cuentame qué es lo que te hizo sentir mal.
Emilio titubeó unos segundos, no estaba seguro de poder confiar en ese hombre, era demasiado amable.
—Vamos— lo animó — Te doy mi palabra de que no importa lo que sea no voy a molestarme.
—Su hijo y Lazzaro me invitaron a jugar hoy, señor— dijo con la voz quebrada— Y yo no se jugar, señor, y les dije que no. Entonces cuando creyeron que yo no escuchaba su hijo me llamó raro y dijo que podía decirme eso porque soy solo un siervo que vivo bajo su techo.
Gian apretó la mandíbula, quería a ese muchacho indefenso y le molestaba muchísimo el desprecio que los nobles tenían para con sus inferiores. El caballero había oído infinidad de veces esas palabras de boca del barón para justificar sus abusos a los aldeanos, seguramente los hijos de este lo habían escuchado y se lo habían dicho a Giovanni.
—Oye pequeño — dijo el caballero— Vas a escuchar tonterías como esas toda tu vida, pero no debes creerlas ni permitirlas, y no te preocupes, mi hijo jamás volverá a decirte algo así, ahora ve a descansar, seguro que tu perro te echa de menos.
Emilio obedeció instantáneamente y Gian se puso de pié y fue a buscar a su hijo. Lo encontró junto al arroyo donde estaba tirando piedras con Lazzaro.
—¡Giovanni y Lazzaro vengan aquí ahora mismo!— dijo lleno de ira.
—¿Qué paso padre?— preguntó el niño extrañado.
—Me contó Emilio lo que han dicho de él— Gin sentía como su sangre latía con fuerza— Estoy muy decepcionado de ti Giovanni, y de ti Lazzaro también.
—Lo siento padre...
—Dejenme terminar— dijo serio— A ambos se les ha enseñado a ser buenos con todos, y Emilio es más pequeño que ustedes deberían protegerlo, tratarlo bien, de eso se trata ser un hombre con honor, un caballero. Ustedes me han demostrado hoy que no están listos para eso.
—Disculpenos Señor Gian— dijo Lazzaro— Lo que hicimos estuvo mal, de ahora en mas seremos amigos de Emilio.—Eso espero— dijo él hombre— El es un niño muy bueno, hay cosas que deben aprender de él.
Con cariño para Martharoxan que sus comentarios me dieron muchas ganas de escribir.
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Los Bastardos del Señor de Petra
Fiction HistoriqueSólo eran niños. Sin tener ninguna culpa, fueron obligados a crecer respirando la basura de la sociedad feudal en que vivían. Pero así como los árboles mas fuertes son los que han soportado mas tormentas, ellos creceran y harán que el mundo sepa qu...