Alba se levantó con dolor de cabeza a la mañana siguiente, y sentía como si su cuerpo se hubiera caído de un quinto. Se tapó los ojos con las manos para evitar que le molestara la luz, revolviéndose dentro del suave edredón que le aislaba del frío. Se giró hacia el otro lado de la cama para alcanzar el móvil y saber qué hora era. Al ver que eran las 14:00 dió un bufido, y supuso que sus compañeros seguirían dormidos, porque no se oía ningún ruido.
Decidió levantarse e ir a desayunar algo. Optó por hacer café, y tras dejar la cafetera calentándose en la cocina, se puso a pensar en la noche anterior y en el tiempo que compartió con Natalia. A pesar de sus numerosos silencios, le había parecido deslumbrante. Nunca nadie le había incitado tanta atracción como ella, y eso que Alba era una persona que no tenía reparo en confesar que le atraía alguien.
Una María muy resacosa apareció en la cocina, con una coleta de la que ya quedaba poco y una mano en la frente como si eso fuera a frenar su agonía.
—Dime que estás haciendo café. —dijo María mientras buscaba alguna pastilla en el cajón de las medicinas que le ayudara con el dolor. Parecía a propósito, porque nada más preguntar por el café, la cafetera comenzó a sonar indicando que ya estaba listo.
—Anda siéntate, que te lo preparo. —le dijo Alba dándole un besito en la frente—. Bueno, qué. ¿Ayer la liaste demasiado?
—Nada de nada, me porté genial. ¿Y tú qué? ¿Te vas por ahí con una morena y no me avisas para nada? —contestó María.
—Pero qué dices María, si no hicimos nada. Además que no hemos hablado casi nada y ella no está interesada en mí. Creo. Bueno lo sé. Bueno déjame déjalo. ¡T-tú bebiste un montón! —soltó Alba nerviosa mientras gesticulaba sin saber que decir. A María le hizo gracia su reacción y movía la cabeza sonriendo incrédula.
—Te lo decía porque no me avisaste de que te ibas y me preocupé hasta que me lo dijo Julia, cariño. Pero me alegra ver lo encoñada que estás. —confesó María. Alba abrió mucho los ojos y se puso roja, aunque trató de disimularlo.
—Es la chica de la que te hablé el otro día, pero como no me haces caso... —Alba se sentó en la mesa con los dos cafés que acababa de preparar.
—¡Pero qué dices, que sí te escucho! Mira tía, esto es cosa del destino. Imagino que ya le habrás tirado alguna ficha, ¿No? —preguntó María como si fuera lo más obvio del mundo.
—Pues no. Es que ¿Sabes qué pasa? Que es la típica tía que te impone tanto que nunca le entrarías. —explicó Alba.
—Sí ya, claro, como si yo fuese tonta, cariño. Alba Reche mide medio metro pero las lanza como si estuviera federada en ajedrez. Seguro que alguna ficha ha caído, ¡y si no ha pasado ya puede pasar! —María dió un ligero golpe sobre la tabla de madera, para enfatizar su discurso.
Alba se rió mientras removía su café, negando con la cabeza.
—Bueno, ¿Y Carlos qué tal? ¿Tuvo suerte? —preguntó Alba.
—Bueno... Está un poco picadete. Dice que le dió la sensación de que Julia iba muy detrás tuyo. Obviamente no te va a decir nada, pero sólo para que lo sepas. Resulta que esta chica le gusta más de lo que parecía.
—¿Qué dices? Pues tengo que hablar con él. Simplemente bailamos un poco, y salió conmigo a charlar por la movida con esta chica, pero vamos, que nada más. —explicó Alba.
—Si yo ya lo sé, amor. Háblalo con él como si yo no te hubiera dicho nada. —contestó la otra rubia.
—Eso haré. —dijo Alba mientras miraba por la ventana de la cocina, viendo como el cielo reposaba sobre los edificios tranquilamente.
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Twist of Fate × ALBALIA
ФанфикAlba siempre ha vivido inmersa en sus cuadros, su arte, sus pensamientos y su torpeza. Siempre sensible como un ser de luz, atrae cosas bonitas, entre ellas una nueva vida en la capital. Natalia nunca ha hablado demasiado de sí misma, sólo en canci...