La vida parece haberle dado todo lo que pidió a Manoella Torres, una cantante que ha traspasado las barreras del tiempo, sin embargo, ella se siente vacía. Aún no ha podido encontrar un amor que la haga sentir viva, amada e incluso deseada. Ya había pasado por un matrimonio desastroso y perdió completamente las esperanzas de encontrar un nuevo amor, pero un día apareció alguien que le haría sentir millones de sensaciones.
Sebastián es fan de Manoella Torres desde que tenía 16 años, la vió caer, la vió levantarse y triunfar. Y no todo fue color rosa, hubieron momentos dónde ella desaparecía y todo parecía perdido. Actualmente, con 25 años ha llegado a tener otro sentimiento por ella, quizá es amor o admiración. O simplemente una confusión, pero cuando la ve, ni él puede ocultar lo que siente. Una firma de autógrafos se aproxima y miles de pensamientos recorren su cabeza, está decidido a correr el riesgo.
Manoella se preparaba para la firma de autógrafos, estaba lista para reencontrarse una vez más con su público. Había gente de todas las edades y eso la hacía muy feliz. Podría quedarse horas y horas porque le encantaba mantener un contacto cercano con aquellos que la siguen y apoyan. No había pasado mucho tiempo cuándo vió a un joven que se encontraba en la fila, él no dejaba de mirarla y eso la hacía poner nerviosa.
Él la miró y le lanzó una sonrisa. Era un joven apuesto, de tez blanca y cabello un poco rubio, más o menos uno cenizo. Ese día llevaba una barba para según el parecer "guapo". Sus manos sudaban y temblaban al sentir la fila avanzar.
– ¡Carajo! – Murmuró al ver que sólo quedaban 4 personas delante de él.
Ella cada vez se sentía más nerviosa, normalmente no suele ponerse así al ver a un hombre en la fila. Quedaban pocas personas para que aquel sujeto que no dejaba de mirarla ni un segundo llegará hacía ella.
Y su turno llegó. Se acercó a ella con una sonrisa. – Manoella.... – Dijo con voz ronca y rió un poco apenado.
– ¡Hola! – Respondió para después sonreír. – Gracias por venir a la firma de autógrafos.
– A ti, por estar siempre cerca. Te extrañamos mucho... en especial yo, me llamo Sebastián, te traje unos regalos. – Le entregó una caja mediana.
Manoella miró con detenimiento aquella caja pensando en su contenido. – ¡Muchas gracias, Sebastián! – Levantó su mirada. – No te hubieses molestado.
– No es molestia si se trata de ti. – Sonrió y tomó la mano de Manoella. – Te quiero, espero te guste.
Ella observó la mano de él encima de la suya. – Estoy segura que me gustará. – Quitó su mano lentamente y lo miró.
– Claro... – Los guardias rápidamente lo quitaron, pero para él ya tenía la conexión. Solo esperaría el futuro block en redes sociales, o con un golpe de buena suerte el inicio de un nuevo romance. Le dió un vistazo más a Manoella y se fue sonriendo. Era el mejor día de su vida, al salir, saltó, corrió, gritó y lloró con toda la emoción del mundo.
Manoella terminó agotada, había pasado un gran día conviviendo con sus fans, pero algo la tenía un poco desconcertada. Aquel muchacho que conoció en la firma había provocado en ella un cierto sentimiento, pero aún no sabía bien de qué se trataba.
Al llegar a su casa, Sebastián decidió mandar un tweet...