Ella nunca cambiará [Lila Rossi]

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En uno de los residenciales de más caché de todo París, se encontraba una muchacha de unos 17 años recostada en su cama leyendo atentamente el Ladyblog en su tablet. Era alta, complexión delgada, ojos verdes, morena con flequillo y el cabello largo recogido por dos pequeñas coletas en su parte delantera y otra más grande en la posterior. Era una chica hermosa. Su nombre, Lila Rossi.

La familia Rossi había llegado a París hacía unos años debido al trabajo del padre. Él era un importante diplomático italiano, adinerado, de gustos refinados y porte digno. Buscaba la perfección en su trabajo y en todo lo que le rodeaba, eso incluía también a su familia. Lo único que esperaba de su hija es que siguiera su ejemplo, que fuera un referente a seguir para la sociedad y Lila había cumplido con creces.

Desde que llegó a París la muchacha había utilizado la influencia de su padre para hacer contactos en las más altas esferas de la ciudad. Empezó a hacerse un nombre por sí misma. La gente la seguía, le preguntaba por su vida, la admiraban, incluso más de uno llegó a decirle que la amaba. Ella sonreía coqueta y saludaba a sus fans encantada. Lila Rossi a sus 17 años tenía todo lo que una chica de su edad podía desear; dinero, belleza, popularidad y una legión de seguidores que la veneraban como una diosa. Aquello era el paraíso y ella, sin lugar a dudas, lo disfrutaba con cada fibra de su ser.

Como ya he dicho antes, muchos chicos estaban enamorados de ella, pero a Lila le interesaba uno en particular. Solamente había un joven que estaba en su mismo estatus social y que había conseguido cautivar el corazón de la muchacha de origen italiano. Ese alguien era, obviamente, el modelo y millonario Adrien Agreste.

Él representaba todo lo que ella era. Rico, guapo, famoso, admirado y deseado por todas las mujeres de medio mundo... no por nada le llamaban el ángel de París. Y por si fuera poco, era encantador. Cualquiera pensaría que una persona así resultaría ser un completo idiota sin cerebro pero no, Adrien Agreste era el chico más inteligente, talentoso, sensible y gentil que podías encontrar. ¿Quién no querría ser la mujer de semejante joya? Lila Rossi lo quería, lo deseaba e iba a ser suyo a como diera lugar.

Todo comenzó bien. Convenció a su padre para que la inscribiera en el Françoise Dupont, no fue difícil porque esa escuela era una de las más prestigiosas de toda Francia, y movió hilos para acabar en el mismo aula que Adrien. Con el primer paso de su objetivo cumplido, lo siguiente era acercase a él.

Enseguida se dio cuenta que Adrien sentía algo por Ladybug. Ella le dijo que era íntima amiga de la heroína y que si quería podían quedar en el parque para hablar de ella. Por supuesto era una vil mentira, Lila no conocía de nada a la catarina y aunque la conociera ni de broma le presentaría a su Adrien pero había conseguido lo que quería; una excusa perfecta para tener una cita con el modelo.

Todo marchaba de maravilla cuando, de repente, apareció la mariquita hecha una furia.

Se puso entre los dos y la humilló. Le hizo quedar en ridículo delante de Adrien y, aunque posteriormente le pidió perdón después de haber sido akumatizada, el daño ya estaba hecho. Había perdido su oportunidad con Adrien, su credibilidad estaba en entredicho y la odiaba con toda su alma. Desde ese día juró vengarse de la heroína. Tenía un objetivo en mente: descubriría su identidad y convertiría su vida en su infierno.

Y en eso estaba ahora, leyendo los artículos de Alya desde su cama en busca de pistas que la condujeran a ella. Desgraciadamente, la bloguera no era Sherlock Holmes y su habilidad como detective destacaba por su ausencia. Lanzó la tablet lejos de ella enojada. Si quería averiguar la identidad de Ladybug estaba claro que debía hacerlo por sí misma.

=En el Françoise Dupont=
Al día siguiente, la clase había comenzado hacía 10 minutos cuando alguien abrió la puerta con un fuerte estruendo. La responsable, Marinette Dupain-Cheng llegando tarde a clase, algo habitual en ella teniendo en cuenta que vivía en la esquina al lado del colegio. Si existía alguien que Lila Rossi detestase tanto como a Ladybug esa persona, sin duda, era ella.

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