Capítulo 16

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Ya ha pasado una hora desde que Liam se fue de la habitación tras un guiño de picardía futura que me dejara de esta manera más veces, eso si llego a tener la suerte de estar consciente de mis actos cuando ocurra.

Mis piernas están mejor, puedo moverlas sin complicación, pero estoy tan cómodo en este colchón que me es imposible dejarlo atrás con una sonrisa.

Aunque también está su fragancia. La fragancia de mi jefe, de esa colonia que utiliza. Río por dentro, es tan buen hombre y actúo como si fuera un adolescente enamorado. Debería pegarme una ostia por tal acto.

La puerta se abre al instante con una persona entrando a toda velocidad.

—¡Venga! ¡Fuera de mi casa que la fiesta ya terminó, borracho! —siento que la manta se desliza por mi piel, dejando mi cuerpo al aire libre—. ¡Ah! —¿Mickey se ha asustado?

Qué mala suerte la mía estar boca arriba justo cuando entra.

—¡¿De qué te asustas?! —comienzo a gritar a pesar de nuestras jaquecas por la borrachera.

—¡Estás desnudo, Jake! —¿es en serio?

—¡Es una polla! ¡Una maldita polla! Tú tienes una, yo tengo una, somos chicos y todos los chicos tienen una.

—¿Pero y si no quiero tener una polla? ¿Y si quiero un coño como buena pasiva viciosa que soy? ¿Estás oprimiendo mis gustos y mis deseos? ¡Rocco, dile algo!

—Menudas vistas de buenos días —sonríe, pero se lleva la mano a la cabeza.

—¿Eso es lo único que se te ocurre para defenderme de un opresor?

—No gritéis más, me duele la cabeza —y desaparece de nuestra vista.

—Pobrecillo —me da pena.

—Ya, bueno... Él se va en un momento, y como dijiste que querías ayudar, pues vamos a ello. ¿Sabes? Me gustaría que me dieras con ese taladro que portas, pero como no estoy en buenas condiciones, vamos a trabajar.

—Ahora salgo. Por favor, vete.

—¿Te da vergüenza el que te vean mientras te vistes?

—No, es el caso de que la puerta sigue abierta —se da la vuelta y ve que tengo razón.

—Ah, sí, perdón —se rasca la cabeza por el picor del nervio y se va de la habitación.

Cierra la puerta. Ha sido un momento... ¿Cómo decirlo? Estúpido, creo que es la palabra. Solo me ha visto el maduro y el niño. Diría que no tenía sentido el que todo esto ocurriera, ¿pero quién soy yo para contradecir al destino?

El tonto soy yo, porque podría haberme puesto al menos los calzoncillos por si pasaba esto.

Nota mental: Estar al menos con una prenda puesta por mi seguridad.

Ya vestido con la ropa de ayer, salgo de la habitación con las sábanas en mano y busco a Mickey para preguntarle dónde está la lavadora.

La casa se siente mucho más grande sin gente. ¡Parece un puto laberinto! ¿Esta es la escalera por la que subí? Espera, no he utilizado ningunas escalera. ¿En qué mierda estaba pensando?

—Benditos los ojos —parece que Vladimir no se ha ido aún—, liaste una buena anoche.

—¿Un porro, dices?

—No, esa mierda no. Que menuda fiesta creaste cuando estabas borracho.

—¿Hice demasiado el ridículo?

—¿Te asusta eso?

—Me asusta más el que la gente me haya grabado. No, espera... ¡Me da igual! Nadie me controla.

Trabajando En Una Empresa P*rnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora