El silencio del desierto era realmente asfixiante. Después de muchas jornadas de camino, finalmente Abdul Alí Al Azif cayó rendido tras haber soportado el calor, el cansancio y sobretodo la soledad, al final sus delirios y locuras lo habían llevado a su perdición, pero al menos así las voces callarían por fin.
Sintió como se iba enterrando en la arena, para finalmente caer en el olvido del que nunca saldría, solo veía oscuridad, tan diferente a su antigua vida en las salas de un pequeño califato al norte de Persia, entre aquellas innumerables estancias bien iluminadas y ventiladas, llenas de bellísimas melodías, acompañadas de sus composiciones, cuando aún componía poesías para la familia real.
Hasta aquella vez en que pasando cerca de la estancia del Califa paso cerca de la biblioteca privada del Palacio, lo cual por primera vez le causo curiosidad, si bien tenía pleno permiso de usarla a su antojo, para inspirarse y mejorar sus composiciones; pocas veces había estado allí en parte porque siempre estuvo orgulloso de que sus poesías habían sido plenamente de su inspiración. Se quedó un largo rato ante la puerta, hasta que finalmente decidió entrar, para ojear la edición del Corán, y ver los marcos y márgenes, y así tener una idea de cómo podrían ser las que pusiera en su libro de poemas, la decoración era realmente exquisita, con una gran combinación de colores, dorados, azules y rojos, que hacían finas líneas que se unían y se entrelazaban para formar intricadas formas tales como espirales, pero al pasar las páginas, sus ojos se posaron en un pasaje "te preguntarán cómo es preciso hacer la limosna. Diles: Es preciso socorrer a los padres, a los allegados, a los huérfanos, a los pobres y a los viajeros. El bien que hagáis será conocido por Dios", pero justo después de este había un pequeño símbolo extraño, no le se parecía a nada que hubiera llegado a ver, parecía una especie de serpiente, pero con dos patas, bien podría ser la representación de un dragón o bien un basilisco, pero no estaba completamente seguro. No le prestó mucha atención, pues sabía que desde Iberia había llegado la costumbre cristiana de dibujar bestias en los libros, incluso en los sagrados.
Al siguiente día, una vez las esposas del califa terminaron de bailar, se atrevió a dirigirle la palabra.
-Mi señor la colección de libros y pergaminos que tiene es única.
-Así es, me alegra que por fin te decidieras a verla, ¿obtuviste alguna inspiración?
-No precisamente, su excelencia, solo buscaba algunos libros para saber cómo decorar la compilación de poemas que usted ordenó, sin embargo, uno atrajo poderosamente mi atención, una copia del Corán, en la que he visto varias criaturas dibujadas en ella, nunca he visto ninguna igual.
-En efecto, es una copia que mandé a traer desde Córdoba, pero no es lo único que la hace especial, no sé si lo notaste, pero aparte de los dibujos, la caligrafía es alguno única. Es porque fue transcrita por un no musulmán, probablemente uno de los tantos prisioneros godos o francos, pero no se han limitado a tan solo transcribir, sino que le agregan sus propios detalles diferentes a los tradicionales. Pero el Libro Sagrado no fue lo único que adquirí, también me pude hacer con una antología de varios cuentos e historias del mismo transcriptor, es un tomo realmente único, recopila relatos de muchísimos países, la mayoría de los cuales nunca podremos conocer, porque varios ya se han caído en la oscuridad de la historia.
-No he oído nunca que alguna de sus esposas cantara alguna de aquellas fantásticas narraciones en la corte.
-Y nunca lo harás, todas han sido prohibidas por el gran Imán Ja'far, por considerarlos peligrosos, incluso malditos.
-A lo largo de mi vida he aprendido que a todo aquello que llaman peligroso, es muchas veces por culpa de la insensatez del Hombre.
-Puede que sea así, y puede que no, el caso es que no me puedo arriesgar a ser llamado hereje y que desde Bagdad los Omeya me declaren una Yihad, y menos por el asunto de haber recibido cristianos en la ciudad, en su ansia de poder buscan cualquier pretexto para atacarnos. Aunque si te sientes intrigado por lo que puedas encontrar en esas páginas, bien puedes leerlo, pero de la manera más discreta posible sin que nadie lo sepa. Ahora por favor vete, que aún no tengo un heredero y ya siento la urgencia de tener uno.
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Relatos de maldiciones y otros desvaríos de un loco. I. El libro maldito.
Mystery / ThrillerEl principio de la historia del Necronomicon