Muerdago

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Sólo bésalo y ya.

Kouki estaba seguro de que si la situación fuera diferente ahora estuviera estrangulando a Kuroko sin restricción; por el simple motivo de incitar una situación que no se detenía, todo siendo grabado por Reo.

Presentía y aseguraba desde lo más profundo de corazón que nada era casualidad. En su las planeaciones del equipo nada era coincidencia, por eso, cuando terminó debajo del musgo con el chico de ojos rojizos comprendió inmediatamente que las culpables de aquello eran Reo-san y Koga de Seirin. A todo eso agregándole que Seijuro mantenía la mirada fija en él. Se sentía sonrojarse al ver a los invitados a la espera de la expectativa.

"Los matare"

Tratándose la vergüenza toma con fuerza el cuello de la playera del Rojizo, atrayendo a sí y colocando un beso en su mejilla. Al terminar lo suelta y huye, escuchando de lejos el reclamo del afeminado y algunos novatos de primero además los festejos del equipo contrario. Tenía la peor suerte del mundo, no sólo porque le obligaron a hacer lo que hizo, sino también que descubrieron su sentir por Akashi.

"Demonios"

A medio camino se abstuvo de gritar, teniendo pena de que las personas allí cerca le mirarán con rareza; No quería arruinar aun más su Navidad. Su a andar se ralentizo al estar cerca de la estación de tren, el frío intenso sirvió lo suficiente para rebajar el calor de sus mejillas.

Con la cabeza más relajada pudo ser receptora de las corrientes heladas que el viento llevaba consigo, maldiciéndose a sí mismo por cometer tal tontería y escapar sin algún suéter que le brindará calor.

—Estúpido Muérdago. —Dio un pisotón y abrazo su cuerpo, frotando con sus manos su fría piel.

El vaho salía de su boca cada vez que entres dientes farfullaba cualquier tipo de insulto, ya sean leves o muy fuertes dirigidos a su compañero y su brillante idea.

—La peor Navidad de mi vida. — Rendido dejó de caminar, enfocando una banca; con un suspiro se dejó caer cuando estuvo cerca. —Sin duda alguna.

Se colocó en posición fetal, sujetando con fervor sus piernas, ronroneando cuando la calidez que aun presentaba su ropa choco contra su roja nariz. Volvería a casa y quizás se cobijaría bajo una manta mientras veía algún clásico navideño.

No sonaba tan mal....

El chirriar del freno del tren logró sacarlo de sus pensamientos. Temblando entró al vagón, sollozando ante el alivio que presentaba su cuerpo con la calidez.

—&—

Lo primero en hacer al llegar al departamento fue correr hacia su acogedor sofá, sin siquiera encender las luces; para que le servían si poco a poco caía en sueño por la comodidad de los almohadones. El clima en su departamento era perfecto: ni muy frio ni muy caliente. Algo extraño puesto que en invierno la mayoría de las personas utilizan grandes cantidades de calor.

Estuvo a punto de cerrar sus ojos y sumergirse al mundo de Morfeo cuando la luminosidad de las lámparas le dio de lleno en la cara; soltando un lamento se levanto espantado. No sabía quien estaba en su hogar ni como había entrado, pero a quien le importaba.

Cayo del sofá por la sorpresa, aguantando el aire cuando su anatomía toco la dureza del suelo.

"Maldición"

— ¡Kōki!

Al parecer se golpeó la cabeza con demasiada fuerza. No le llamen loco, pero creyó haber escuchado la voz refinada de Seijuro. Aturdido tomo algo de altura con sus codos, tratando de ver un poco más allá de su pecho o cualquier cosa que se interpusiera en su camino.

SencillamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora