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La cara de Dietmar asomó por entre las cortinas.
-¿Es verdad que han matado a Catherine Saks?- preguntó.
Tom asintió.
-Espero que ahorquen a ese tipo.
-¿A quién?
-A su marido.
-¿Cómo sabes tú que la ha matado él?
-Es evidente. Se parecen a los asesinatos que se ven en la televisión.
-Muy listo, Dietmar...
Tom subió a su litera y miró por una rendija de la cortinilla la multitud de gente que había en el andén. Sentía deseos de bajar del tren para respirar un poco de aire fresco, pero, ¿qué pasaría si lo reconocían como el muchacho del cuchillo?
Se disfrazaría un poco. Saltó de la cama y sacó de su maleta unas gafas de sol y una chaqueta de entretiempo. Se los puso y se dirigió hasta el final del vagón-restaurante, dispuesto a bajar tranquilamente del tren. La puerta estaba abierta y Tom descendió los escalones.
Todos los rostros miraban hacia el coche-cama donde Catherine Saks yacía muerta, y nadie se dio cuenta de que Tom bajaba del tren. Vio un chico con una bicicleta y se dirigió a él.
-Hola- dijo-.¿ Qué sucede?
-¡Ha habido un asesinato!-dijo el muchacho con voz emocionada.
-¿Qué dices?
-¿Ves ese vagón?-dijo el chico, señalando el coche-cama de Tom.
-Sí.
-Pues un muchacho ha matado ahí a su madre a puñaladas. Le encerraron en un departamento hasta que el tren llegara aquí, pero se escapó e hirió a unas personas que intentaron detenerle.
Tom miró al muchacho, sin poder creer lo que oía.
-¿Ves esa ventanilla? Ahí es donde Hank Sayer vio al muchacho, que agitaba un enorme cuchillo chorreando sangre. Tenía la mirada perdida, como si estuviera loco. Alguien sujetó entonces al muchacho, pero se escapó, y ahora debe andar encondido en algún lugar del tren.
El chico dejó de hablar, con la respiración entrecortada por la emoción.
-¿ Por qué no te vas a casa?- le dijo Tom-. Ese muchacho puede escaparse del tren y herirte con el cuchillo.
El chico se echo a reír.
-No me perdería esto por nada del mundo.
-Bien, voy a echar un vistazo.
-De acuerdo.
Tom se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta y se puso a pasear por el andén. Hubo un pequeño revuelo en la multitud y vio a dos hombres que se acercaban con una camilla. Se oyeron murmullos y la gente se puso de puntillas para mirar, mientras los hombres subían al tren. Minutos después, alguien cercano al tren exclamó:
-¡Ahí vienen!
Aparecieron los hombres de la camilla, que bajaron su carga con cuidado. La gente enmudeció, sin apartar la vista de la manta gris que cubría el cuerpo de Catherine Saks. Algunos hombres se quitaron el sombrero y Tom vio a una mujer llevarse un pañuelo a los ojos. Mientras llevaban la camilla a una ambulancia que aguardaba cerca, sólo se oía el resoplido de la máquina.
Todo el mundo estaba pendiente de la ambulancia, en la que introdujeron la camilla, pero a Tom se le ocurrió mirar hacia el tren y vio al policía que descendía con Richard Saks las escalerillas del coche-cama.

Asesinato En El Canadian ExpressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora