Todas las noches.

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- Oye, me preocupas... Pareciera que ya no eres tú, que hubieras perdido el rumbo.

Decía la chica entre sollozos mientras observaba a su enamorado, un chico de unos 20 que solo observaba la autopista recostado sobre el pasamanos del puente peatonal que la atravesaba. Dicho reclamo era legítimo ya que aquél hombre inteligente y atlético que había iniciado la universidad desde corta edad había dejado todo y se la pasaba encerrado en su habitación, sin hacer nada más que jugar videojuegos en una vieja computadora de escritorio.

Ese no era el problema, era su decisión en que invertir su tiempo, pero el chico no dormía bien hace años, se encontraba tan cansado la mayoría del tiempo que no se concentraba aunque lo intentara y lo peor es que aquél brillo en sus ojos que se alimentaba de sueños y aspiraciones se había desvanecido y en ellos sólo quedaba una oscuridad que no podía ser alimentada ni por la luz de los faroles de los autos que pasaban a toda velocidad.

El chico no se inmutó por las súplicas de quien fuera su musa, solo empezó a caminar y se despidió con un "Lo siento, tienes razón", esa fue la última vez que se vieron.

Rumbo a su casa el chico se detuvo frente a una mujer que lo saludaba.

- Buen día jóven, veo que tiene problemas.
- Buen día. (Respondió el chico un poco confundido por la afirmación de la mujer).

¿Problemas? Pensó el chico, "se supone que los problemas deben tener solución, ¿No?" Mientras observaba a la rubia misteriosa que le ofrecía un trozo de periódico.

- Tómalo, si te interesa hablaremos después.
- Grácias- dijo el chico mientras recibía el papel -Pero, no me interesa- replicó antes de percatarse de que la mujer ya no estaba.

Instintivamente se volcó sobre aquel recorte y sintió que el corazón se le salía del pecho al leer:

Joven se quita la vida a los 22 años de edad, sus padres argumentaban que "no dormía bien y que eso había transformado su mente" el joven hablaba de "Algo que lo perseguía en las noches"

El chico intento tranquilizarse y pensar que todo era una mala jugada de un desconocido o un delirio de una loca, reinició la travesía hacia su casa, aquel lugar donde todo había iniciado. De nuevo a la 1 o 2 AM, la hora había dejado de importar, intento consiliario el sueño acostándose en su cama y justo al cerrar los ojos estaba "eso".

Una presencia asquerosa, viciosa que auguraba el peor de los destinos en el instante en que durmiera, seguía  ahí, en la esquina más recóndita de su habitación observándolo y sonriendo. Lo peor era lo que seguia, cada que abría los ojos ella simplemente desaparecía dejando una leve silueta de hombre, a veces de reptil, que al desaparecer justo una fracción de segundo después de intentar observarla  se iba con toda su inmundicia.

Ese era su mal, su secreto y no podía hablarlo por qué cuando lo intentó fue tachado de loco y los sedantes solo lo hacían más vulnerable ante la influencia de esa cosa que cuando el cansancio del chico ganaba sobre su instinto de supervivencia, recitaba palabras inteligibles al oído del chico con la voz de alguno de sus padres.

Está tortura llevaba más años de los que podía recordar y no acababa aunque consultara con médicos o brujos, siempre había "algo más". Y al igual que las otras noches con el despertar de las aves, minutos antes del amanecer la tortura terminaba dejando la paz y la quietud que debía tener cualquier persona.

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