Sentía el frio recorrer cada parte de su cuerpo como si de sangre se tratase, inclusive podría llegar a jurar que la escarcha cubría los bordados de aquella ropa tan poco acogedora; sus ojos por desgracia estaban cubiertos por una fina capa de seda que no les permitía acceso más allá de la oscuridad a la que sucumbían sus ojos, no obstante era consciente del constante tintineo de una llama que para su incredulidad aun prevalecía en aquel gélido y desolado lugar.
Las montañas eran conocidas por albergar deidades entre sus hermosos y albinas puntas que serian capaces de salvar y resguardar reinos a cambio de un sacrificio cada luna a fines de los meses más largos de la época otoñal; puesto que en esos días el temporal de invierno estaba próximo a dar la bienvenida a tan fantásticos seres. Año tras año, década tras década su pueblo ha sido férreo a aquellas costumbres dadas por sus antepasados hace varios milenios.
Suspiro y relamió sus labios con nerviosismo cuando escucho un sonido acuoso; si asumía bien por la tempestad que su cuerpo sufría debía estar en alguna clase de cueva subterránea en donde pequeños claros se formaban por el derretimiento de la nieve; un lugar sagrado donde las entidades tan adorabas bajaban a descansar en la vida mortal. ¿Por qué? No lo sabía.
Una caricia en su cabellera le sobresalto; sin embargo repitió insistentemente las indicaciones que su antigua maestro le comento la última noche antes de ser nombrado como el elegido.
"Respirar y esperar"
Otro rose se desplazo hacia su cuello una vez se vio descubierto, paseándose desde su muñeca. Tal acción fue muy firme que podría asegurar dejaría un rastro de rojizas marcas en contraste a su pálida piel. Una lagrima cayo a conjunto de aquel tibio paño que cohibía su visión.
Así que... ¿Así terminaría su vida? De verdad le hubiera gustado conocer más allá de las fronteras que limitaba a su pueblo; hubiese deseado ser liberal y arrancarse las cadenas que lo sostenían al piso de su origen, ojala pudiera revertir el tiempo para poder escaparse y percatarse por su propia cuenta que tan cruel y maravilloso es el mundo, su mundo.
— ¿Esa es tu plegaria?
Una nota de exclamación quedo ahogada en lo profundo de su garganta cuando tan gutural voz exclamo lo que prensaba, ¿Eso es lo que se siente estar entre la espada y la pared? Su pueblo o él. Por instantes deseo ser egoísta y tomar lo que se le atribuía por lo cansino de su cuerpo y corazón, ¿Qué debía hacer? Dar la espalda y traicionar a las personas que la abandonaron allí sonaba tentador, empero a eso, tan solo eran semejantes que no coincidían en su forma de pensar.
¿Qué pensaría su pueblo al verlo dudar de su destino? ¿Qué haría su hermano de estar en su lugar? Lo más probable era alguna estupidez que le costaría al pueblo su bienestar. Pero... ¿Entonces?
No. Debía concentrarse, más que claro le quedaba que su propia persona no es igual de loca e intrépida que su pariente, ni que tampoco poseía la soberanía del bien por las demás gentes. ¿Podría ser un punto medio? ¿Acaso valía?
¿Cuál sería correcta? ¿Cuál debía desechar? ¿Es que acaso existía alguna respuesta congruente y verídica?
Es que acaso el universo se veía en el afán de contradecir y hacerle tomar una decisión, sabía que alguna vez llegaría el momento en que tendría que elegir; obligatoriamente su mente y corazón entrarían en un debate que por mala o buena fortuna tomaría.
Exhalo un suspiro de sus labios y volvió a repasar su lengua por ellos; actuar rápido y sin remordimientos sería la mejor opción del momento, sin mirar atrás.
— ¿Akagami? —Exclamo. Trago saliva y alzo la vista a donde creía Kōki estaría esa esencia. La moneda ya estaba en el aire. — ¿Eres Akagami?
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Sencillamente
FanfictionLos escenarios entre ellos podian ser de los mas caotico, insufribles o un batallon de ser posible; Por que asi sucedia, por que sus personalidades se completaban cual rompecabezas. Sencilla y paulatinamente. Por que ellos eran Furihata Kōki y Akash...